Un siglo marcado por la sangre: La sombra de un nuevo "Sykes-Picot" en Oriente Medio
TÜRKİYE
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Un siglo marcado por la sangre: La sombra de un nuevo "Sykes-Picot" en Oriente MedioEl presidente Erdogan advirtió sobre un "nuevo Sykes-Picot" que está transformando la región a través de la guerra y la división, y llamó a la unidad y a la resistencia a las fronteras impuestas por extranjeros ante los continuos ataques de Israel.
“No permitiremos la creación de un nuevo arreglo Sykes-Picot en nuestra región, uno en el que las fronteras se redibujen con sangre” / TRT Global
hace 6 horas

“No permitiremos la creación de un nuevo arreglo Sykes-Picot en nuestra región, uno en el que las fronteras se redibujen con sangre”, declaró el presidente de Türkiye, Recep Tayyip Erdogan, durante la 51ª Sesión del Consejo de Ministros de Relaciones Exteriores de la Organización para la Cooperación Islámica (OCI), celebrada el sábado en Estambul. 

Así, lanzó su advertencia contra el resurgimiento de ambiciones coloniales en Oriente Medio, condenando lo que calificó como intentos de imponer un “nuevo orden Sykes-Picot” en la región.

Su declaración hizo referencia a uno de los episodios diplomáticos más controvertidos del siglo XX: el Acuerdo Sykes-Picot, un pacto secreto entre Gran Bretaña y Francia durante la Primera Guerra Mundial que dividió los territorios árabes del Imperio Otomano en esferas de influencia imperial.

Aunque el acuerdo nunca se concretó totalmente en su forma original, sus consecuencias —fronteras artificiales, gobernanza impuesta desde el exterior y división sectaria— siguen repercutiendo en el Oriente Medio actual.

La referencia de Erdogan al pacto centenario no fue meramente simbólica: fue una advertencia ante los intentos actuales de redibujar la región mediante la guerra y la geopolítica del poder.


Una advertencia en medio del caos regional


El discurso de Erdogan se dio en medio de la catástrofe humanitaria en Gaza, donde más de 55.000 palestinos —casi dos tercios mujeres y niños— han sido asesinados en ataques israelíes, y 128.000 más han resultado heridos.

“Dos millones de nuestros hermanos y hermanas en Gaza se aferran a la vida bajo condiciones inhumanas desde hace 21 meses”, dijo Erdogan ante los ministros de Relaciones Exteriores presentes.

El líder turco extendió su condena más allá de Gaza, denunciando las operaciones militares israelíes en Líbano, Siria, Yemen e Irán como “actos de bandidaje”.

Describió al gobierno del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, como la principal amenaza para la paz regional, e hizo un llamado al mundo musulmán para ir más allá de los gestos simbólicos y adoptar una postura estratégica unificada frente a la agresión continua.

“Debemos demostrar una solidaridad más fuerte —no solo para poner fin a las atrocidades en Gaza, sino también para enfrentar las acciones temerarias de Israel en Siria, Líbano e Irán”, afirmó Erdogan.

“En una era de política frágil y realineamientos, la unidad entre las naciones islámicas no es una opción: es una necesidad”.

El legado de Sykes-Picot


Para comprender la advertencia del presidente Erdogan, es necesario revisar la historia a la que hizo alusión.

El Acuerdo Sykes-Picot, firmado en 1916 por el diplomático británico Mark Sykes y su homólogo francés François Georges-Picot, dividió el Imperio Otomano en zonas de control británico y francés sin considerar las realidades étnicas, tribales o religiosas de los pueblos que vivían allí.

El historiador y rector de la Universidad Nacional de Defensa, el profesor Erhan Afyoncu, dijo a TRT World que el pacto no fue elaborado en espíritu de paz o justicia, sino para satisfacer las ambiciones imperiales de las potencias europeas.

“Siempre tuvieron los ojos puestos en Oriente Medio”, afirmó Afyoncu. “Con la retirada forzada del Imperio Otomano tras la Primera Guerra Mundial, la región no ha conocido más que guerra, inestabilidad y dolor”.

Relató cómo Gran Bretaña, ya en control de Egipto, buscaba expandirse hacia el Levante y Mesopotamia, mientras que Francia ambicionaba la Gran Siria, incluyendo el actual Líbano.

El acuerdo dio a Francia el control de Siria, Líbano, Adana y Mersin, mientras que Gran Bretaña reclamó Irak y Palestina, con zonas adicionales de influencia desde Accra hasta Kirkuk.

“Era un mapa dibujado en la arena”, dice Afyoncu, citando al historiador británico James Barr, “y como las fronteras coloniales trazadas en África, ignoraba la geografía humana de la región”.

El pacto se volvió aún más complejo cuando el ministro de Exteriores ruso Sergey Sazanov se sumó mediante la extensión Sazanov–Sykes–Picot, reclamando partes del noreste de Anatolia —Erzurum, Trabzon, Van y Bitlis—, asegurando así que tres potencias imperiales se repartieran los restos del Imperio Otomano.

Afyoncu subrayó que ahí se sembraron las semillas de la violencia futura: “Han pasado más de cien años y las lágrimas no se han detenido. Las consecuencias de estas decisiones imperiales siguen con nosotros, especialmente en Palestina, donde la incapacidad de frenar la opresión israelí ha derivado en la masacre de miles”.


Un llamado contra la repetición colonial


El embajador de Estados Unidos en Türkiye y representante especial para Siria, Tom Barrack, se sumó recientemente a esta crítica histórica, condenando la misma lógica que animó el acuerdo Sykes-Picot.

“Occidente, hace cien años, impuso mapas, mandatos, fronteras artificiales y dominio extranjero”, declaró Barrack en Ankara. “Sykes-Picot dividió Siria —y la región en general— no por paz, sino por lucro imperial. Ese error le costó generaciones. No lo repetiremos”.

Barrack reafirmó la oposición de Washington a cualquier intento moderno de dividir Siria o redibujar las fronteras en Oriente Medio.

En cambio, aseguró que EE.UU. busca construir alianzas con Türkiye, los países del Golfo y Europa para buscar la paz y la estabilidad de forma conjunta.


Una región aún marcada


A pesar de haber transcurrido más de un siglo, Oriente Medio sigue atrapado por las consecuencias de aquel fatídico acuerdo secreto.

Las líneas trazadas por diplomáticos británicos y franceses sobre los mapas del desierto delinean hoy las zonas de conflicto y las identidades fragmentadas. Las tierras que alguna vez formaron parte del Imperio Otomano y fueron divididas sin consentimiento siguen siendo políticamente inestables y socialmente heridas.

Al invocar el Acuerdo Sykes-Picot, el presidente Erdogan no solo está haciendo una referencia histórica, sino lanzando una advertencia geopolítica: que sin unidad y resistencia ante la manipulación externa, el mundo musulmán corre el riesgo de revivir su pasado más doloroso.

A la sombra de la devastación en Gaza y bajo la presión de nuevas tensiones regionales, el llamado de Erdogan a la solidaridad resuena como súplica y desafío, instando a las naciones musulmanas a reconocer que la batalla por la soberanía política y la justicia humanitaria en Oriente Medio aún no ha terminado, y que su desenlace podría definir el próximo siglo.

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