Cuando el abuelo del músico argentino Miguel Ángel Estrella llegó desde Líbano al Hotel de Inmigrantes de Buenos Aires, uno de los oficiales le preguntó por su nombre y apellido. El recién llegado miró al cielo y señaló con insistencia hacia arriba, hacia las estrellas: su apellido era najem, que significa estrella en árabe.
En la primera mitad del siglo XX, los funcionarios argentinos no solían ocultar su racismo hacia las olas migratorias que provenían del sur y del este de Europa, así como de Oriente Medio. Ese día no fue la excepción: comprendieron el gesto y, sin más, rebautizaron a esa familia con el apellido Estrella. “Pónganle Estrella a estos turcos de mi****”, ordenó un funcionario haciendo gala de su prepotencia e ignorancia.
Miguel Ángel Estrella nació en 1940 en San Miguel de Tucumán, donde se radicó su familia. Su padre, Pedro Estrella, decidió de adulto adoptar el nombre Omar, en honor al astrónomo, matemático y poeta persa Omar Jayam. Omar Estrella solía conversar en la mesa familiar acerca de la injusta Resolución de la ONU sobre la partición de Palestina de 1947 y profesaba una gran admiración por Yasser Arafat, líder de la Revolución Palestina, que buscaba poner fin a esa injusticia, y quien varias décadas más tarde tendría una profunda amistad con su hijo, Miguel Ángel.
El piano de juguete que reflejaría su destino
De niño, Miguel Ángel se había enamorado de Eva Perón en el cine. De origen humilde, Evita se había hecho un lugar en el mundo como actriz, y su fama se catapultó cuando ingresó a la política de la mano de Juan Domingo Perón.
En la década de 1940, se transformaría en una de las figuras centrales de la política argentina gracias a la intensa actividad social que coordinaba desde su fundación para asistir a los más necesitados. Evita se convirtió en la abanderada de los humildes, porque no se encargaba sólo de sus urgencias sino de restituirles su dignidad.
Miguel la conoció personalmente, en una visita que hizo Evita a Tucumán para inaugurar un Hogar Escuela. Para el Día de Reyes, recibió, como otros niños, regalos de la Fundación Eva Perón. Le tocó en suerte un pianito de juguete. Ese obsequio prefiguró su destino de militante inclaudicable y de pianista excelso, que tocaría para las audiencias más encumbradas y también para los desposeídos.
Su condición de pianista consagrado –grabó más de 20 discos de música clásica y folclórica latinoamericana, fue nombrado Caballero de la Legión de Honor por parte del gobierno francés y obtuvo un Doctorado Honoris causa por la Universidad Nacional de Tucumán– le permitía viajar por el mundo. Entonces aprovechaba para ser correo de organizaciones de la resistencia peronista a principios de la década de 1970. Mantuvo una relación personal con el expresidente Juan Domingo Perón, a quien visitaba en España mientras estaba exiliado, y con quien conversaba por teléfono regularmente desde Francia.
Exilio y prisión
En 1973, Perón regresó a su país luego de 18 años de exilio y proscripción. Al año murió y las luchas intestinas en el movimiento precipitaron la caída del gobierno, que fue derrocado por un golpe militar en 1976. La dictadura no le perdonaría a Estrella su vínculo con las organizaciones peronistas, y tuvo que exiliarse. Al poco tiempo, fue secuestrado en Montevideo, torturado y mantenido en cautiverio durante más de dos años en Uruguay, en el marco del Plan Cóndor.
Según consigna Pablo Robledo en su libro “Montoneros y Palestina. De la revolución a la dictadura”, un parte del Servicio de Información de Defensa uruguayo elevó a la Junta de Comandantes una lista de extranjeros requeridos, a los que se describía como terroristas internacionales presuntamente vinculados a organizaciones palestinas. Muchos de los miembros de esa lista habían firmado una solicitada en el diario Clarín reclamando por los derechos del pueblo palestino. La mayoría de ellos fueron asesinados.
Estrella fue salvajemente torturado en una vivienda clandestina en la zona del Aeropuerto de la capital uruguaya. Lo colgaron de una roldana y lo sometieron a varias sesiones con picana eléctrica. Ya recluido en el centro penitenciario Libertad, las torturas empeoraron: en varias entrevistas, Estrella relató que durante seis días le ataban las manos a la espalda y simulaban cortárselas con una sierra eléctrica.
Hubo una campaña internacional pidiendo por su liberación que involucró a artistas y personalidades destacadas de todo el mundo. Hasta la reina de Inglaterra, que era su admiradora, le hizo llegar un piano al penal. Sin embargo, los guardias que lo amenazaban con cortar sus manos no le permitían tocarlo.
Música, esperanza y paz
Para Estrella, la música era un modo de defender y elevar la dignidad humana. Luego de salvar su vida, resolvió que la opción por los pobres era un mandato. Y se juró hacer música contra la violencia, la tortura y las discriminaciones. Por eso fundó en 1982 el movimiento internacional Música Esperanza, reconocido por la Unesco, organismo del cual sería designado embajador argentino entre 2003 y 2016.
Música Esperanza llegó a tener 30 programas y creó centenares de orquestas en barrios de toda la Argentina. Se trataba de llevar la música clásica a los sectores más postergados. Y así fue que realizó varios conciertos, como el de 2004, en la popular Villa 31 de Buenos Aires, cuyos habitantes escucharon por primera vez composiciones clásicas de notables maestros, incluido el propio Miguel Ángel Estrella.
Sin dudas, una de sus iniciativas fundamentales de militancia artística y política fue la creación de la Orquesta de la Paz, integrada por músicos musulmanes, cristianos y judíos. Esta fue una iniciativa que le propuso directamente a Yasser Arafat, Itjak Rabin y Shimon Peres, en un almuerzo que compartieron luego de una premiación en la sede de la Unesco.
Arafat se mostró especialmente interesado, ya que hacia el año 2000 confiaba en que la creación de un Estado palestino era algo inminente, y que la formación de una orquesta en la que los hijos de Ibrahim-Abraham formaran una especie de familia musulmana, judía y cristiana, era un paso fundamental.
Según relata Robledo en su libro, Arafat le dijo a Estrella que estaba seguro que el argentino comprendía el sentir de los palestinos porque él mismo había estado preso ilegalmente y había sido torturado.
De allí en más, Estrella tocaría en honor a Yasser Arafat el día de su cumpleaños, y luego en cada aniversario de su muerte. La pieza elegida era una romanza sin palabras de Mendelssohn, que también haría sonar en sus innumerables conciertos en los Territorios Ocupados Palestinos, donde era cálidamente recibido por un público que le reconocía su militancia, y que también entiende a la música y a la poesía como formas de resistencia.
El Tribunal Russell
Luego de la Operación Plomo Fundido de 2008-2009, que inauguraba una serie de campañas de bombardeos sistemáticos sobre la población palestina de Gaza, que derivaría en el genocidio actual, se conformó el Tribunal Russell sobre Palestina. Se trata de una iniciativa ciudadana creada para defender los derechos del pueblo palestino, denunciar el incumplimiento de deberes de la comunidad internacional y su complicidad con la omisión de Israel a garantizar estos derechos, así como para apoyar a los activistas en Palestina, Israel y en todo el mundo que reclaman el ejercicio del derecho a la autodeterminación por parte de los palestinos.
Este Tribunal de Paz de Palestina busca, tal como lo hicieron sus predecesores en 1967 sobre Vietnam y en 1975 sobre Latinoamérica, impulsar la protesta popular contra el silencio y la pasividad de Occidente y otros países ante los crímenes de guerra, el apartheid y el sociocidio que se perpetran continuamente contra los palestinos y contra la impunidad de la que goza Israel.
Miguel Ángel Estrella integró este tribunal, que en 2010 señaló la complicidad e inacción de la Unión Europea en el apartheid contra los palestinos. Esto le valió la prohibición de volver a tocar en suelo Israelí.
El 7 de abril de 2022, el artista argentino falleció a los 81 años en París, donde residía desde hacía varias décadas. No caben dudas que su música seguirá sonando en los corazones de los condenados de la tierra, y que su memoria alimentará las esperanzas de aquellos que resisten al apartheid y al genocidio.