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El escenario para una Europa segura y el papel de Türkiye en el nuevo orden
Con una financiación generosa y un impulso a las capacidades de “Hecho en Europa”, una nueva regulación promete remodelar la defensa de la UE, pero también deja al descubierto profundas divisiones políticas.
El escenario para una Europa segura y el papel de Türkiye en el nuevo orden
Türkiye como mediador entre Rusia y Ucrania y sus vínculos con la OTAN hacen que su presencia en la cumbre de Londres sea clave para Europa. / Reuters
hace 21 horas

La presencia del ministro de Relaciones Exteriores de Türkiye, Hakan Fidan, junto a numerosos líderes europeos en una cumbre celebrada a principios de año, centrada principalmente en coordinar respuestas ante la guerra entre Rusia y Ucrania, no fue una mera formalidad.

La ubicación geoestratégica de Türkiye y su influencia diplomática, demostrada a través de su papel de mediador entre Rusia y Ucrania, así como su larga pertenencia a la OTAN, subraya por qué su participación en la cumbre de Londres tiene un profundo valor simbólico para la cohesión estratégica europea.

El objetivo de la cumbre era enviar al mundo el mensaje de que Europa está unida y preparada para hacer frente a las amenazas rusas, a los cambios en la competencia por el poder global y a una carrera armamentista internacional en aceleración.

En este contexto, la presencia de Fidan sugiere la creciente relevancia de Türkiye, no solo por su capacidad militar, sino también por su experiencia estratégica.

Durante la cumbre quedó claro que era necesario replantearse de forma fundamental la defensa de Europa, dada la urgencia y complejidad del entorno de seguridad actual marcado por la crisis en Ucrania y la participación de actores clave como Türkiye.

El resultado es un impulso coordinado hacia una mayor autonomía, resiliencia y acción conjunta —encarnado por la iniciativa ReArm Europe y su eje operativo, la regulación SAFE (Acción de Seguridad para Europa).  Estas medidas no solo responden a amenazas inmediatas, sino que constituyen una hoja de ruta para una nueva era política de seguridad europea.

Qué representan SAFE y ReArm Europe

El debate sobre “ReArm Europe” y el principio de “Hecho en Europa” ha cobrado mayor relevancia tras la publicación en marzo de un documento oficial por parte de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.

La histórica dependencia de la Unión Europea (UE) de proveedores militares externos, especialmente de Estados Unidos, ha limitado significativamente su autonomía estratégica. El principio de “Hecho en Europa” aborda directamente esta vulnerabilidad.

Aunque no es un planteamiento nuevo, los acontecimientos recientes —la guerra en Ucrania, los avances tecnológicos en inteligencia artificial militar y los cambios geopolíticos— han demostrado que la autonomía estratégica no es sólo beneficiosa sino  también urgente e indispensable para Europa.

El alcance y la urgencia del plan ReArm Europe, dotado con 800.000 millones de euros, del cual SAFE es un componente clave, reflejan el reconocimiento político de que los mecanismos de seguridad previos ya no se ajustan a las amenazas actuales.

La tradicional dependencia de la UE en la OTAN, junto a la fragmentación en las adquisiciones militares nacionales y los procesos burocráticos lentos, han demostrado ser insuficiente ante las amenazas inmediatas a la seguridad y las realidades geopolíticas en rápida evolución.

El primer paso concreto para hacer frente a estas deficiencias es la regulación SAFE, una de las medidas más concretas dentro de la nueva estrategia.

La regulación SAFE pretende llevar la autonomía estratégica del discurso a la práctica, ofreciendo apoyo financiero a los Estados miembros para abordar con rapidez carencias críticas en capacidades de defensa.

Se trata de un instrumento financiero que permitirá tanto a países de la UE como a miembros de la Asociación Europea de Libre Comercio (AELC), como Noruega y Suiza, acceder a préstamos de un fondo de 150.000 millones de euros habilitado por la UE.

Este instrumento financiero tiene el objetivo de reforzar las compras conjuntas, la escala industrial y la preparación defensiva en toda la Unión.

La adquisición conjunta estandariza el equipamiento militar entre los Estados miembros, mejorando la interoperabilidad y facilitando el despliegue rápido de fuerzas en toda Europa.

Tradicionalmente, las estrictas reglas fiscales de la UE han limitado la inversión en defensa y la innovación. Sin embargo, SAFE permite sortear esas restricciones y dinamizar la industria militar europea.

Además, la regulación incluye una cláusula da prioridad a las empresas con sede en la UE que tengan una estructura accionarial de al menos un 65-35%. El objetivo de este umbral es preservar una estructura de defensa europea común garantizando que la mayor parte del valor de la producción —y, por lo tanto, las capacidades críticas— permanezca dentro de la UE o en países estrechamente alineados. 

Esto garantiza que los componentes sensibles permanezcan predominantemente bajo control europeo. También funciona como una salvaguarda contra la dependencia de actores de terceros países, al tiempo que permite una participación externa limitada. Solo los terceros países que se ajustan a las directrices de la UE y han establecido una asociación formal en materia de seguridad y defensa con el bloque pueden alcanzar niveles de participación superiores al margen del 35%. 

Al permitir un umbral 35% para los componentes no pertenecientes a la UE, se integran estratégicamente tecnologías externas probadas, como la tecnología de drones de Türkiye, que ha demostrado su eficacia en combate, lo que mejora rápidamente las capacidades militares inmediatas de Europa.

Autonomía estratégica: ambición política frente a viabilidad

La autonomía estratégica debería permitir un mayor control y reducir la dependencia de Estados Unidos y otros países. El rápido ritmo de desarrollo de la inteligencia artificial por parte de los competidores mundiales, en particular China y Estados Unidos, ha aumentado la urgencia de Europa por alcanzar la autonomía estratégica y evitar quedarse atrás. 

Sin embargo, siguen existiendo dudas sobre si la necesidad de autonomía se ha articulado con suficiente claridad a los Estados miembros de la UE, teniendo en cuenta incluso las diferencias internas sobre la respuesta a amenazas como Rusia. 

A nivel interno, los Estados de la UE difieren considerablemente en su percepción de las amenazas: Polonia y los Estados bálticos hacen hincapié en las medidas de defensa inmediatas contra Rusia, mientras que Hungría mantiene relaciones diplomáticas mucho más cordiales con Moscú.

El problema potencial es que la retórica sin avances tangibles y eficaces socavaría la credibilidad de Europa y envalentonaría a los adversarios que buscan explotar las divisiones internas.

SAFE: oportunidades y desafíos

Por otro lado, SAFE plantea un dilema para la OTAN. La Unión Europea, que históricamente no ha sido reconocida como potencia militar y más bien se ha considerado como una hermana de la OTAN, ahora complementa a esta organización al reforzar las capacidades militares internas de Europa, aumentar la influencia de Europa dentro de la OTAN y garantizar una mayor autonomía estratégica sin romper la unidad transatlántica. 

La OTAN incluye a actores no pertenecientes a la UE, como Estados Unidos, el Reino Unido y Türkiye, por lo que considerar que la defensa de la OTAN y la UE están completamente unificadas puede ser poco realista. 

Las políticas imprevisibles de Estados Unidos, especialmente durante la administración del presidente Donald Trump, han acelerado la búsqueda de autonomía militar en Europa, lo que hace que sea estratégicamente crucial para Europa depender menos de garantías externas.

Más allá del discurso diplomático, persisten divergencias estratégicas —por ejemplo, en la relación con Rusia y China, o en la distribución de cargas dentro de la OTAN— que podrían generar tensiones entre la UE y Estados Unidos. En este contexto, SAFE podría convertirse en un modelo para un “pilar europeo” dentro de la OTAN, capaz de influir en la dinámica de la alianza. 

Igualmente, el Reino Unido mantiene conversaciones con Bruselas por su participación en este “premio” financiero, pero el escepticismo provocado por el Brexit complica el acceso del Reino Unido a los instrumentos financieros del SAFE, lo que obliga al Reino Unido y a la UE a realizar complejas concesiones mutuas en materia de armonización normativa, acceso al mercado y producción conjunta de material de defensa.

Türkiye, por su parte, ya está profundamente involucrada en el ecosistema de defensa europeo. Su participación depende de marcos bilaterales y multilaterales con Bruselas.

Las colaboraciones industriales probadas de Türkiye, como la asociación Leonardo-Baykar, muestran el potencial para alianzas beneficiosas que refuercen rápidamente las capacidades militares del continente.

Aunque las perspectivas de Türkiye y la UE pueden diferir en cuanto a valores y principios, las negociaciones en curso y un entendimiento común podrían permitir dar prioridad a problemas de seguridad más inminentes y compartidos. 

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La flexibilidad diplomática de Türkiye —demostrada en su papel de mediador entre Rusia y Ucrania— refuerza la posición geopolítica de Europa, haciendo de Ankara un socio valioso para la estrategia de seguridad continental.

No obstante, las divisiones políticas dentro de la UE, las distintas percepciones de amenaza y una burocracia ineficaz amenazan la implementación ágil y efectiva de los proyectos SAFE.

La burocracia de la UE ralentiza la asignación de fondos, la toma de decisiones y los procesos de innovación, lo que socava significativamente la capacidad de Europa para responder con rapidez a los nuevos retos de seguridad. 

En términos generales, SAFE es un paso importante y concreto que aporta claridad a un mundo impredecible y en rápida evolución. En tiempos tan turbulentos, la falta de preparación no es una opción.

Mantener la cohesión y hacer realidad la visión “Hecho en Europa” requiere una unidad práctica: construir una infraestructura de defensa que sea indispensable para los Estados miembros. 

SAFE reduce el incentivo para la fragmentación política o para que los Estados miembros se inclinen hacia adversarios geopolíticos, estableciendo una arquitectura de defensa europea sólida y eficaz. 

Para Türkiye, el reglamento esboza tanto las oportunidades como los obstáculos para su participación. La participación en los proyectos SAFE será posible si Ankara y Bruselas logran ubicarse en la misma página.

Por muy complejos que sean los lazos, no hay dudas de que la relación entre la UE y Türkiye es única y mutuamente necesaria. 

Con un compromiso pragmático y políticas basadas en la empatía y el realismo, ambas partes podrían facilitar una estrategia de seguridad global más estable y eficaz.


FUENTE:TRT Español y agencias
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