Israel desató una ola de bombardeos sobre Gaza en su ataque más intenso contra el territorio desde la entrada en vigor del alto el fuego en enero. Como consecuencia, el Ministerio de Salud de Gaza registró hasta el momento 413 muertos, “en su mayoría niños y mujeres”, además de “cientos de heridos, decenas de ellos en estado crítico”, según informó el responsable del ministerio, Mohamed Zaqut, en una conversación con la agencia AFP.
El primer ministro Benjamín Netanyahu —sobre el que pesa una orden de arresto por crímenes contra la humanidad ante la Corte Penal Internacional— justificó sus ataques asegurando que se deben a “falta de avances en las negociaciones para extender el alto el fuego”.
Las agresiones rompieron un período de relativa calma durante el mes sagrado musulmán del Ramadán y despierta los temores del retorno de la mortífera ofensiva que desde hace 17 meses ha devastado el enclave, y matado a más de 48.000 palestinos.
Los ataques vinieron acompañados de duras advertencias y amenazas por parte de la autoridades israelíes, quienes indicaron que la reanudación será “indefinida y se prevé su expansión”. La oficina del gobierno aseguró que "Israel actuará de ahora en adelante contra Hamás con una fuerza militar creciente".
Washington respalda a Israel y culpa a Hamás
Washington reiteró su apoyo a Israel y responsabilizó a Hamás por la reanudación de los combates, enmarcando el nuevo asalto como una respuesta inevitable. "Hamás podría haber liberado a los rehenes para extender el alto el fuego, pero en su lugar eligió la negativa y la guerra", declaró Brian Hughes, portavoz del Consejo de Seguridad Nacional.
Además, estos ataques tienen el beneplácito de Estados Unidos. La secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, aseguró en una entrevista con el canal Fox que “La administración Trump y la Casa Blanca fueron consultadas por los israelíes sobre sus ataques”.
El enviado estadounidense Steve Witkoff, pieza clave en la mediación junto a Egipto y Qatar, había lanzado días atrás una advertencia inequívoca: Hamás debía liberar de inmediato a los rehenes vivos "o pagar un precio severo".
Las conversaciones sobre la segunda fase del alto el fuego se estancan
Los ataques se produjeron dos meses después de que se alcanzara un alto el fuego para poner fin a la ofensiva. En las primeras seis semanas de esta pausa, Hamás liberó a 25 rehenes israelíes y entregó los cuerpos de ocho más, a cambio de casi 2.000 prisioneros palestinos. Fue un primer paso en el alto el fuego que resultó, más que un alivio, una mera interrupción de la violencia.
Pero desde la conclusión de ese alto el fuego hace dos semanas, las negociaciones entre ambas partes se han estancado sin lograr un acuerdo sobre la segunda fase, que debería centrarse en la liberación de los 59 rehenes restantes, de los cuales 35 se cree que ya están muertos, y en poner fin definitivamente a los ataques.
Por un lado, Hamás ha exigido el cese total de la agresión israelí y la retirada de las tropas de Gaza a cambio de la liberación de los rehenes restantes.
Israel, por su parte, ha dejado claro que no pondrá fin a la guerra hasta destruir las capacidades militares y de gobierno de Hamás y liberar a todos los rehenes. En una nueva declaración, la oficina de Netanyahu afirmó que Hamás “se ha negado repetidamente a liberar a nuestros rehenes y ha rechazado todas las ofertas que recibió del enviado presidencial de EE.UU., Steve Witkoff, y de los mediadores”.
Pero la realidad de la violencia israelí en Gaza no puede ser ignorada. Taher Nunu, portavoz de Hamás, no tardó en señalar la brutalidad de la ocupación, exigiendo una respuesta ética del resto del mundo.
"La comunidad internacional enfrenta una prueba moral: o permite el regreso de los crímenes cometidos por el ejército ocupante, o hace cumplir el compromiso de poner fin a la agresión y la guerra contra los inocentes en Gaza", subrayó Nunu, alzando una clara denuncia de la impunidad con la que Israel sigue actuando.
Netanyahu enfrenta creciente presión interna
La vuelta a la violencia no solo pone en peligro la vida de los palestinos, sino que también podría profundizar las divisiones internas dentro de Israel, especialmente respecto al destino de los rehenes aún cautivos.
Los rehenes liberados han hecho un llamado urgente al gobierno israelí para que continúe con el alto el fuego, con la esperanza de que esta medida permita la liberación de todos los cautivos. Decenas de miles de israelíes se han sumado a las manifestaciones exigiendo tanto el regreso de los rehenes como la continuación de la tregua.
Además, este martes y miércoles se han convocado nuevas manifestaciones en respuesta al anuncio de Netanyahu de que pretende destituir al jefe de la agencia de seguridad interna de Israel, el Shin Bet. Este movimiento ha sido ampliamente criticado por muchos como un intento de Netanyahu de eludir la responsabilidad sobre los fracasos de su gobierno durante el ataque del 7 de octubre y la gestión de la guerra que se desató tras este.
Desde que comenzó el alto el fuego en Gaza a mediados de enero, las fuerzas israelíes han matado a decenas de palestinos, a quienes el ejército acusa de acercarse a sus tropas o de ingresar a zonas no autorizadas. A pesar de la fragilidad del acuerdo, este ha logrado mantenerse sin un estallido de violencia generalizada, aunque la situación sigue siendo extremadamente volátil.