Bolivia celebra este domingo sus elecciones presidenciales, a las que están convocados casi ocho millones de ciudadanos, mientras enfrenta su peor crisis económica en cuatro décadas.
Tras dos años de conflicto político y protestas masivas contra el Gobierno del presidente Luis Arce, de izquierda, las encuestas sugieren que los bolivianos podrían optar por un giro hacia la derecha que ponga fin a las dos décadas de dominio del partido Movimiento al Socialismo (MAS), liderado por el expresidente Evo Morales.
¿Quiénes lideran la intención de voto?
Dos candidatos de derecha lideran las encuestas. El favorito es Samuel Doria Medina, de 66 años, un empresario de centroderecha, exministro de Planeamiento, y fundador de su partido Frente de Unidad Nacional.
Llegó a ser el principal accionista de la mayor cementera de Bolivia, y ahora es propietario de hoteles y franquicias de comida rápida.
Medina se postuló sin éxito a la presidencia en tres ocasiones: 2005, 2009 y 2014.
En segundo lugar se encuentra Jorge “Tuto” Quiroga, de 65 años, de la alianza Libertad y Democracia.
También tres veces candidato presidencial, Quiroga fue jefe de Estado entre 2001 y 2002, culminando el mandato del exdictador militar Hugo Banzer tras su renuncia debido a un cáncer de pulmón.
Ambos líderes de la oposición prometen desmantelar el modelo económico estatal del MAS, al que muchos bolivianos culpan de los problemas económicos del país. “Llevamos mucho tiempo esperando estas elecciones y esperamos que sean libres y justas”, declaró Fabiana Mezzadri, una joven profesional, a la agencia de noticias Anadolu.

“El partido que ha gobernado durante dos décadas afirma actuar en el mejor interés público, pero sus acciones sugieren lo contrario”, añadió.
Según las encuestas, el único candidato de izquierda con posibilidades de llegar a una segunda vuelta, Andrónico Rodríguez, se sitúa en quinto lugar con el 5,5%.
La posibilidad de una segunda vuelta histórica
El presidente Arce, exministro de Economía de Morales, anunció en mayo pasado que no buscaría la reelección. En cambio, respaldó a su ministro del Interior, Eduardo del Castillo, de 36 años, quien se sitúa por debajo del 3% en las encuestas.
Los sondeos apuntan a una contienda muy reñida que podría no tener un ganador en la primera vuelta.
Ahora bien, una segunda vuelta, algo sin precedentes en Bolivia, está prevista para el 19 de octubre si ningún candidato obtiene más del 50% de los votos, o al menos el 40% con un margen de 10 puntos sobre el segundo lugar. Además del presidente y vicepresidente, los bolivianos también elegirán a 36 senadores y 130 diputados.
Una izquierda fracturada
Las elecciones en Bolivia también se celebran en medio de una profunda polarización y una amarga disputa entre Arce y Morales, su antiguo aliado. Una distancia que ha fracturado a la izquierda y erosionado la popularidad del MAS.
Morales, quien ejerció como presidente entre 2006 y 2019, fue inhabilitado por la Corte Constitucional para postularse a un tercer mandato. En respuesta, lanzó una campaña a favor de un voto nulo.
"El voto nulo es una forma de rechazo a una elección ilegítima con potencial de nulidad. El voto nulo se convertirá en un referéndum electoral", declaró Morales en Cochabamba, rodeado de campesinos indígenas. Anteriormente, algunos de sus partidarios incluso habían pedido la quema de urnas.
La crisis económica agrava la indignación
La economía boliviana lleva más de dos años en crisis, con escasez de dólares estadounidenses, precios al alza y escasez recurrente de combustible vinculada a la dependencia de las importaciones.
Bolivia, que durante mucho tiempo dependió de las exportaciones de gas natural para obtener divisas, ha experimentado un descenso en la producción desde 2017.
"No podemos conseguir gasolina, las filas se extienden durante horas", declaró a Anadolu la empresaria Patricia Rojas.
La canasta básica de alimentos se está reduciendo, los dólares desaparecen y los precios se disparan. Los empresarios no pueden importar, la inflación está descontrolada y todos pagan las consecuencias.
La crisis se ha agravado con Arce. Para julio de 2025, la inflación alcanzó el 24,8 %, la más alta desde al menos 2008.