En la ciudad de Lobos, a 100 km de Buenos Aires, en Argentina, hay un hombre que desde hace 40 años no paga una boleta de luz. No es porque tenga inmunidad o el Estado lo exima del gasto. No es tampoco porque sea un bandido que escapa de la ley. Es simplemente porque no consume luz eléctrica.
La suya puede parecer una casa como cualquier otra, excepto por un simple detalle que pasará inadvertido: la fachada es anaranjada, como un sol. Y, precisamente, quien vive allí, Armando Vallejo, es un hombre que se dedica al sol. O, mejor aún, a tomar energía de él.
Es uno de los pioneros en el uso de energía solar de Latinoamérica. Tiene 73 años y cuenta con un “showroom” en su casa donde muestra todos sus logros: aquí está la primera moto con energía solar. Más allá, la bicicleta. En otro cuarto, lleno de herramientas, descansa su automóvil solar cubierto con lona.
Y, si todo eso significa poco, el hombre muestra una carpeta con más hazañas y las notas de periódicos que atestiguan que, cuando nadie hablaba de energía solar en Latinoamérica, él ya estaba dando los primeros pasos luminosos y soleados.
El ingeniero que no es ingeniero y el encuentro cercano que despertó su interés
A decir verdad, no hay rastros solares en la historia de Vallejo. De joven, se dedicaba al reparto de alimentos: primero galletitas, y luego queso y huevos que trasladaba desde los campos de Lobos a la ciudad de Buenos Aires.
Y como las películas de ciencia ficción tuvo un episodio que lo cambiaría todo. Conducía por el campo antes del amanecer rumbo a una granja –tenía poco más de 20 años –cuando vio a pocos metros un destello. Pensó que había alguien soldando chapas. “¿Pero, a esta hora soldando chapas?”. Le pareció raro.
Cuando quiso acelerar, su auto se detuvo. Y lo que era, a primera vista, un herrero trabajando, resultó ser una pequeñísima nave de otro mundo.
“No me importa que me crean o no, pero esto fue lo que pasó”, atestigua. Lo que sucedió allí, Vallejo se lo llevará a su tumba. Pero jura que, desde aquel día, surgió el interés por desarrollar modelos para captar energía solar.
Si fuera un chiflado, la historia del contacto alienígena pasaría como un delirio. Sin embargo, a partir de entonces, fue un innovador en energías alternativas que acabó incluso captando la atención del expresidente ruso Mijail Gorbachov, y del entonces director de la NASA.
El camino solitario del precursor
Para los años 70, cuando inició el camino solar, no había ningún instituto en Latinoamérica que enseñara nada sobre energías alternativas. Vallejo, como todo precursor, emprendió el camino solitario de ser primero en su rubro: se apuntó en cursos postales de Institutos en Estados Unidos y en España, los únicos que, en esa época, enseñaban los rudimentos para aprovechar la energía solar.
En 1980, instaló su primer panel solar en una estancia en Roque Pérez, en la provincia de Buenos Aires. Para 1987, diseñó la primera cocina solar de Latinoamérica. Dos años más tarde, su primera moto solar, un modelo celeste bautizado Solartronix.
“Fue mi primer gran logro”, dice. “Llegaba a andar a 45 km por hora”. Para el 2000 llegó el catamarán solar –primero también de Latinoamérica–, y en 1992 el automóvil 100% solar, que alcanzaba 120 km por hora, y con 3 horas de autonomía de noche. Lo llamó: Juan Manuel Fangio, en honor al campeón histórico de automovilismo argentino.
En los 90, ganó una licitación en Argentina para construir la instalación energética de la residencia del entonces presidente Carlos Menem, en Anillaco, La Rioja. La primera residencia de un presidente en Latinoamérica a base de energía solar.
Y en 1994, aprovechando una visita a Buenos Aires del expresidente ruso Mijail Gorbachov, Vallejo se acercó a saludarlo y le mostró la carpeta con sus logros solares. “Yo sabía que Rusia era el país más desarrollado en concentración de energía parabólica, por eso me interesaba ese encuentro”, recuerda el hombre solar.
Estuvieron 15 minutos reunidos en el Hotel Hyatt. Al final, el expresidente le pasó el contacto de ingenieros de su país para intercambiar información. Y, antes de despedirse, lo alentó: “Véngase a Rusia”, le dijo. “Lo espero y seguimos conversando”.
Desde la década de 1990, Vallejo formó parte de la Asociación Argentina de Energía Solar, una pequeña agrupación de entusiastas como él que cada año organizaban congresos científicos con invitados de todo el mundo.
A uno de ellos llegó Bill Nelson, director de la NASA. Tras la ponencia, Vallejo se acercó y le contó sus logros solares –la moto, la residencia presidencial, una lancha, un catamarán, un automóvil, su propia casa 100% funcionando con energía alternativa–. El director estaba asombrado.
“Ingeniero”, le dijo Nelson. Vallejo se sintió avergonzado: “No soy ingeniero, lo hice todo como autodidacta. Yo amo esto”. Pero el director de la NASA siguió elogiándolo: “Sabe cuántos ingenieros hay en la NASA y no llegan a hacer ni un cuarto de lo que hizo usted”.
La energía del futuro
Vallejo es un convencido de que muchos de los problemas ambientales acabarían con un simple y profundo cambio energético.
“La energía solar es la energía del futuro”, asegura. “Es la energía de la vida. Toda la naturaleza se alimenta de esa fuente. Además, la energía solar es gratis, ilimitada y eterna. Pero, claro, hay intereses del mundo petrolero que no les conviene que esto se masifique”.
Si bien admite que nunca tuvo presiones ni amenazas, sabe de colegas cercanos que les han dicho que, si continuaban con sus emprendimientos solares en serie, iban a poner en riesgo su vida. “Pero gracias a Dios”, dice él, “en 40 años en esto nunca me pasó nada”.
Haya o no presiones, haya o no intereses que busquen obstaculizar las energías alternativas, Vallejo está convencido de que tarde o temprano el sol ganará la batalla.
“¿A quién le cabe alguna duda? La energía solar va a dominar el mundo”, dice. “Y así nuestra vida va a ser más limpia y más sana. Y, por supuesto, más barata. Mi casa que funciona hace 40 años a base de energía solar, es la prueba de que esto funciona”.
Las baterías que vienen
Hasta hace poco, el gran desafío y obstáculo del desarrollo solar era la vida útil de las baterías. “Pero eso ahora acaba de dar un giro. Ya existen baterías que son una aleación de materiales hechos en China, que duran 4 veces más que las baterías de litio y son cuatro veces más baratas y, además, tienen garantía de 100 años”, se entusiasma Vallejo que espera que, en la Argentina, acaben las barreras comerciales para importar esos equipos.
“El mundo ya se está volcando a la energía solar. En Japón hay 2.600 empresas que funcionan a base de energías alternativas”.
Desgraciadamente, Argentina aún está lejos de adoptar la energía solar. Vallejo, un precursor en la materia, sufre como todo aquel que no es profeta en su tierra. Sin embargo, se esperanza con pequeños logros. Como un pedido que, espera, le llegue en el 2025. Un robot que corta el césped. Y, por supuesto, lo hará a puro sol.