La palabra que con frecuencia ha salido de la boca del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, “tarifa”, tiene raíces que van mucho más allá de los pasillos de la Casa Blanca. El origen del término que Trump ha utilizado como símbolo de su nacionalismo económico se remonta al Imperio Otomano, a la lingüística árabe y a siglos de comercio intercultural.
Cuando Trump se paró frente a un podio en la Casa Blanca y declaró que “tariff” era su “palabra favorita” y “más hermosa que el amor”, pocos podían imaginar el largo y sinuoso camino que había recorrido el término. Ha viajado por imperios, lenguas y redes comerciales, conectando la Washington contemporánea con los antiguos centros de intercambio de Estambul.
“El uso que hace Trump de la palabra ‘tariff’ puede parecer exclusivamente estadounidense”, explica la doctora Canan Torlak, académica e investigadora independiente de historia económica con sede en Estambul, “pero sus raíces históricas están profundamente arraigadas en la filosofía económica otomana”.
Hoy en día, “tarifa” se refiere a un impuesto sobre importaciones o exportaciones. Pero su etimología cuenta una historia mucho más rica. Los estudiosos rastrean el término hasta la palabra árabe taʿrīf (تعريف), que significa “definir” o “informar”. Desde el árabe, pasó al persa, luego al turco otomano y más tarde a las lenguas del sur de Europa, italiano (tariffa), francés (tarif), hasta llegar al inglés.
“A medida que el comercio fluía por los puertos otomanos desde Asia hacia Europa, también lo hacía el lenguaje”, señala Torlak. “El término taʿrīfa, que hacía referencia a listas de aranceles aduaneros fijos, era común desde Estambul hasta Alejandría. Los comerciantes europeos se encontraban con estos documentos con frecuencia”.
Algunos expertos e historiadores han propuesto una teoría alternativa que vincula la palabra con el puerto español de Tarifa, nombrado en honor al comandante bereber del siglo VIII, Tarif ibn Malik. Al parecer, este puerto desempeñó un papel clave en el cobro de impuestos a la carga que ingresaba en la España musulmana, lo que podría haber influido en la terminología.
Sin embargo, muchos lingüistas se muestran escépticos. La teoría predominante favorece la línea árabe-otomana, ya que se alinea de forma más coherente con los patrones históricos de comercio y evolución lingüística.
Proteccionismo otomano en la práctica
Según Torlak, el uso moderno de las tarifas para proteger industrias nacionales tiene un antecedente claro en la política económica del Imperio Otomano.
“Tras la conquista de Constantinopla en 1453, los otomanos cerraron el mar Negro a las potencias extranjeras”, cuenta a TRT World. “Eso lo transformó, en efecto, en un mercado interno otomano”.
El imperio también desmanteló antiguos privilegios comerciales otorgados a las ciudades-estado italianas como Génova y Venecia. Para el siglo XVI, las tarifas se habían estandarizado: los comerciantes extranjeros pagaban entre un 5 y un 7 por ciento, los no musulmanes locales entre un 3 y un 4 por ciento, y los musulmanes solo entre un 2 y un 3 por ciento, según explica Torlak.
“Imponían tarifas más altas a los comerciantes extranjeros mientras favorecían el comercio interno. Era una política muy deliberada”, afirma. “Una que reflejaba las prioridades políticas y proyectaba soberanía”.
Y agrega: “Los otomanos dominaban el comercio terrestre y, aunque no contaban con una gran flota para el comercio marítimo, aun así prosperaban, en gran parte gracias a sus súbditos no musulmanes”.
En esencia, el imperio aprovechó su diversidad interna y políticas económicas selectivas para mantener el control sobre vastas rutas comerciales que abarcaban tres continentes.
Aplicaciones contemporáneas
Puede parecer irónico que una palabra utilizada por un presidente estadounidense del siglo XXI para promover una economía aislacionista haya surgido en un mundo de comercio altamente interconectado.
“En ambos casos, otomano tanto estadounidense, el uso de tarifas no fue solo económico. También fue político”, dice Torlak. “Y cuando surgieron desafíos, ambos miraron hacia el pasado. Los otomanos implementaron reformas en el siglo XVIII para restaurar su grandeza pasada. Hoy escuchamos frases como ‘Make America Great Again’. El sentimiento es muy familiar”.
A medida que el mundo sigue debatiendo la globalización y sus consecuencias, la palabra “tarifa” ofrece un recordatorio contundente: la historia nunca desaparece del todo, se transforma, se adapta y se repite.
“La historia tiene un gran sentido de la ironía”, concluye Torlak. “Una palabra que hoy se usa para cerrar fronteras, nació en un mundo donde no las había”.

El Ministerio de Relaciones Exteriores de Türkiye enfatizó que deben evitarse las iniciativas unilaterales en mares cerrados o semicerrados, y recordó que el derecho marítimo internacional promueve la cooperación entre Estados costeros.