Estados Unidos acaba de incluir oficialmente a un puñado de grupos criminales como Organizaciones Terroristas Extranjeras, entre ellas los Cárteles Unidos, el Cártel del Golfo, el Cártel del Noreste y la Familia Michoacana, todos grupos mexicanos dedicados al narcotráfico y el crimen organizado.
La medida de la nueva administración de Washington apunta a dos promesas clave del presidente Trump: abordar la migración y el narcotráfico. También pone a los grupos del crimen organizado en México, a la par de otros en la lista de organizaciones terroristas designadas por EE.UU., como Boko Haram y Daesh.
“Los cárteles han participado en una campaña de violencia y terror en todo el hemisferio occidental”, expresa la declaración de la Casa Blanca. “(Esto) también ha inundado a Estados Unidos con drogas mortales, criminales violentos y pandillas”.
Sin embargo, la decisión avivó los temores en ambos lados de la frontera con México. ¿Puede esta iniciativa allanar el camino para que Estados Unidos lance ataques militares contra los cárteles de la droga en territorio extranjero? Una pregunta urgente que tiene en vilo a toda una nación y que pocos se atreven a responder.
¿La puerta para una invasión militar?
“Todo el mundo piensa que Estados Unidos desplegará una invasión militar en México”, explica Gabriela De la Paz, periodista y académica en ciencias políticas de México, a TRT Español. “Sabemos que eso no sería tan fácil y tampoco que les garantizará el éxito”.
En las últimas décadas, el narcotráfico ha cambiado su forma operativa y esto hace que una lucha frontal sea compleja. La producción de drogas ya no se hace únicamente en remotos campamentos. “Hoy se puede hacer en cualquier cocina”, revela De la Paz. “No está en la sierra como era antes”.
El temor a una invasión militar no es un delirio colectivo. La normativa de EE.UU. establece las bases legales para acciones específicas contra los carteles que incluyen la utilización de acción militar en territorio mexicano, como ataques con drones y despliegue de tropas.
Drogas hacia el norte, armas hacia el sur
La debacle del narcotráfico y la violencia en ambos lados de la frontera no se puede abordar sin resaltar lo obvio: la proveniencia de las armas.
Sin duda, las drogas mexicanas fluyen hacia el norte alimentando la epidemia de adicción estadounidense donde las sobredosis de fentanilo y opioides son, según el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades, la principal causa de muerte de la población de 18 a 45 años. Pero tampoco se puede negar un hecho incontrastable: las armas estadounidenses fluyen hacia el sur, facilitando la creciente violencia que ha devastado a México.
Un informe de la Oficina de Rendición de Cuentas del Gobierno de Estados Unidos, concluyó que hasta el 90% de las armas ilegales en México utilizadas por los carteles provienen de EE.UU.
“Los cárteles generan mucha violencia e intimidación en México como resultado de esas armas”, advirtió Mike Vigil, exjefe de operaciones internacionales para la Administración de Control de Drogas, en una entrevista a NPR. “La pregunta clave es: ¿por qué estamos armando a la gente contra la que se supone que debemos luchar?”
Detrás del armamento de los cárteles
“La designación como ‘terrorista’ implica reconocer que las armas son el insumo fundamental para el terrorismo”, explica David Pérez-Esparza, experto en seguridad y políticas en la Ciudad de México. “Y así los socios de Trump, organizaciones como la Asociación Nacional del Rifle serían los primeros responsables del financiamiento del terrorismo”.
Esta asociación, conocida como NRA por sus siglas en inglés, defiende los derechos constitucionales de sus ciudadanos a portar armas, promoviendo la protección de la Segunda Enmienda, clave en este tema.
Esta enmienda de la Constitución básicamente establece que “no se restringirá el derecho del pueblo a poseer y portar armas”. Lo que, con los años, se ha convertido en una línea roja para la base conservadora de Trump, profundamente protectora de esa normativa.
“La Segunda Enmienda, que a los estadounidenses les gusta llamar su ‘derecho de portar armas’, es un asunto no negociable para la base derechista de Trump”, retoma De la Paz. “El intento de controlar armas en Estados Unidos sería el fin de la carrera política para alguien como Trump”.
Violencia sin frenos
Mientras tanto, los mexicanos sufren en carne propia los estragos del crimen organizado, reforzado con armas estadounidenses. Una encuesta de 2021 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía de México, reveló que dos de cada tres adultos mexicanos se sienten inseguros.
“La verdad es que, nos guste o no”, reconoce De la Paz, “los cárteles ejercen tácticas terroristas en México”.
Según un reporte publicado por Insight Crime, entre 2019 y 2022 los asesinatos de agentes de policía en el estado de Nuevo León, donde se ubica Monterrey, han aumentado 143%. Un dato que coincide con la expansión del Cártel del Noreste.
Los diarios en México se tiñen cada vez más de rojo. En el 2011, Monterrey fue testigo de la masacre de 52 personas en un casino. Un acto calificado por la prensa mexicana como atentado terrorista. Y en el 2019, hallaron 35 cuerpos descuartizados frente a un popular centro comercial en la ciudad de Veracruz.
¿Pero los cárteles son realmente terroristas?
La designación de un grupo como "organización terrorista" no se basa únicamente en el uso del terror o la violencia, sino en un conjunto más amplio de criterios. Esto incluye los motivos políticos, el derecho internacional y las consideraciones estratégicas.
Aunque una entidad utilice el terror como táctica, no necesariamente se considera un grupo terrorista ante todas las naciones u organismos internacionales.
“Que un presidente declare que una organización no visible, no seleccionable y no mostrable, es una organización terrorista es un problema conceptual”, resalta
Pérez-Esparza, un convencido de que existe una clara diferencia entre los cárteles criminales y el terrorismo internacional. “A pesar de sus similitudes, el terrorismo busca el terror, pero con un uso distinto. El crimen organizado busca utilizar el terror como rostro. El terrorismo busca substituir al Estado”.
Pérez-Esparza considera la posibilidad de un enfrentamiento entre tropas estadounidenses y cárteles mexicanos como un escenario poco probable. “No va a ocurrir y apostaría a ello 99 de 100 fichas”, predice. “No va a ocurrir simplemente porque no tiene sentido, no es viable y es ilógico”.
Guerra entre grandes socios
La designación puede provocar repercusiones económicas y sociales. Y tensar las relaciones bilaterales entre México y Estados Unidos.
“No es una buena idea declarar la guerra a tu segundo socio comercial más importante”, confesó John Bolton, exasesor de Seguridad Nacional en el primer mandato de Trump, en una entrevista con NewsNation.
“Si la designación pasa de la retórica a la acción, esto le va a dificultar a México pedir créditos internacionales”, añade De la Paz. “Por ejemplo, habrá gente prominente a la que se le niegue la visa para entrar EE.UU. Y a los mexicanos nos van a tratar como apestados en todas las fronteras. Todo esto sin mencionar el desastre económico para los dos países si se llega a dar un conflicto militar entre los Estados Unidos y los carteles”.
“Trump está absolutamente equivocado . Tengo la impresión de que él lo sabe”, concluye Pérez-Esparza. “Y no le importa”.
Trump, ¿maestro de los acuerdos?
Desde sus reuniones con dirigentes norcoreanos hasta su supuesta presión a Benjamín Netanyahu para aceptar un alto el fuego en Gaza, Trump se presenta como el maestro de los acuerdos.
“Trump hizo esta designación porque le es muy rentable”, agrega Pérez-Esparza. “Porque le habla a un estadounidense que no sabe qué es el terrorismo. Le habla a ese Estados Unidos profundo en Arkansas en Wyoming y en Texas que no es educado ni cosmopolita ni liberal. Le habla a un Estados Unidos que hoy representa la mayoría”.
Lejos de su actitud pública beligerante, en los hechos Trump tiene un historial de retirarse de zonas de conflicto y reducir en el exterior el número de tropas. Durante su primer mandato se mostró muy cauto a la hora de comprometer tropas y, ante todo, dinero, en aventuras bélicas en el extranjero.
“Uno de los ejes importantes de Trump en su gobierno es ahorrar”, explica Pérez-Esparza. “La declaratoria que implica poner a México en la mira es costosísima. Trump no lo va hacer. Porque eso va en contra total de la lógica. No es porque sea buena persona Trump. Lo va hacer para renegociar con México el Tratado de Libre Comercio. Y para caerle bien a su gente”.
La compleja realidad del narcotráfico y el tráfico de armas demuestra que el problema va más allá de una simple categorización legal, y cualquier solución efectiva requerirá un enfoque binacional que aborde tanto la oferta como la demanda, así como los flujos de armas y dinero.
Al final, más que una declaración simbólica o una herramienta de negociación, la verdadera pregunta sigue siendo si esta designación logrará reducir la violencia o simplemente servirá como un nuevo punto de presión en la relación de Estados Unidos con México.