“Los Guerreros Buscadores de Jalisco están transmitiendo en vivo”, decía una notificación de Facebook en el ordenador de Ángel Ramírez, programador mexicano de 35 años. Era marzo de 2025. Dio clic al mensaje y se desplegaron imágenes de cientos de playeras, pantalones y zapatos desperdigados en lo que parecía ser una construcción abandonada. “Lamentablemente nos encontramos en un campo de adiestramiento en Teuchitlán. Les quitaban todo. Quizá venían con la ilusión de ser parte del cártel o simplemente de ganar bien”, decía una mujer en el video.
Lo que Ángel estaba viendo eran los hallazgos encontrados en el Rancho Izaguirre, un lugar que se convirtió en foco nacional en México tras el descubrimiento de un presunto centro de adiestramiento y exterminio operado por el Cártel Jalisco Nueva Generación. Hace poco más de un mes, el colectivo de buscadores ingresó al lugar, que había sido asegurado por la Guardia Nacional en septiembre de 2024 y encontró hornos clandestinos, fosas, restos óseos y más de 1.300 objetos personales, los cuales inexplicablemente no fueron localizados durante la inspección realizada por las autoridades meses atrás.
Las imágenes captadas en un poblado a pocos kilómetros de Guadalajara —capital de Jalisco y una de las ciudades más ricas de México— seguían emergiendo: una credencial de un tal Edgar Adrián Solís, biblias empolvadas en el suelo, una figura de la Santa Muerte. Decenas de maletas, mochilas, ropa, incertidumbre. De pronto, un cuaderno con una inquietante anotación: “Reclutas 74. 68. 59 hombres, 9 mujeres”.
Mientras tanto, cientos de personas conectadas a la transmisión pedían que se enfocaran prendas específicas y preguntaban por los estampados de las camisetas o las marcas de los zapatos. Intentaban reconocer algún objeto que pudiera ofrecerles una pista sobre el paradero de un familiar, que hoy forma parte de los más de 127.000 desaparecidos en el registro de la Secretaría de Gobernación del país.
Aprovechar la información
Ángel no lo pensó mucho y comenzó a desarrollar un algoritmo de visión por computadora para identificar desde el video los objetos que aparecían en la transmisión y así poder crear un catálogo que facilitara su reconocimiento. Al siguiente día, la Fiscalía de Jalisco compartió un listado de los objetos con más información y la usó para ofrecer más detalles en el inventario.
“Fue un buen trabajo el que hicieron, pero no era amigable para su consulta. Para poder ver las fotos de las prendas tenías que hacer clic en cada enlace y eso quitaba tiempo. Lo que las personas que buscan a sus seres queridos quieren ver es la imagen para confirmar si hay coincidencias”, relató a TRT Español Ángel, que también es sociólogo.
Así surgió el Catálogo de Indicios - Rancho Izaguirre Teuchitlán, Jalisco, web donde se pueden consultar las imágenes de 1.308 objetos encontrados en el centro de adiestramiento y exterminio. Cada foto incluye detalles como el tipo de artículo, color, marca, talla y observaciones que podrían ayudar a identificar si la prenda pertenece a un conocido o familiar.
“Fue aprovechar la información que ya había compartido la Fiscalía y mostrarla de otra manera para facilitarle la labor, aunque sea un poco, a los colectivos de buscadores”, comenta Ángel. “Los miembros de la sociedad que hacemos este tipo de esfuerzos no tenemos una lucha frontal contra las instituciones, entendemos que están rebasadas, pero necesitamos trabajar en conjunto con la sociedad civil, colectivos de buscadores y autoridades”.
A las autoridades “no les interesa”
En 2012, cuando su hermana Tania Contreras, de 18 años, desapareció en un municipio de Michoacán, Laura y su madre presentaron una denuncia en contra de dos personas, pero nunca pasó nada. La buscadora de 29 años relata que la Fiscalía municipal desatendió las denuncias y tuvieron que interponerlas nuevamente en 2014 ante la autoridad estatal. Poco después de que se giraron las órdenes de aprehensión los individuos fueron asesinados sin aclarar nada sobre el paradero de su hermana.
Así, buscando a Tania, nació la Asociación de Desaparecidos de la Costa y Feminicidios de Michoacán (DECOFEM), que, en 13 años, ha localizado alrededor de 100 fosas clandestinas y ha colaborado en búsquedas en Zacatecas, Nayarit, Colima, Guanajuato, Jalisco y la Ciudad de México.
Todo esto lo han logrado sin ayuda del gobierno y por eso a Laura le resulta casi imposible la cooperación con autoridades: “No les interesa. No quieren ni encontrar ni buscar a las personas. No solo pasó en el Rancho Izaguirre. Ha habido otros lugares en los que les decimos ‘aquí hay bastantes cuerpos’ y no van o van de manera muy esporádica, no se quedan hasta terminar. Lo que quieren es minimizar lo que está pasando y hacer ver que es exageración de otras personas”, apunta la ahora presidenta de DECOFEM.
Lo cierto es que en México la cifra de desaparecidos ha ido en aumento. Durante el gobierno de Andrés Manuel López Obrador (2018-2024), más de 50.000 personas desaparecieron, según datos del Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas (RNPDNO) reportados a finales de mayo de 2024. En lo que va de la administración de Claudia Sheinbaum, entre el 6 de noviembre de 2024 y el 21 de marzo de 2025, se abrieron 7.708 carpetas de investigación por desaparición.
A inicios de abril de, a raíz de los hallazgos en el Rancho Izaguirre, el gobierno mexicano declaró que en en el país no existe una cifra real de personas desaparecidas y que por eso han estado realizando reuniones con colectivos de buscadores para colaborar.
Laura desconfía. Ha constatado que existe una falta de comunicación entre las Fiscalías y está segura de que las cifras suelen estar maquilladas y de que existe un alto grado de complicidad entre los funcionarios y quienes las desaparecen. “Desde hace años hacemos su trabajo y dudo que eso vaya a cambiar. Lo que hemos logrado ha sido con ayuda de la sociedad”, asegura.
Es necesario tejer redes
Más allá de la información que les comparten, muchas veces de manera anónima, los esfuerzos que hacen personas como Ángel facilitan las cosas a los buscadores. Fue con esa base de datos que 43 compañeras de la DECOFEM encontraron coincidencias con artículos de sus familiares. A raíz de esto, la organización contactó a Ángel y con su ayuda están creando una web en la que se podrán consultar ubicación de fosas, hallazgos del colectivo e incluso una bitácora de campo.
Pero Ángel ha decidido ir más allá y en colaboración con siete colaboradores que lo contactaron luego de la publicación del catálogo, creó Tejer.red, una plataforma colaborativa de herramientas de código abierto que busca reunir a colectivos, voluntarios, organizaciones e instituciones para desarrollar soluciones tecnológicas. Entre las herramientas que ofrecerá destacan una bitácora de búsqueda para registrar el trabajo en campo, una consulta interactiva del registro de personas fallecidas sin identificar, y una cartografía semántica que visualiza patrones de desaparición en mapas interactivos.
“El futuro lo construimos todos con nuestras acciones en el presente por pequeñas que sean. Creo que una plataforma para documentar lo que han encontrado colectivos de todo el país para ellos será muy útil”, concluye Ángel. “Estamos viviendo una coyuntura muy trágica con la que todos nos debemos solidarizar. Así que están todos invitados, no importa su disciplina. Necesitamos tejer alianzas”.