Las tensiones entre Estados Unidos y Panamá sobre el canal interoceánico parecen haber desescalado este miércoles, luego de que los dos países acordaran negociar un plan para compensar a Washington por las tarifas que pagan sus buques de guerra y submarinos por usar la vía marítima. El desarrollo llega meses después de que el presidente de EE.UU., Donald Trump, anunciara que “tomaría” el control del canal de Panamá.
Durante la visita del secretario de Defensa de Estados Unidos, Pete Hegseth, a Panamá, se anunció la firma de un acuerdo para buscar fórmulas que permitan a este país pagar a Washington por servicios de seguridad a cambio de las tarifas por cruzar el canal.
Lo que se busca es "un mecanismo que permita compensar servicios prestados (por Estados Unidos) en materia de seguridad por peajes de buques de guerra y buques auxiliares", indicó en un comunicado la Autoridad del Canal de Panamá, entidad autónoma que gestiona la ruta marítima.
El secretario Hegseth, quien destacó la importancia estratégica del canal para las fuerzas armadas de su país, señaló que “para nosotros era importante que, en momentos de contingencia, nuestras tropas puedan pasar primero y gratis. Agradecemos a nuestros socios panameños que estén trabajando con nosotros en eso".
En medio de este desarrollo, el ministro panameño para Asuntos del Canal, José Ramón Icaza, aclaró que no se trata de un tránsito "sin cargos", sino de medidas que permitan "compensar" los peajes que pagan las embarcaciones de guerra estadounidenses.
También Frank Ábrego, ministro de Seguridad Pública de Panamá, destacó en una conferencia de prensa conjunta con Hegseth que los acuerdos alcanzados no significan una cesión de la soberanía panameña sobre el canal.
“Queremos establecer que Panamá en ningún momento dado durante este memorándum de entendimiento ha cedido soberanía sobre el Canal de Panamá ni en ninguna de sus áreas adyacentes. Panamá se mantiene dentro de lo que es el Tratado de Neutralidad", declaró.
EE.UU. quiere bases militares, pero Panamá lo rechaza
Además del tema de los peajes, el secretario de Defensa de Estados Unidos sugirió este miércoles que las tropas de su país regresen a Panamá para proteger el canal interoceánico de la "influencia maligna" de China, una posibilidad que el gobierno panameño rechazó de forma tajante.
En esa línea, Hegseth aseguró en Ciudad de Panamá que los ejercicios conjuntos de defensa que se realizan regularmente entre ambos países son “una oportunidad para revivir” una “base militar” o “estación aeronaval”, donde operan “tropas estadounidenses”.
La respuesta de Panamá no se hizo esperar. Y el ministro Ábrego fue categórico: “No podemos aceptar bases militares ni sitios de defensa”.
Una postura compartida también por el presidente José Raúl Mulino, quien el martes se reunió con Hegseth, y que ya en marzo había adelantado que “no habrá bases militares de ninguna potencia” en el canal, en respuesta a versiones de prensa sobre un posible despliegue militar estadounidense.
Ambos países refuerzan la seguridad
A pesar de las diferencias en torno a las bases, ambos países mantienen una relación activa en temas de seguridad. Ambos gobiernos acordaron “revitalizar el Diálogo de Alto Nivel sobre Seguridad y dirigirlo hacia una agenda robusta de planificación y preparación bilateral que priorice la seguridad y la defensa del Canal, dentro del marco del Tratado de Neutralidad del Canal de Panamá y la Constitución Nacional”.
Ábrego recordó que Estados Unidos y Panamá realizan ejercicios conjuntos y cooperan en esta materia desde hace más de 18 años, por lo que “estos temas no son nuevos”.
EE.UU. insiste en rechazar la influencia de China en la región
El canal de Panamá, construido por Estados Unidos en 1914, ha sido una ruta estratégica clave para el comercio mundial. En 1977, a través de los Tratados Torrijos-Carter, el canal y sus áreas circundantes fueron transferidos a Panamá, con la condición de que los buques de todos los países pagaran tarifas uniformes basadas en su capacidad y carga, sin importar su origen o destino. El control del canal pasó a Panamá en 1999, conforme a esos acuerdos bilaterales.
Estados Unidos y China son los principales usuarios de esta vía, por donde transita el 5% del comercio marítimo mundial. Sin embargo, Washington ha expresado su preocupación por la operación de Hutchison Ports, de Hong Kong, que gestiona dos puertos en las entradas del canal. Esta presencia ha sido vista como una amenaza para la seguridad nacional y regional, debido al creciente involucramiento de China en la zona.
El presidente Donald Trump ha reiterado su preocupación por la influencia de China en el canal y ha calificado las tarifas como "altamente injustas", llegando a amenazar con "recuperar" el control del paso, incluso recurriendo al uso de la fuerza. Esta postura se ha intensificado desde que asumió nuevamente el poder en enero, bajo el argumento de que la ruta está bajo la "influencia" de China.
Poco antes de la llegada de una delegación estadounidense a Panamá, la Contraloría reveló una auditoría que indicaba que Hutchison Ports había incumplido su contrato, adeudando unos 1.200 millones de dólares por la concesión portuaria. No obstante, Panama Ports Company (PPC), la filial de Hutchison, negó las acusaciones, calificándolas de "contrarias a la realidad".
En medio de la tensión, Hutchison anunció que vendería la concesión de los dos puertos a un consorcio estadounidense, aunque la transacción aún no se ha concretado debido a una investigación de los reguladores chinos.
En la Conferencia de Seguridad Regional, Hegset advirtió sobre la "presencia excesiva" de China en el hemisferio occidental, especialmente en sectores estratégicos como la energía y las telecomunicaciones. Sin embargo, subrayó que "la guerra con China no es inevitable" y que "Estados Unidos enfrentará cualquier amenaza y, si es necesario, la derrotará junto a sus aliados".
Frente a estas acusaciones, el gobierno chino ha negado tener una "influencia indebida" sobre Panamá o el canal interoceánico. Por su parte, Panamá ha tomado distancia en este terreno al anunciar la cancelación de su adhesión al proyecto chino de la Nueva Ruta de la Seda.