En Akcadag, un pueblo en el sureste de Türkiye rodeado de montañas, Rabia Topuz, gran promesa del boxeo en su país, descubrió que la amargura puede dar como resultado la dulzura de la fortaleza. Hoy, a los 24 años, con títulos destacados en boxeo, entrenamientos rigurosos y estudiando en la universidad, Rabia está convencida de que los obstáculos le dieron los anticuerpos para salir al ring y batir, sin miedo, a quien sea.
Su juventud transcurrió entre largas jornadas de cosecha de frutas junto a su familia, en una región reconocida por su tradición agrícola. “Trabajar bajo el sol, durante horas, me dio una fuerza interior y una resistencia que ningún gimnasio podría ofrecer", cuenta Rabia a TRT Español. Aunque ese no sería el único desafío de donde sacaría fuerzas. Y, comparado con lo que vendría más tarde, resultaría insignificante.
De las artes marciales al amor por el boxeo
Rabia inició su camino en las artes marciales, comenzando con Muay Thai y Wushu. Ya en su adolescencia obtuvo el tercer lugar nacional en ambas disciplinas, mostrando su potencial competitivo.
Pero en 2016 encontró su verdadera vocación en el boxeo, inspirada por una compañera cercana y entrenadora, Hatice Akbas, quien había ganado el Campeonato Europeo Juvenil de Boxeo.
“Ver la victoria de Hatice me hizo dar cuenta de que este camino no estaba tan lejos como pensaba”, reflexiona Rabia, hoy parte de Fenerbahce Sports Club, una de las instituciones deportivas más prestigiosas de Türkiye. “El boxeo me atrajo por su disciplina, intensidad, y porque exige tanto enfoque mental como fuerza física”.
Desde entonces ha entrenado incansablemente bajo la guía del entrenador turco Kerem Akbas, quien se convirtió no solo en su mentor sino en un “segundo padre”. Su alianza de ocho años la ha acompañado en innumerables retos y triunfos, siempre confiando en ella.
“Akbas me ayudó con la técnica, pero sobre todo, fue un fuerte apoyo mental y emocional”, rememora Rabia. “En momentos de cansancio o dudas, me recordaba de lo que soy capaz y me decía que veía en mí a una verdadera campeona, alguien que podría llegar no solo a Europa sino también al escenario olímpico”.
Desafíos y medallas
A pesar del sólido apoyo y los avances, el camino de Rabia estuvo lleno de obstáculos. Como mujer en un deporte dominado por hombres, enfrentó numerosos retos, incluso dentro de su comunidad.
“Escuchaba cosas como ‘El boxeo no es para chicas’” comenta. “Sentía que tenía que probarme a mí misma cada día. Entrenaba más duro, me esforzaba más y me mantenía enfocada. No quería ser solo otra chica que le gusta el deporte, quería ser una peleadora que la gente respetara”.
Su determinación dio frutos. Rabia ganó varios títulos nacionales en Türkiye entre el año 2020 y 2022. Y obtuvo la medalla de bronce en el Campeonato Turco Sub-22 de 2021, en la categoría de 48 kilos. “Fue la primera vez que sentí que mi esfuerzo realmente estaba dando resultados. Estar en el podio me llenó de orgullo. No se trataba de la medalla, sino de demostrarme algo a mí misma”, cuenta. “Fue inolvidable”.
El punto más alto de su carrera temprana llegó en 2023, cuando consiguió la medalla de bronce en los Juegos Europeos en Cracovia, Polonia. Ese podio fue una victoria personal, y le aseguró la clasificación para los Juegos Olímpicos de París 2024.
“Cuando clasifiqué para los Olímpicos por primera vez sentí que un sueño finalmente estaba tomando forma”, recuerda.
Adversidad
Estos “primeros hitos” cimentaron su base como boxeadora. Pero el destino tenía otros planes.
Justo cuando Rabia se preparaba para el escenario más grande de su carrera llegó la adversidad. El 8 de mayo de 2024, una serpiente venenosa la mordió durante un campamento de entrenamiento de resistencia a gran altura en Malatya, sureste de Türkiye. “Fue aterrador,” admite. “Grité: ‘¡Entrenador, me mordió una serpiente!’ El dolor fue inmediato e intenso, y cuando mi entrenador también empezó a gritar, entendí lo grave que era”.
El entrenador Akbas reaccionó rápidamente y utilizó un cordón para detener la propagación del veneno antes de llevarla al hospital. Allí pasó una semana en cuidados intensivos, bajo constante monitoreo, con una inflamación severa y dolor, mientras sus órganos vitales estaban en riesgo.
“Gracias al tratamiento con antídoto y antibióticos, me fui recuperando y me dieron de alta después de dos semanas”, recuerda.
El incidente la obligó a abandonar los Olímpicos, pero no se rindió. Tras recuperarse en casa, Rabia volvió al gimnasio, aunque admite que esa experiencia la transformó. “Me recordó cómo la vida puede cambiar en un instante y lo importante que es aferrarse a tus sueños”, cuenta. “Ahora, cada golpe que lanzo en el ring viene de un lugar más profundo dentro de mí”.
Esta no fue la única gran prueba que enfrentó la joven boxeadora. El 6 de febrero de 2023, un devastador terremoto de magnitud 7,8 sacudió el sureste de Türkiye, incluyendo su ciudad natal Malatya. El sismo destruyó la casa de su familia y el gimnasio donde entrenaba, dejándolos sin hogar y obligándolos a vivir en tiendas de campaña durante un crudo invierno.
“Casi quedamos enterrados bajo los escombros. Fue una experiencia tremenda que cambió mi vida”, relata. Esto llevó a Rabia incluso a contemplar la idea de abandonar el boxeo, pero con el apoyo de su entrenador, compañeros y su club deportivo, encontró la fuerza para seguir adelante.
"No teníamos dónde quedarnos. Fenerbahce Sports Club intervino y nos proporcionó dos contenedores habitables para mi familia. Somos seis personas, así que este apoyo fue fundamental", recuerda la boxeadora. "En esos primeros días estaba emocionalmente devastada. Vi cuerpos, edificios destruidos".
El boxeo como salvación
A pesar de todo, no se rindió. “Cuando sentí que lo había perdido todo, el boxeo me dio algo a qué aferrarme. Me dio enfoque y me ayudó a apuntar a algo más grande que el dolor”, dice. “Los recuerdos permanecen, pero he aprendido que el dolor puede convertirse en combustible e impulsarnos al éxito”.
Luego entrenó en edificios dañados y al aire libre, bajo el sol o la lluvia, algo que, según ella, le dio concentración y a la vez, esperanza. “Me enseñó a superar el dolor y la incertidumbre", admite.
Hoy, Rabia está de vuelta en acción, con el doble de temple que antes: estudia educación física en la Universidad de Malatya, Türkiye, y se prepara para el Campeonato Mundial Femenino de Boxeo en Liverpool, Inglaterra, en septiembre.
Actualmente, su rutina de entrenamiento incluye cinco sesiones semanales de dos horas, enfocadas en resistencia, velocidad, agilidad y fuerza, todo esencial en el ring.
La meta: los Juegos Olímpicos de 2028
Hoy, Rabia tiene la mira puesta en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 2028 donde espera “representar a Türkiye en campeonatos europeos y mundiales y ganar medallas internacionales. Sueño con levantar la bandera turca bien alta en el escenario mundial”.
Más allá de medallas y campeonatos, espera inspirar a las jóvenes de zonas rurales como la suya a perseguir sus sueños.
“Muchas de las personas que antes dudaban de mí hoy están entre mis seguidores. Cualquier chica que entre en un escenario difícil como este, enfrentará resistencias similares”. Rabia lo piensa un poco y concluye: “Pero lo que marca la diferencia en la vida es cómo respondes”.
Este artículo fue redactado por Bala Chambers y reportado por Mohammad Bashir Aldaher.