La escalada militar israelí en el sur de Siria ha vuelto a colocar bajo la lupa un proyecto que podría cambiar el mapa político de Oriente Medio: el controvertido Corredor de David. Esta iniciativa del Estado sionista no solo pone en jaque la ya devastada soberanía siria, sino que aviva tensiones en la región.
En la región de Al-Suweida, un mosaico étnico y religioso único en Siria, la violencia ha estallado entre drusos y tribus beduinas. El saldo es trágico: cientos de muertos y heridos en un choque que desnuda la fragilidad de la coexistencia y la profundidad de las fracturas internas.
Al-Suweida es la excepción siria: Al-Suweida es un caso único en Siria porque, aunque la mayoría de su población es drusa, en esa misma región los árabes sunitas también constituyen una gran parte de la población.
En medio de esta creciente tensión, Türkiye ha anunciado su disposición a intervenir para evitar una mayor división del país, enviando así un mensaje firme a las políticas expansionistas de Israel.
El Corredor de David no es un proyecto aislado, sino parte de un plan más amplio del Estado israelí para consolidar su influencia en la región. La idea es abrir un paso directo desde los Altos del Golán ocupados hacia Al-Suweida y seguir hasta la base estadounidense de Al-Tanf y Deir Ezzor, una zona bajo control del grupo terrorista SDF/YPG respaldado por Estados Unidos en el noreste sirio. Incluso se proyecta que este corredor podría extenderse hasta la región autónoma kurda del norte de Irak, limitando con Türkiye e Irán.
Sami Al Arian, destacado académico palestino y director del Centro de Islam y Asuntos Globales en la Universidad Istanbul Sabahattin Zaim, señala con claridad: “Este proyecto del Corredor de David es un intento de Israel para establecer su hegemonía sobre Oriente Medio. Es un sueño que han estado intentando alcanzar desde que empezó el proyecto sionista con Theodor Herzl y especialmente desde la guerra de 1967”.
Theodor Herzl, fundador del movimiento sionista a finales del siglo XIX, y la guerra de 1967 —que permitió a Israel ocupar ilegalmente Cisjordania, Gaza y los Altos del Golán, hogar de una importante comunidad drusa— son hitos clave para entender esta estrategia.
Además, expertos relacionan este corredor con la idea bíblica del Gran Israel, que se extiende desde el río Nilo hasta el Éufrates. Esta visión, que ha sido adoptada por los socios más extremistas de la coalición de Netanyahu, sirve a menudo como justificación para las políticas expansionistas de Tel Aviv.
En palabras de Al Arian, “el Corredor de David es un intento de conectar los Altos del Golán ocupados con la región kurda iraquí a través del sur de Siria. A través de esta ruta y otros medios, Israel busca dividir Siria en grupos árabes sunníes, alauíes, kurdos y drusos. Al aliarse con minorías como los drusos en Siria y los maronitas cristianos del Líbano, Israel pretende explotar las divisiones étnicas y religiosas para fragmentar Oriente Medio lo más posible”. Sin embargo, añade, “es un sueño irrealizable”.
Bajo el pretexto de apoyar a los drusos —que también tienen una notable presencia en Israel, incluyendo a altos generales en su ejército—, el gobierno de Netanyahu ha bombardeado tribus beduinas alrededor de Al-Suweida y hasta el ministerio de defensa del gobierno central en Damasco. Además, declaró el sur de Siria zona desmilitarizada, una señal clara de que Tel Aviv busca controlar la región para conectar la base estadounidense de Al-Tanf con Deir Ezzor, bajo control del YPG, grupo terrorista apoyado por EE.UU.
La presión internacional llevó a un frágil alto al fuego entre Israel y Siria en Al-Suweida, con la retirada del ejército sirio y dejando la región bajo control de facto de los drusos.
El ministro de Exteriores turco, Hakan Fidan, ha acusado directamente a Israel de planear la fragmentación de Siria y amenazó con intervenir para proteger la integridad del país. Aunque no mencionó específicamente el Corredor de David, este proyecto lleva tiempo siendo motivo de inquietud en Ankara.
Omar Alhariri, periodista sirio de Daraa que ha vivido de cerca la guerra civil, el cambio de régimen y los ataques israelíes, coincide con esta visión: “Las acciones de Israel reflejan una estrategia clara para fomentar el caos interno y evitar la creación de un estado sirio estable y próspero”. Para él, “el comportamiento de Israel hacia Siria es un acoso descarado, alentado por el silencio internacional frente a sus acciones en Gaza”.
Daraa, ciudad natal de Alhariri, fue el epicentro de la oposición anti-Assad en 2011 y hoy es objetivo de Israel por estar en el camino del Corredor de David. Los israelíes mantienen presencia en el oeste de Daraa y en la zona de Yarmouk, en la frontera con los Altos del Golán y Jordania.
Según Alhariri, “los mapas públicos sugieren que el Corredor de David podría cortar la frontera entre Siria y Jordania, un desarrollo extremadamente peligroso que amenaza la soberanía y estabilidad de ambos países.”
Israel lleva años intentando debilitar a los estados árabes como parte de su estrategia de Estado. El exministro de Defensa Israel Katz, de línea dura, defendió en su momento “una Siria federal con regiones autónomas”, un eufemismo para un país debilitado.
El enviado estadounidense para Siria, Tom Barrack, confirmó que el gobierno de Netanyahu busca fragmentar Siria porque un Estado fuerte no encaja con sus intereses. Alhariri señala que “Israel usa este corredor para proyectar la idea de que su presencia en Al-Suweida o el este de Siria busca proteger minorías o que cuenta con apoyo local. Estas afirmaciones son falsas y buscan sembrar división entre los sirios, divisiones que benefician a Israel”.
Añade que “esta narrativa es especialmente peligrosa, como han demostrado los recientes hechos en Al-Suweida, porque manipula las sensibilidades identitarias para cumplir objetivos estratégicos israelíes.”
Respecto a un posible ataque a Daraa, Alhariri advierte que Israel enfrentaría “una resistencia prolongada y decidida” en esta zona densamente poblada, que supera el millón y medio de habitantes. Resalta además los fuertes lazos sociales y tribales con Jordania, por lo que una invasión podría desatar un conflicto regional mucho más amplio.
“Un ataque israelí podría desencadenar una guerra larga y violenta que se extendería por toda la región, algo para lo que Israel no está preparado.”
Finalmente, advierte que una ocupación israelí del sur de Siria cortaría al país de Jordania y los países del Golfo, rompiendo la ruta terrestre entre Türkiye y el Golfo, con graves consecuencias más allá de Siria.