¿Funciona el boicot a Israel? Lecciones del día en que el sionismo vetó a México
AMÉRICA LATINA
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¿Funciona el boicot a Israel? Lecciones del día en que el sionismo vetó a MéxicoHace 50 años, judíos estadounidenses enfurecidos por un voto de México en la ONU, desplegaron un boicot que obligó al país a modificar su postura. Un antecedente poco conocido para un debate actual.
El presidente de México, Luis Echeverría, en 1974.
18 de marzo de 2025

Un debate internacional pone en tela de juicio la eficacia del Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS), el movimiento global contra empresas que proporcionan apoyo financiero y cobertura a Israel y a su ocupación ilegal de Palestina. La pregunta concreta es: ¿la toma de decisiones conscientes como consumidor se traduce en un cambio real de política corporativa e incluso política?

Los detractores dirán que no, alegando que equivale a poco más que antisemitismo. Otros creen que es una forma legal y legítima de alzar la voz individual frente al apartheid estatal y todos sus patrocinadores internacionales.

Los sionistas, sin embargo, temen al BDS porque saben que funciona. Hace 50 años, utilizaron esta misma táctica de boicot para obligar a un país entero a dar marcha atrás en su política exterior, acabar con la carrera de un ministro de Relaciones Exteriores latinoamericano y cancelar una votación de las Naciones Unidas. Y tuvieron éxito. 

La historia de aquella votación, hace medio siglo, refleja la eficacia de un método de presión que aún hoy tiene vigencia. 

Una votación de la ONU sobre el sionismo

El 10 de noviembre de 1975, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó una resolución donde equiparaba el sionismo con el apartheid sudafricano y, por ende, con el “racismo y la discriminación racial”. 

A pesar de que la declaración 3379 de la ONU no era vinculante, Israel la vio como una amenaza para la reputación de su ideología fundacional. Es decir, el voto a favor de la resolución constituía un voto en contra de Tel Aviv. 

La votación fue de 72 votos a favor, 35 en contra y 32 abstenciones. Entre quienes votaron a favor estaba México, un país con políticas tradicionalmente amistosas con Israel.

En aquel entonces, Israel era un socio comercial para México, hogar de una comunidad judía mexicana adinerada y un destino turístico clave para cientos de miles de judíos estadounidenses. ¿Por qué México eligió una postura enfrentada a una estrecha relación diplomática?

“Uno tiene que saber que el entonces presidente de México, Luis Echeverría, era de izquierda”, explica a TRT Español, Gabriela De la Paz, periodista, académica y experta en relaciones internacionales. “Quería demostrar que no era un títere ni dependía de Estados Unidos”.  

Parte de su giro hacia la izquierda fue cortejar a naciones ideológicamente alejadas del eje estadounidense. “Lanzó una gira por la Unión Soviética y por los países de la cortina de hierro, con la idea de firmar acuerdos comerciales que no funcionarían nunca”, añade De la Paz. 

Echeverría buscó particularmente alianzas con el mundo árabe. Visitó cinco naciones árabes, y en agosto de 1975 propuso su sistema económico del Tercer Mundo durante un discurso en Alejandría, Egipto. 

Ese mismo año, el presidente dio luz verde a la apertura de la primera oficina latinoamericana de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) en Ciudad de México. Pero el voto mexicano a favor de una resolución de la ONU que equiparaba el sionismo con el “racismo y la discriminación racial”, fue demasiado para Israel.

La ira reflejada en boicot turístico

La ira de los judíos estadounidenses ante la votación fue rápida e intensa. Provocó un movimiento de base entre la comunidad en EE.UU. que rápidamente se convirtió en un boicot a los destinos turísticos de México.

“La reacción negativa realmente empezó en Estados Unidos por la comunidad judía sionista en Estados Unidos, y no por parte de Israel”, observa De la Paz.

Fue un mal momento para una disputa diplomática, pues justo llegaba la temporada de vacaciones de invierno que comprende las seis semanas alrededor de Navidad, un período de turismo muy rentable para México. A mediados de 1970, como hoy, la industria del turismo era una de sus principales fuentes de ingresos. 

En aquel entonces, unos 3,3 millones de visitantes llegaban a México cada año para contribuir con 2.500 millones de dólares a la economía del país. Y, según funcionarios turísticos mexicanos de ese momento, la mayoría de los visitantes estadounidenses en vacaciones eran judíos

La reacción entre los judíos estadounidenses después de la votación del 10 de noviembre fue implacable. Los medios informaron que el Departamento de Estado de EE.UU. se vio inundado de llamadas de ciudadanos estadounidenses que prometían no volver a visitar México nunca más. 

Lo mismo ocurrió en la embajada de México en Washington y los consulados de todo el país que recibieron llamadas telefónicas y cartas de enojo  En Nueva York, cientos de personas se manifestaron frente a la ONU.

Un artículo del diario The New York Times de la época afirmaba que la respuesta no sólo fue masiva, sino que fue en gran medida independiente y tomó al poder por sorpresa.

"¡No tuvimos nada que ver con eso!", dijo un diplomático israelí, entrevistado por The New York Times en 1976. Will Maslow, entonces asesor general del Congreso Judío Estadounidense, afirmó que el boicot “no fue un esfuerzo organizado de manera central”.

El golpe al turismo de México

A finales del mismo mes en que México dio su voto en la ONU en 1975, el sector turístico del país entró en pánico. Viajeros judíos cancelaban en masa sus reservas de hotel en el país y alimentaban el miedo entre expertos de la industria de servicios. 

El 23 de noviembre, 46 judíos estadounidenses pagaron un anuncio en el periodico The New York Times donde advertían que “México se había convertido en un lugar menos deseable para visitar o hacer negocios”. Y  alentaba a quien planeaba vacacionar en México, ir “a otro lugar”. 

Para diciembre de 1975, el sector de servicios del país se veía afectado ante un aluvión de miles de viajes cancelados, la suspensión de dos importantes convenciones, y la anulación de todos los viajes a México previstos para el año siguiente por parte de organizaciones judías con sede en Estados Unidos.

En una semana, según la Asociación Mexicana de Hoteles, se cancelaron reservas en 30.000 habitaciones

Quince días después, se cancelaron otras 120.000 habitaciones en la Ciudad de México y Acapulco, mientras que centros turísticos como Guadalajara, Puerto Vallarta y Cuernavaca informaron de vacantes sin precedentes en el pico de la temporada navideña. 

En 1975, el boicot redujo casi el 25% de los ingresos del sector turístico de México.

Una victoria sionista

La presidencia de Luis Echeverría, ante la crisis turística, envió al expresidente Miguel Alemán a Nueva York para convencer a la élite empresarial judía de levantar el boicot. Sin embargo, su explicación sobre el voto en la ONU como un “malentendido” no fue aceptada.

Echeverría fingió indiferencia. “El boicot que pretenden llevar a cabo grupos judíos en Estados Unidos contra nuestro país no va a perjudicar nuestra economía”, declaró el presidente al periódico mexicano El Excélsior. 

En privado, sin embargo, entró en pánico. Envió a su secretario de Relaciones Exteriores, Emilio Rabasa, a Tel Aviv para reunirse con su homólogo israelí Yigal Allon. Rabasa declaró que “el sionismo era honorable” y que los malentendidos habían quedado atrás, pero esto no bastó. La comunidad judía exigió una retractación total.

Días después, al fin, Echeverría cumplió con la exigencia y retiró el voto de México en la ONU. Luego, en un almuerzo con delegaciones judías, afirmó que México nunca quiso asociar sionismo con racismo. Los asistentes prometieron transmitir el mensaje y fomentar el fin del boicot.

Medio siglo después

Medio siglo pasó desde este evento que implicó una victoria sionista y una humillación mexicana. Pero en este episodio abundan las lecciones para el mundo actual.

“El valor del BDS es doble: primero, une a personas con ideas afines en torno a una misma causa, y segundo, deslegitima a Israel", dice Samar Jarrah a TRT Español, autora y presentadora de radio palestino-estadounidense . “El hecho de que en la mente de la gente el BDS esté vinculado a la lucha contra un sistema de apartheid y que ese sistema esté profundamente vinculado a la injusticia es una forma de deslegitimar a Israel”.

¿Qué mejor prueba del poder del BDS que recordar cómo un boicot de 50 años atrás, logró revertir la política exterior de México y obligar a su presidente a desdecirse ante el mundo?

Una lección que, a medio siglo de distancia, sigue demostrando que el boicot es un arma con más alcance del que imaginamos.


FUENTE:TRT Español
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