En plena escalada militar en Gaza, Cisjordania ocupada, Líbano y Siria, Israel intensificó la semana pasada su ofensiva con un ataque aéreo selectivo cerca de Damasco. Tel Aviv justificó la operación como represalia por un presunto ataque de un “grupo fuera de la ley” contra civiles drusos sirios. Amparado en el argumento de brindar protección, Israel reafirmó su papel autoproclamado como defensor de los drusos dentro del territorio sirio.
Esta narrativa que presenta a Israel como un salvador tiene raíces de, al menos, un siglo. Los líderes sionistas han promovido históricamente la fragmentación sectaria en la región para asegurar el dominio israelí, especialmente en Líbano y Siria. Prueba de ello son las alianzas con líderes maronitas y el respaldo a grupos falangistas durante la guerra civil libanesa. En Palestina, los sionistas buscaron dividir a cristianos, musulmanes y drusos, con la intención de aislar a estos últimos, considerándolos como potenciales aliados.
En los años 60, tras la ocupación israelí de los Altos del Golán durante la guerra árabe-israelí, Israel se encontró allí con una mezcla de comunidades: árabes sunitas, turcomanos, circasianos y drusos. La mayoría fue desplazada tras la ocupación de 1967. Los drusos, sin embargo, permanecieron, coexistiendo de forma tensa con los nuevos colonos israelíes tras la anexión ilegal del Golán en 1981.
¿Por qué los drusos son importantes para Israel?
Más allá del valor estratégico del Golán, Israel se sintió atraído por las aptitudes militares de los drusos. La lealtad de los drusos palestinos a los gobiernos israelíes y su pragmatismo convirtieron a la comunidad drusa siria en una pieza clave dentro de la política israelí hacia Siria. Desde entonces, los drusos, especialmente aquellos que se encuentran del otro lado de la frontera, en Siria, emergieron como un instrumento potencial en la estrategia regional de Israel, particularmente tras la caída del régimen de Assad.
Los drusos estuvieron al frente de la revolución que derrocó a Assad el 8 de diciembre de 2024. Tradicionalmente cautelosos frente a las divisiones políticas en Siria, sus líderes Hikmet Al-Hajari y Yousef Yabur fueron acusados de pasividad durante la guerra civil, en particular tras la sospechosa muerte del guía espiritual Jeque Ahmed Al-Hajari en 2012 y la supuesta colaboración de su sucesor con el régimen.
Esa postura cambió en agosto de 2023, cuando protestas masivas en Suweida, corazón de la comunidad drusa, fracturaron su relación con el régimen. Por eso, la caída de Assad fue recibida con júbilo en esas zonas.
Sin embargo, la negativa de Hikmet Al-Hajari a reconocer o dialogar con el nuevo gobierno de Ahmed Al-Sharaa ha impedido la reconciliación, dejando a la comunidad políticamente a la deriva.
El oportunismo de Israel
Ante la mayor crisis de seguridad en décadas tras el ataque del 7 de octubre, y preocupado por las amenazas que provienen de Líbano y Siria, el gobierno israelí de extrema derecha encabezado por el primer ministro Benjamín Netanyahu busca ahora aprovechar el desorden post-Assad. Es aquí justamente donde cobra relevancia el rol de los drusos.
Aunque la influencia de Irán y sus aliados en la región se ha debilitado, Israel aprovecha cada grieta en la frágil estructura política siria. Y ve a los drusos sirios como un posible aliado para debilitar el control del Estado central sirio. Una de las opciones que evalúa es la creación de una zona de amortiguamiento en el sur de Siria, una reminiscencia de su fallida “zona de seguridad” en Líbano, desmantelada en 2000.
Desde los años 60, Israel ha soñado con un enclave druso semi-autónomo en el sur de Siria, alineado informalmente con Tel Aviv. Un modelo de autonomía basado en el principio de "divide y vencerás" que pueda debilitar al Estado central sirio y proporcionar a Israel una frontera dócil.
Intentos previos fracasaron por la reticencia drusa a enfrentarse abiertamente al régimen de Assad. Tras la derrota del general druso Selim Hatum a manos de Hafez Al-Assad en 1966, los drusos fueron apartados del Ejército y su poder político disminuyó. Aunque Israel buscó aprovechar estas tensiones, la falta de un liderazgo fuerte y su negativa a luchar contra Assad frustraron esos planes.
Con nuevos brotes de violencia en localidades como Yaramana y Sahnaya, ese viejo plan vuelve a ganar fuerza. Esto alentó a Israel a llevar a cabo ataques incluso cerca del palacio presidencial en Damasco.
Detrás del discurso de protección a las minorías se esconden objetivos más amplios. En la política israelí hacia los drusos, la geografía y la infraestructura también juegan un papel clave.
Suweida, epicentro de la comunidad drusa, fue en su momento un centro logístico de Hezbollah. Aunque el grupo libanés solo controlaba tres puntos en la zona, esta ofrecía un terreno propicio para operaciones de contrabando transfronterizo. El objetivo de Israel es cortar ese vínculo.
Por su parte, los Altos del Golán, ricos en recursos hídricos, siguen siendo esenciales para las necesidades hidrológicas de Israel. Controlar estas zonas pobladas por drusos le proporcionaría tanto profundidad estratégica como seguridad en el acceso al agua.
En este contexto, los proyectos políticos y religiosos de Israel orientados a los drusos se vuelven cada vez más evidentes.
“Divide y vencerás”
Tras la caída del régimen de Assad, Israel empezó a considerar a las nuevas autoridades de Damasco como una amenaza potencial para su seguridad, emprendiendo una serie de agresivas acciones militares.
Al presentarse como defensor de los derechos de las minorías, Israel espera apartar a los drusos de la identidad panárabe y acercarlos a una postura más sectaria y favorable a Israel.
Aunque los drusos de Oriente Medio están divididos políticamente, su unidad doctrinal es el factor más significativo que une a la comunidad. Si bien los drusos israelíes no están tan fuertemente vinculados a la identidad árabe como sus homólogos sirios, la unidad religiosa refuerza su conexión. Los últimos acontecimientos revelan también intentos de enfrentar a los drusos con el nuevo gobierno mediante una retórica “sectaria”.
Israel aprovecha las afirmaciones de que los drusos no son reconocidos como musulmanes en Siria para explotar las divisiones sectarias y presentarse como su protector, utilizando su pluralismo jurídico para ganar su apoyo y simpatía. Uno de esos esfuerzos es facilitar la peregrinación de los drusos sirios a la tumba del profeta Shuayb, lugar sagrado para ellos, a través del Golán. Su objetivo es cultivar la solidaridad transfronteriza entre drusos sirios e israelíes, que, aunque políticamente distintos, permanecen unidos religiosamente.
Al mismo tiempo, las autoridades israelíes intentan fomentar los lazos entre Hikmat Al-Hajari y Muwaffaq Tarif, el líder espiritual druso reconocido por el estado israelí. Esto podría debilitar la influencia de Walid Jumblatt, la figura drusa más destacada (y más contraria a Israel) del Líbano.
El objetivo final parece ser la creación de una facción drusa proisraelí dentro de Siria, una capaz de actuar como bastión contra el gobierno de Damasco y el grupo libanés Hezbollah.
La presencia de los drusos en regiones críticas y su incapacidad para reconciliarse plenamente con el Gobierno sirio los convierten en una herramienta útil para Netanyahu. Por lo tanto, las afirmaciones de que Israel ataca Siria para “proteger” a los drusos carecen de lógica política.
Mientras que el presidente Al-Sharaa ha tendido la mano a diversas comunidades, incluidos los kurdos, para fomentar la unidad nacional en Siria, la comunidad drusa muestra menos preocupación por los episodios pasados de la guerra civil. El problema con el nuevo gobierno es que aún está en proceso de estabilizar la situación de seguridad y de abordar la persistente presencia de combatientes extranjeros.
No obstante, la falta de atención a algunas de las preocupaciones drusas podría intensificar las demandas de "protección". Si Israel tiene éxito en sus planes respecto a los drusos, continuará siendo un ocupante en el sur de Siria, tal como lo ha sido en el sur del Líbano.
Por estos motivos, las iniciativas de Israel tienen menos que ver con salvaguardar a un grupo vulnerable y más con moldear el futuro de Siria a su conveniencia. Sin embargo, reconocer y responder de manera constructiva a las preocupaciones de los drusos será esencial si el nuevo Gobierno en Damasco desea evitar que actores externos exploten estos sentimientos.