AMÉRICA LATINA
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Periodistas en Haití esquivan las balas y la censura para cubrir la violencia sin precedentes
Usar un chaleco antibalas con la palabra “PRENSA” es ahora una peligrosa decisión en Haití. Lo que solía servir como un escudo simbólico y físico se ha convertido en un objetivo.
Periodistas en Haití esquivan las balas y la censura para cubrir la violencia sin precedentes
La esposa de un periodista que sufrió un disparo durante un ataque de una pandilla armada en el Hospital General llora mientras llega una ambulancia con su cuerpo en Puerto Príncipe, Haití, el 24 de diciembre de 2024. / AP
4 de abril de 2025

Jean-Jacques Asperges disfrutaba poder volver a casa tras sus largas jornadas de trabajo en una estación de radio en Haití, uno de los lugares más peligrosos del mundo para los periodistas.

Tenía un techo y cuatro paredes para protegerse, pero la violencia de las pandillas lo obligaron a él y a su familia a huir de su hogar dos veces.

Ahora, Asperges, de 58 años, su esposa y sus dos hijos tienen que dormir en el suelo de un refugio improvisado, sucio y abarrotado, junto a otros miles de haitianos que también quedaron sin hogar debido a la violencia de las pandillas.

“Aquí caen balas todo el tiempo”, señala.

Luego de haber perdido todo su equipo de trabajo, Asperges depende completamente de su teléfono. Aún así no se desanima, al igual que decenas de otros periodistas en Haití quienes sufren ataques como nunca antes. Esquivan balas, desafían la censura y dejan de lado sus problemas personales al documentar la caída de la capital de Haití y el aumento de la violencia atribuida a poderosas pandillas que controlan el 85% de Puerto Príncipe.

Solo en marzo, pandillas fuertemente armadas atacaron al menos tres estaciones de televisión y radio. Dos de los edificios ya estaban abandonados debido a episodios anteriores de violencia, pero los hombres armados robaron los equipos que habían quedado

“Es un mensaje: ‘No operas sin nuestro permiso, y no operas en absoluto en nuestro territorio’”, comentó David C. Adams, experto en temas de libertad de prensa en Haití.

Las pandillas enviaron un mensaje aún más letal en la víspera de Navidad, cuando dispararon contra periodistas que cubrían la fallida reapertura del hospital público más grande de Haití, al señalar que no habían autorizado que se reanudara el funcionamiento de dicha instalación médica.

Dos periodistas fueron asesinados y al menos otros siete resultaron heridos, incluido Asperges, quien recibió un disparo en el estómago. Se trata del peor ataque contra reporteros en la historia reciente de Haití.

“Todos están amenazados. Todos están bajo presión”, expresó Max Chauvet, director de operaciones de Le Nouvelliste, el periódico independiente más antiguo de Haití.

“Te sientes en peligro haciendo tu trabajo”

Usar un chaleco antibalas con la palabra “PRENSA” es ahora una peligrosa decisión en Haití. Lo que solía servir como un escudo simbólico y físico se ha convertido en un objetivo.

Al menos 10 periodistas que cubrían una protesta masiva en marzo fueron atacados, entre ellos Jephte Bazil, un videógrafo que dirige su propia empresa de medios, Machann Zen Haïti.

Se abría paso entre una protesta en el barrio de Canapé-Vert de Puerto Príncipe cuando tres hombres vestidos de negro y con el rostro cubierto lo llamaron.

“¿Qué demonios estás haciendo por aquí?”, dice que le preguntaron.

Registraron su bolsa, le quitaron el celular y le exigieron múltiples formas de identificación. Bazil sólo entregó su pasaporte, manteniendo su credencial de identificación oculta porque indicaba que era de Martissant, una comunidad que las pandillas tomaron hace varios años. Tenía mucho miedo de mostrarla y posiblemente ser acusado de ser miembro de una pandilla o simpatizante.

“Creo que podrían haberme matado”, comenta Bazil.

Después de un interrogatorio que duró al menos media hora, Bazil relató que los hombres lo liberaron. Cuando se alejaba, uno lo siguió con un machete para ver si se dirigía a donde había dicho que iba.

Una vez que llegó a su destino, Bazil dijo que el hombre le reveló: “Si hubieras tomado cualquier otro rumbo, te habría... cortado la cabeza”.

No era la primera vez que Bazil temía por su vida. Resultó herido en el ataque al hospital en diciembre, y en febrero, cuando cubría un enfrentamiento entre policías y pandilleros, su motocicleta fue impactada por disparos, pero él salió ileso.

“Los periodistas son objetivos ahora, ya sea de la policía o de las pandillas”, sostuvo.

Atrapados entre las pandillas armadas y la desconfianza pública

Los haitianos desconfían cada vez más de los medios de comunicación, acusando a los periodistas locales de trabajar para las pandillas. Mientras tanto, los miembros de las pandillas han recurrido a las redes sociales para amenazar a los periodistas.

Un líder de pandilla dijo que secuestraría a reporteros de radio y se aseguraría de que nunca vuelvan a hablar frente a un micrófono, mientras que otro amenazó a un presentador de un programa de entrevistas que vive fuera de Haití, diciendo que, si alguna vez ponía un pie en el país, será la última vez que lo haría.

Como resultado, el Colectivo de Medios en Línea de Haití ha aconsejado que los periodistas no cubran incidentes que involucren a grupos armados.

“Las víctimas no son solo los periodistas, también es la libertad de prensa en sí misma”, manifestó Obest Dimanche, portavoz del colectivo.

Sin embargo, debido a los ataques persistentes de pandillas fuertemente armadas en la capital y otros lugares de Haití, la mayoría de los periodistas ignoran ese consejo.

Viajan en grupos y se desplazan en motocicletas por los barrios montañosos de Puerto Príncipe, agachándose al unísono cuando hay disparos. Al final del día, se comunican entre ellos para asegurarse de que todos hayan regresado a salvo a casa. Aquellos que perdieron sus hogares debido a la violencia de las pandillas, como Asperges, regresan a un refugio mientras otros duermen en el suelo de su empresa de medios.

“Te sientes en peligro haciendo tu trabajo”, afirmó Jean Daniel Sénat, periodista de Le Nouvelliste y la estación de radio Magik9.

También lamentó cómo los periodistas ya no tienen acceso a muchos barrios de la capital debido a la violencia de las pandillas. “Si no puedes hablar con la gente... no podrás informar”, subrayó.

La violencia también ha obligado a las empresas de medios a cerrar, despedir a reporteros o dejar de imprimir, como fue el caso de Le Nouvelliste cuando hombres armados atacaron y ocuparon sus oficinas el año pasado. Desde entonces, el periódico ha operado únicamente en línea.

Asesinatos e impunidad

El 13 de marzo, el primer ministro de Haití condenó el ataque al edificio que una vez albergó Radio et Télévision Caraïbes, la estación de radio más antigua del país, y prometió proteger las instituciones de medios.

Ubicada en la Rue Chavannes, la antigua sede de la estación fue considerada un “monumento patrimonial”, comentó el periodista Richecarde Célestin, quien trabaja para este medio.

Fundada en 1949, la estación ha informado sobre la tumultuosa historia de Haití: sus golpes de Estado, dictaduras y primeras elecciones democráticas.

Al ser considerada una de las estaciones de radio más influyentes de Haití, fue un golpe para muchos ver humo y llamas saliendo de su sede.

“Todo empleado tiene una historia sobre ese lugar”, expresó el periodista Dénel Sainton, quien describió la antigua sede como el “alma” de Radio et Télévision Caraïbes, que se ha visto obligada a mudarse dos veces debido a la violencia de las pandillas.

También fueron atacadas esa semana la estación de radio Mélodie FM y el canal de televisión Télé Pluriel.

“Lo que estamos viendo ahora, una especie de ataque generalizado a los medios, es diferente”, destacó Adams, el experto en temas de libertad de prensa en Haití. “En los viejos tiempos, se atacaba a periodistas de forma individual”.

Según la UNESCO, se reportó el asesinato de al menos 21 periodistas de 2000 a 2022 en Haití, con nueve asesinados en 2022, el año más letal para el periodismo en la historia reciente de ese país.

El Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ, por sus siglas en inglés), con sede en Nueva York, reportó un periodista asesinado en 2023 y dos más en 2024.

El periodista de investigación Gardy Saint-Louis comentó recientemente a Télégramme360, un sitio de noticias en línea, que planeaba esconderse. Se citó a Saint-Louis diciendo que comenzó a recibir llamadas anónimas en septiembre de 2024, y que las amenazas de muerte escalaron hasta un ataque en febrero, cuando hombres armados abrieron fuego contra su casa.

Otros periodistas han huido de Haití, donde los ataques y asesinatos rara vez se resuelven.

Haití tiene el primer lugar a nivel mundial como el país más propenso a dejar impunes los asesinatos de periodistas, según un informe de 2024 del CPJ. Desde 2019, siete asesinatos permanecen sin resolver, incluido el de Garry Tesse, un presentador de radio cuyo cadáver mutilado se encontró seis días después que desapareciera en 2022. Poco antes de su muerte, Tesse acusó a un poderoso fiscal de conspirar para matarlo.


FUENTE:AP
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