Durante 12 días, Irán e Israel se enfrentaron directamente en una escalada que sacudió toda la región de Oriente Medio, tras la ofensiva iniciada por Tel Aviv, que desató una respuesta inmediata de Teherán. A una semana del alto el fuego, mediado por Estados Unidos, persiste una calma tensa, y la pregunta clave es si esta tregua marcará el comienzo de una paz duradera o será solo una pausa en un conflicto aún latente. Mientras tanto, siguen sin aclararse los posibles daños a las centrales nucleares iraníes y el rumbo que tomarán las relaciones de Irán con EE.UU.
El conflicto estalló el 13 de junio, cuando Israel lanzó una serie de ataques aéreos contra objetivos que, según afirmó, eran militares y nucleares, aunque también golpearon zonas residenciales. Mataron al menos a 606 personas y más de 5.300 resultaron heridas, según el Ministerio de Salud de Irán. La respuesta de Teherán fue inmediata: misiles y drones impactaron en diversas ciudades israelíes, dejando 29 muertos durante una semana de enfrentamientos, de acuerdo con datos de la Universidad Hebrea de Jerusalén.
Al conflicto se sumó luego EE.UU., con una serie de ataques contra instalaciones nucleares.
Finalmente, el 24 de junio, tras la mediación del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, entró en vigor un frágil alto el fuego, poniendo fin a la escalada. Desde entonces, se mantiene la calma y no ha habido ataques, pero el ambiente sigue cargado de tensión.
Y las incógnitas se acumulan. No está claro si los bombardeos estadounidenses lograron retrasar el programa nuclear iraní, ni si Washington y Teherán están preparados para reabrir canales diplomáticos. A continuación, algunas de las principales preguntas al respecto.
¿Cuánto afectaron los ataques al programa nuclear iraní?
El alto el fuego se negoció apenas un día después de que bombarderos estadounidenses lanzaran bombas “rompe-búnkeres” de 13.608 kilogramos sobre tres de los principales sitios nucleares iraníes.
Sin embargo, según el diario estadounidense The Washington Post, comunicaciones interceptadas entre altos funcionarios iraníes sugieren que los ataques causaron menos daño del esperado. De hecho, documentos clasificados revelaron debates internos en Teherán sobre por qué las acciones ordenadas por Trump no resultaron tan destructivas como se anticipaba.
En contraste, Trump y su secretario de Defensa, Pete Hegseth, aseguran que las instalaciones de enriquecimiento nuclear fueron “destruidas por completo”.
Por su parte, el Ministerio de Relaciones Exteriores iraní admitió daños severos, aunque afirmó que los materiales clave habían sido trasladados antes del ataque, minimizando así su impacto estratégico. Trump, por su parte, rechazó esa versión: “No hubo traslado porque no esperaban que atacaramos”, declaró.
El líder supremo de Irán, Ali Jameneí, acusó a Trump de exagerar el éxito de los ataques, afirmando que no lograron resultados significativos.
“El presidente estadounidense exageró los acontecimientos de manera inusual, y resultó que necesitaba esta exageración”, dijo Jameneí en un comunicado publicado en su cuenta oficial de X el domingo. “No pudieron hacer nada y exageraron para encubrir y ocultar la verdad”, añadió.
Evaluaciones preliminares de inteligencia, citadas por CNN y The New York Times, indican que el programa nuclear iraní podría haberse retrasado solo unos meses. Sin embargo, la Casa Blanca pone en duda esa estimación. El director de la CIA, John Ratcliffe, sostuvo que “nueva información” sugiere daños estructurales graves que requerirían años de reconstrucción.
Mientras Trump habla de objetivos “arrasados”, la Agencia de Inteligencia de Defensa de EE.UU. señala que las instalaciones de Fordo, Natanz e Isfahán sufrieron daños considerables, pero no fueron destruidas por completo.
Por otro lado, Rafael Grossi, director del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), ofreció una valoración más matizada: los sitios “han sido dañados en gran medida, pero algo aún permanece”. Esto implica que, si lo decide, Irán podría reactivar sus capacidades.
¿Se mantendrá el alto el fuego entre Israel e Irán?
Hasta ahora, la paz se sostiene, aunque de manera frágil. La Casa Blanca afirmó que no habrá nuevos ataques, no obstante, Israel amenazó con responder con fuerza ante cualquier intento iraní de retomar su programa nuclear.
Desde Teherán, la cautela con respecto a posibles reacciones de Israel y Estados Unidos persiste. Especialmente, considerando la larga historia de intervenciones y sanciones impuestas por Washington, y la reciente ofensiva de Tel Aviv, que no tuvo provocación previa.
El jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas iraní, Abdolrahim Mousavi, expresó dudas sobre el compromiso israelí con el alto el fuego y advirtió que responderán enérgicamente ante cualquier nueva agresión, lo que subraya la tensión latente que aún podría interrumpir esa calma aparente.
¿Cómo podrían evolucionar las relaciones entre EE.UU. e Irán?
Aunque en Washington se mencionan contactos preliminares para explorar un posible diálogo camino a remover sanciones y mejorar la relación, Estados Unidos condiciona cualquier avance a la renuncia total del programa nuclear iraní, incluso en su uso civil.
Teherán rechaza esta exigencia de EE.UU., ya que ha reiterado en múltiples ocasiones que los fines de su programa nuclear son pacíficos.
El tono conciliador del presidente Trump tras la tregua fue breve, seguido de declaraciones que mantienen las sanciones y la presión. Para muchos analistas, esto muestra lo difícil que sería una reconciliación.
Por su parte, Irán reafirma su soberanía y rechazo a las injerencias extranjeras.
La tensión continúa
Los ataques con misiles contra una base estadounidense en Qatar, interpretados por Washington como un gesto simbólico, muestran que Irán puede enviar mensajes firmes sin escalar hacia un conflicto abierto.
En el terreno cibernético, la narrativa de Washington sobre las amenazas iraníes se inserta en una estrategia más amplia de presión. Aunque se atribuyen a Irán varios ciberataques, estos no han provocado daños críticos, pero han servido a Estados Unidos para justificar nuevas medidas de vigilancia y alerta.
Este tipo de confrontación indirecta refuerza la percepción de un conflicto prolongado, con episodios intermitentes de tensión que mantienen en vilo a toda la región.
Más allá de las relaciones con EE.UU., uno de los interrogantes más críticos es cuál será el rumbo que tomará Tel Aviv en los próximos días, en un escenario cargado de tensiones e incertidumbre.