El barco “Handala”, símbolo de un movimiento global que busca romper el bloqueo israelí en Gaza y llevar ayuda humanitaria, denunció este jueves que sufrió una interrupción de casi dos horas en sus comunicaciones, durante la cual se detectaron drones en las inmediaciones. No obstante, el barco, que forma parte de la Coalición de la Flotilla de la Libertad, restableció luego el contacto y sigue navegando hacia las costas del enclave. A bordo viajan 21 personas de 10 países, entre parlamentarios, periodistas y defensores de derechos humanos.
La interrupción de las comunicaciones con el barco “generó serias preocupaciones sobre un posible ataque”, señaló la Coalición, a cargo de la embarcación, en un comunicado difundido en Telegram.
La inquietud es lógica ante precedentes recientes como el ataque con drones al buque “MV Conscience” cerca de Malta en mayo, o la intercepción de la embarcación “Madleen” en junio, también humanitarios, en la que fuerzas israelíes detuvieron a 12 activistas.
¿Falla o corte intencional?
La activista Tan Safi, a bordo de la nave, explicó en un video que la tripulación desconocía que el corte coincidió con una interrupción global del servicio satelital Starlink, propiedad de Elon Musk.
“Algunos expertos están investigando porque esto no es común. No sería la primera vez que Elon trabaja con Israel”, apuntó Safi, “pero probablemente fue una interrupción global”. También confirmó que los drones continuaban sobrevolando el área mientras los activistas mantenían la vigilancia.
Posteriormente, Starlink aseguró que se trató de una falla global en el servicio, que fue resuelta en pocas horas.
Un barco para los niños de Gaza
El “Handala”, cargada de leche en polvo, medicinas, alimentos y juguetes, es un antiguo pesquero noruego de 1968, reconvertido en barco de ayuda humanitaria por la Coalición de la Flotilla de la Libertad. El 20 de julio zarpó de Gallipoli, Italia, desafiando el bloqueo de Israel que ha causado una hambruna generalizada para más de dos millones de palestinos.
“Es fundamental que, sin importar lo que Israel nos haga, sigamos adelante”, declaró Huwaida Arraf, abogada palestino-estadounidense y organizadora de la misión, a la agencia de noticias Anadolu. “Si nos atacan, Israel debe saber que habrá otros detrás de nosotros”.
Arraf subrayó que el barco es un mensaje de solidaridad dirigido a las víctimas palestinas, en especial a los niños. “Este barco es para los niños que están siendo convertidos deliberadamente en víctimas fatales del hambre. Tenemos leche para bebés, medicinas y peluches donados por niños en Italia”, explicó.
La misión se enmarca en el contexto humanitario devastador de Gaza, donde más de 59.500 palestinos, la mayoría mujeres y niños, han muerto desde el inicio de la ofensiva israelí en octubre de 2023. El enclave, bajo bloqueo total desde hace más de 20 meses, enfrenta una crisis sin precedentes con hospitales colapsados, escasez extrema de alimentos y procesos legales internacionales contra Israel tanto en la Corte Penal Internacional como en la Corte Internacional de Justicia.
Amenazas, sabotajes y resistencia
Pese al carácter pacífico de la misión, Arraf aseguró que Israel amenazó con interceptar la embarcación. Aunque no ha habido contacto directo con las autoridades israelíes, la activista denunció intentos de sabotaje antes de zarpar desde Italia.
“Creemos que intentaron sabotear nuestra misión en dos incidentes graves y peligrosos antes de dejar el puerto”, relató. En uno de los casos, una cuerda fue atada a la hélice del barco; en otro, un camión que debía llevar agua descargó ácido sulfúrico, poniendo en riesgo la seguridad de la tripulación.
“Pedimos una investigación. Intentamos no sacar conclusiones precipitadas, pero Israel ha dicho que hará todo lo posible para detener la flotilla. No lograron impedir nuestra partida”, añadió Arraf. “Y ahora veremos qué harán”.
La activista describió la travesía como físicamente exigente, con el grupo hacinado en una embarcación pequeña bajo el calor, sabiendo que podrían enfrentar a soldados “muy violentos, responsables de un genocidio”. Sin embargo, afirmó que el espíritu de la tripulación se mantiene firme.
Esta no es la primera vez que Israel apunta contra la Flotilla de la Libertad. El mes pasado, fuerzas israelíes interceptaron la “Madleen”, deteniendo a 12 activistas, entre ellos la eurodiputada francesa Rima Hassan y la activista climática Greta Thunberg. En mayo, el barco “Conscience” fue atacado por drones en aguas internacionales cerca de Malta.
Arraf recordó que este tipo de acciones son recurrentes: “Nos han secuestrado antes, porque Israel siempre nos captura en aguas internacionales, donde no tiene jurisdicción. Diez de nuestros compañeros fueron asesinados en 2010 en el ataque al Mavi Marmara por intentar llegar a Gaza”.
Un movimiento global en expansión
Más allá de su capacidad limitada de carga, “Handala” se ha convertido en símbolo de un movimiento global que busca romper el cerco a Gaza.
“Esto es un crimen contra la humanidad, utilizado para provocar hambruna. Estamos viendo morir de hambre a bebés”, denunció Arraf. “Las palabras no son suficientes. Hay que desafiar el bloqueo directamente, y eso es lo que hace este pequeño barco”.
La activista hizo un llamamiento a los gobiernos para que actúen con determinación: “Necesitamos una movilización internacional. Hay países que tienen el poder de hacer mucho más, de sancionar a Israel y enviar ayuda que realmente llegue a Gaza”.
El barco, que partió del puerto italiano de Gallipoli con participantes internacionales como las parlamentarias francesas Emma Fourreau y Gabrielle Cathala, la activista Arraf y el líder sindical estadounidense Chris Smalls, espera llegar a aguas cercanas a Gaza en los próximos días. La misión sigue adelante pese a los riesgos, reafirmando que, mientras exista impunidad para Israel, la violencia continuará.
Los organizadores de la Flotilla de la Libertad destacan que las intimidaciones y detenciones no detendrán esta ola global de apoyo a Palestina. “Hoy es Gaza, mañana puede ser cualquier otro pueblo”, concluyó Arraf. “No aceptamos un mundo en el que la violencia brutal se normaliza y el derecho internacional es pisoteado”.