“Vivimos en un planeta con 56 guerras activas, 90 países implicados, 1.200 millones de personas atrapadas y 130 millones de desplazados…porque la guerra es un negocio colosal”, resume Gervasio Sánchez, el reportero que lleva cuatro décadas poniendo rostro a ese “negocio”.
Desde el niño bosnio que jugó a lanzarle bolas de nieve y meses después yacía en la calle abatido por un francotirador, hasta los ex‑niños soldado obligados a matar a sus propios padres, Gervasio ha visto y contado lo que muchos prefieren ignorar. Su cámara denuncia a fabricantes de armas, banqueros y gobiernos “respetables” que pisotean los derechos humanos mientras venden bombas.
¿Por qué sigue? “Cuanto más cerca estoy de las víctimas civiles, más cerca estoy de la verdad”, dice. Por eso vuelve una y otra vez a Sarajevo, Ruanda o Gaza: para mostrar que, aun rodeados de horror, los mutilados aprenden a caminar, las madres siguen buscando a sus hijos y la dignidad sobrevive. Gervasio no cree que las guerras terminen pronto, pero sí que sus imágenes pueden impedir el olvido. Cada disparo de su obturador es un recordatorio incómodo: mientras el mundo refine su tecnología, si no desarma ese “gran negocio” seguiremos matando al vecino.