Entre las ruinas de Gaza, una niña de 11 años soñaba con ser periodista. Inteligente, segura de sí misma y determinada, grababa videos desde los refugios del enclave palestino, practicaba su inglés y hablaba directamente a la cámara con una calma atípica para su edad.
Quería ser la voz de su generación, especialmente de los niños que crecen bajo drones y aviones de guerra. Un día, ella también se convirtió en víctima del genocidio que documentaba.
El 15 de julio, un bombardeo israelí destruyó el edificio de seis pisos donde Lama Nasser Al-Badrasawi y su familia se habían refugiado tras haber sido desplazados varias veces. Lama murió junto a su madre, su padre y sus cuatro hermanos: Salma, Nada, Sham y Aziz.
Lama ahora forma parte de los aproximadamente 17.000 niños asesinados por ataques israelíes desde el 7 de octubre de 2023 hasta abril pasado, según datos del Ministerio de Educación palestino.
Mientras todavía hay cuerpos bajo los escombros y familias enteras están desaparecidas, se cree que la verdadera cifra es mucho mayor.
Para su tío, el escritor y analista político palestino Ramzy Baroud, Lama “encarnaba la fuerza, resiliencia, valentía y dedicación al estudio de un niño palestino, junto a una increíble inocencia”.
“Lama tenía todo para ser una gran periodista”, sostuvo Baroud en conversación con TRT World.
Provenía de una familia trabajadora en el campo de refugiados de Shati, en Gaza. Su linaje se remontaba a sus bisabuelos Mohammed y Madallah, sobrevivientes de la Nakba, que en árabe significa “catástrofe”. Era una refugiada palestina de cuarta generación, criada en un hogar que valoraba la fe, el aprendizaje y la comunidad. Ella y sus hermanos habían memorizado grandes partes del Corán.
“Al inicio del conflicto, la madre de Lama me pidió amplificar la voz de su hija”, recuerda Ramzy. “Me impresionaron su dominio del inglés, su conciencia política y su deseo de ser la voz de los sobrevivientes entre su familia y vecinos.”
En uno de los videos de Lama, un grupo de niños la rodea y grita “Detengan el genocidio”. Más tarde, Ramzy supo que esos niños estaban sentados junto a la fosa común de sus padres.
“Eran huérfanos, vivían en refugios, aferrándose a su amistad para sobrevivir a los traumas de una exterminación masiva”, dice.
Víctimas de las “Masacres de la Harina”
El coraje y talento de Lama no surgieron de una vida cómoda. Durante los primeros días del genocidio, su familia ya había sufrido pérdidas irreparables. Varios de sus tíos, tías y primos fueron asesinados.
Su abuelo, Nasser, murió durante las llamadas ‘Masacres de la Harina’, una serie de ataques donde las fuerzas israelíes dispararon contra civiles que hacían fila para recibir ayuda alimentaria.
“Según testigos, la metralla le arrancó el brazo a Nasser. Murió desangrado mientras aún sostenía una bolsa de plástico con pan y agua para Lama y sus hermanos”, relata Ramzy.
La familia, desplazada en repetidas ocasiones, buscó refugio en distintas zonas designadas como “seguras”, ninguna de las cuales los protegió del bombardeo israelí.
“La familia de Lama, una rama de los Baroud, tiene un legado de periodistas e intelectuales en Gaza y en el extranjero”, explica Ramzy. “Sus padres querían que ella continuara esa tradición, conscientes de su inteligencia, valentía, agudeza y bondad”.
También fue la relación con su madre lo que la hizo destacar, según Zarefah Baroud, prima de Lama y candidata a doctora en el Centro Europeo de Estudios Palestinos de la Universidad de Exeter.
“Mucho de esto se debe a su madre, Samah. A pesar de vivir un genocidio y de criar a cinco hijos en medio del horror, hizo todo lo posible por impulsar y empoderar a su hija”.
“Samah vio de lo que era capaz Lama y no permitió que su potencial quedara relegado”, afirma Zarefah a TRT World.
Zarefah describe a Lama como “la niña más brillante e inteligente”, pero subraya que fue su sabiduría, nacida de la experiencia, lo que la hizo extraordinaria.
“Encaminó su pérdida y su dolor en un sueño para defender a su comunidad, en especial a otros niños”, dice. “A Lama le preocupaba especialmente hablar en nombre de los niños de Gaza y ofrecía una mirada invaluable al mundo de los niños resilientes de Palestina”.
La muerte de Lama y su familia fue uno de los golpes más devastadores de este conflicto para los Baroud, que han perdido a más de 100 miembros desde que comenzaron los ataques.
Su historia pudo haber sido distinta. Ramzy había imaginado a Lama como la primera participante de una iniciativa de formación periodística posterior al conflicto para dar voz a narrativas palestinas auténticas.
“Planeaba ayudarla a cumplir ese sueño, ahora su legado y esperanza de un futuro mejor pueden honrarse apoyando a otros niños igual de ambiciosos, elocuentes, fuertes y maravillosos”.
“Todos estábamos emocionados por ver el impacto monumental que Lama tendría en su vida, sabíamos de lo que era capaz. Eso es lo que hace que su muerte sea tan difícil de aceptar”, dice Zarefah.
“Como todos los niños mártires de Gaza, Lama merecía crecer”.