Cuando me enteré de la detención de Rumeysa Ozturk, estudiante turca de doctorado en la Universidad de Tufts, a manos de agentes enmascarados en Massachusetts, no pude evitar sentirme identificado por el perfilamiento del que ella fue víctima.
En un impactante video que circuló en redes, se ve cómo agentes del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas de Estados Unidos la arrestaron, mientras gritaba de susto fuera de su casa en Somerville, un suburbio de Boston.
En el video, una persona en la calle les grita: "¿Quiénes son? No parecen policías. ¿Por qué esconden sus caras?” La escena parecía más un secuestro que un arresto. A un espectador latinoamericano puede recordarle los tiempos más oscuros de las dictaduras.
Antes de su arresto, Ozturk fue registrada en Canary Mission un sitio web proisraelí que señala a estudiantes y activistas propalestinos. En 2017, yo viví una experiencia similar al ser perfilado allí por mi rol en el movimiento estudiantil en solidaridad con Palestina.
La Embajada de Türkiye en Washington y los Consulados Generales correspondientes están brindando todo tipo de servicios consulares y apoyo legal a Rumeysa Ozturk, según informó el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores.
El objetivo declarado de la plataforma es “exponer” activistas que "promueven el odio de los Estados Unidos e Israel” pero después de una mirada es claro que su verdadera meta es difamar a cualquier persona que se atreve a criticar Israel o el genocidio en Gaza.
Canary Mission incita el miedo y hostiga a activistas poniendo sus fotos y redes sociales en una lista que amenaza destruir su reputación a través de falsas acusaciones.
El perfil que crearon sobre mí, que era de casi 20 páginas, me acusaba de "promover odio” por abogar que mi entonces universidad, la Universidad Estatal de Ohio, debería desinvertir fondos en empresas que apoyaban violaciones de derechos humanos en los territorios ocupados de Palestina. Me acusaba de apoyar grupos terroristas por el simple hecho de mostrar solidaridad en redes sociales con presos políticos palestinos.
Poco después de aparecer en el sitio, fui sujeto a varios ataques de trolls en Twitter donde varias cuentas me amenazaron, me acusaron de ser un simpatizante de terroristas, y pidieron mi expulsión de la universidad donde estaba cursando la maestría. Por temor, cambié mi usuario y los ajustes de privacidad en todas mis redes sociales.
No me arrepiento de nada de lo que dije en solidaridad con Palestina pero igualmente el hecho de que estaba en la lista me causaba terror psicológico cuando estaba solicitando trabajo. No sabía si iba a obstaculizar mi búsqueda o no pero me hacía cuestionar si cada rechazo era un resultado de la lista o no.
Creo que mi experiencia fue bastante leve considerando que un conocido fue interrogado por migraciones en un país latinoamericano por estar en la lista y algunos conocidos palestinos fueron rechazados en la frontera de Cisjordania ocupada, dejándolos sin la oportunidad de regresar a su patria y visitar a sus familiares.
El atemorizante rol de Canary Mission
La lista usa tácticas macartistas para incitar miedo a los activistas perfilados a través de la práctica de “doxxing”, que expone información personal para instigar ataques de trolls en el internet e incluso hostigamiento en la vida real. Canary Mission muestra su participación en eventos en solidaridad con Palestina, acusando a los participantes de apoyar "terrorismo” sin evidencia.
Según un reporte del peridioco estadounidense The Nation, Canary Mission está financiado por una red oscura de multimillonarios sionistas y ultraderechistas, algunos incluso son donantes del presidente Trump y el Partido Republicano. La página también tiene nexos con el Ministerio de Asuntos Estratégicos de Israel, formando parte de la amplia maquinaria del espionaje israelí dentro de Estados Unidos. La misma maquinaria que apoya a grupos estudiantiles proisraelíes que hostigan activistas y promueven la desinformación dentro de las universidades.
Aunque es obvio que el sitio tiene un sesgo pro-Israel y derechista, puede servir para disaudir universidades o potenciales empleadores de no contratar a las personas en la lista. El solo hecho de que uno esté en la lista puede causar alarma y hace que uno cuestione todas las decisiones. Uno se queda con la pregunta: “¿Será que no recibí este trabajo por mi perfil? ¿Será que no recibí la beca por eso?”. El sitio hace que uno dude de todo.
Ahora que la administración de Trump ha mostrado que usa el sitio para reprimir la libertad de expresión y moldear su política migratoria, queda en evidencia que todos y todas los que estamos en la lista estamos potencialmente amenazados.
Parece que la lógica maniqueísta de represión que los Estados Unidos ha promovido en el extranjero, está volviendo a definir la política doméstica dentro del país. Temo que casos como el de Ozturk sean un precedente que afecte a todos aquellos que muestran solidaridad e incluso los que se opongan a otras políticas autoritarias de Trump. Un precedente que quizás podría amenazar no solamente a migrantes sino a ciudadanos estadounidenses.