En el mundo hispanohablante, el nombre del profeta del islam es conocido de distintas maneras. Mientras algunos consideran que "Mahoma" es simplemente la versión hispanizada de "Muhammad", otros argumentan que refleja una historia de distorsión y conflicto entre civilizaciones.
En España, donde la presencia musulmana ha crecido en las últimas décadas, un hombre de origen argelino o mauritano a cargo de una tienda de barrio –o su hijo, ya nacido en el país– podría llamarse Muhammad. Sin embargo, el profeta del islam, sigue siendo mayormente conocido como "Mahoma".
¿Es esta una simple tradición lingüística del mundo hispanohablante o es, como señalan muchos musulmanes, una "traducción" ofensiva? Un debate que trasciende el nombre propio y tiene una carga histórica implícita de prejuicios y falta de respeto.
Un debate con raíces históricas
Para Antonio de Diego, profesor andaluz de historia de la filosofía, esta diferencia no es trivial. “Yo no me creo ese argumento, que es simplemente una traducción”, comparte con TRT Español. “Porque Mahoma es un nombre que tiene un problema de intención. En el resto de las lenguas europeas, se ha mantenido la versión original: Muhammad”.
Según De Diego, "Mahoma" no es una simple adaptación fonética, sino una representación alterada del árabe "Muhammad", que significa "alabado". Este nombre, que ocupa un lugar de profunda reverencia en el mundo islámico, inscrito en muros de mezquitas junto al nombre de Dios, ha sido modificado en el español de una manera que podría reflejar una intención despectiva.
"Mahoma", en ese contexto, no es simplemente una pronunciación incorrecta. Además, es parte de un patrón histórico europeo de deformación del nombre de Muhammad. Una deformación que tiene raíces mucho más remotas de las que imaginamos.
La tergiversación en la Edad Media
La alteración del nombre del profeta del islam tiene antecedentes en la Europa medieval. El término "Baphomet", con connotaciones ocultistas e incluso satánicas, fue mencionado por primera vez en 1098 en una carta del cruzado francés Anselmo de Ribemont. Investigaciones modernas sugieren que "Baphomet" era una corrupción en francés antiguo del nombre "Muhammad".
Durante la Edad Media, la narrativa cristiana en Europa retrataba a los musulmanes como idólatras que adoraban a "Mahoma" como un dios, algo que contribuyó a la deformación del nombre en el lenguaje occidental.
Un debate vigente en el mundo moderno
“Cuando hablamos con la gente sobre el profeta, simplemente decimos ‘Muhammad’, en parte porque es la pronunciación correcta”, explica Jaime Fletcher, director de la organización Islam in Spanish con sede en Houston, Texas.
Para Fletcher, "Mahoma" es un término desactualizado que ya no tiene sentido en el contexto moderno de aprendizaje y respeto interreligioso.
De Diego, en cambio, considera que "Mahoma" es un nombre cargado de historia y que su uso está vinculado a lo que llama "orientalismo heredado": una representación estereotipada del islam desde una perspectiva eurocéntrica y cristianocéntrica.
La historia de España también desempeña un papel clave en esta percepción. Con una presencia islámica de casi 800 años en la península ibérica, seguida de un proceso de cristianización forzada y el inicio del colonialismo español, los nombres y palabras han sido parte de un campo de batalla simbólico.
Por eso, como señala De Diego, la percepción y estudio del islam en España no es neutral: “La escuela de los estudios islámicos ha tenido un contacto muy fuerte en España, es como una escuela de combate”, señala el autor.
Herencia de la reconquista y discurso político
“Durante los últimos dos siglos, la mayoría de las naciones occidentales han hecho esfuerzos concertados para eliminar de sus léxicos términos y nombres peyorativos para los musulmanes”, explica el Dr. Umar Faruq Abd-Allah, teólogo y especialista en estudios islámicos, a TRT Español.
Entre este debate y el resurgimiento del discurso de la extrema derecha en Europa, a menudo con tintes antiinmigrantes y antimusulmanes, De Diego ve una conexión. “Las traducciones van con un programa ideológico”, advierte.
“La sociedad se ha secularizado, pero los partidos de ultraderecha intentan subrayar la diferencia en cuanto a la presencia del ‘otro’. Si tú ves, por ejemplo, el discurso que ocurre con los partidos de ultraderecha en España, usan discursos heredados de la Reconquista”.
Según De Diego, estos discursos buscan perpetuar una narrativa de conflicto y divisiones, presentando al islam y a los musulmanes como "el otro" en una Europa que enfrenta desafíos como la inmigración y el descenso de las tasas de natalidad.
Nombres como reflejo de la historia
“La batalla cultural por el nombre de Muhammad es una dignificación del estatus de lo islámico dentro de las sociedades europeas”, plantea De Diego. “¿Por qué tengo que traducirlo? ¿Por qué tengo que cambiar el significado cuando está connotado de otra cosa?”.
En un mundo cada vez más globalizado, donde las identidades están en constante negociación, la forma en que se nombra y representa a figuras centrales del islam sigue siendo un tema actual de debate.
Para los musulmanes de habla hispana, la forma correcta es Muhammad. Para algunos ‘Mahoma’ es el vestigio de un pasado de confrontación. Para otros, en cambio, es una oportunidad de reconocer la historia y la cultura de los pueblos con los que Europa ha estado entrelazada durante siglos.
