A la compleja relación entre México y Estados Unidos, marcada por amenazas arancelarias y desafíos en la seguridad fronteriza, se suma ahora un nuevo frente: la puja por el agua. En el centro del debate quedó el Tratado de Aguas, un acuerdo firmado entre ambos países en 1944. Un pacto bilateral que habría incumplido México, a raíz de una sequía extrema y prolongada en la cuenca del río Bravo, según afirmó Washington, por lo que denegó una solicitud para el envío de agua desde el río Colorado hacia la ciudad fronteriza de Tijuana.
La decisión, anunciada por la Oficina del Departamento de Estado estadounidense para América Latina y el Caribe, se atribuía, según comentaron, a “las continuas deficiencias” de México “en sus entregas de agua bajo el tratado”.
Un tratado bajo presión climática
El Tratado de las Aguas, firmado en 1944, fue establecido para repartir el agua de los ríos transfronterizos que discurren a lo largo de los más de 3.000 kilómetros de frontera compartida.
Estados Unidos está obligado a entregar anualmente a México 1.850 millones de metros cúbicos de agua del río Colorado. Mientras tanto, México debe entregar cada año 432 millones de metros cúbicos del río Bravo, o río Grande, como se le conoce en EE.UU.
Sin embargo, México cuenta con un plazo de cinco años, prorrogable por otros cinco, para cumplir con su cuota. El ciclo actual vence el 24 de octubre de 2025. Hasta el momento, según la Comisión Internacional de Límites y Aguas, México adeuda 1.555 millones de metros cúbicos. Es decir, el 72% de su compromiso.
“La situación es crítica”, advierte Gonzalo Hatch Kuri, geógrafo de la Universidad Nacional Autónoma de México, en diálogo con la agencia de noticias AFP. “Sólo si llegan enormes temporales extremos en el periodo de lluvias de agosto y septiembre podrían milagrosamente hacer que se pudiera cumplir el tratado”.
La población en riesgo
Desde el lado mexicano, el estado de Tamaulipas ha advertido que los esfuerzos por cumplir con las exigencias estadounidenses podrían poner en riesgo el abastecimiento de agua de su propia población. Durante un foro reciente, la Secretaría de Recursos Hidráulicos estatal señaló que, además de la sequía histórica, el problema se agrava por la sobreexplotación de la cuenca a causa del exceso de concesiones hídricas para actividades agrícolas e industriales.
El acuerdo bilateral más reciente, firmado en noviembre de 2023 para garantizar un suministro más constante hacia el sur de EE.UU., contempla el uso de aguas del río San Juan, lo cual —según autoridades de Tamaulipas— representa una “violación” al tratado original y pone en peligro la disponibilidad de agua en el noreste mexicano.
Antecedentes
Los intentos por cumplir con el tratado y el impacto que esto genera no son nuevos. En 2020, agricultores del estado de Chihuahua tomaron la presa La Boquilla para impedir el envío de agua para abastecer a Estados Unidos, un conflicto que terminó con un enfrentamiento entre manifestantes y la Guardia Nacional, que dejó un muerto en la contienda.
En el sur de Texas, productores agrícolas y legisladores han expresado su preocupación por el futuro de cultivos como el algodón y los cítricos, ante la persistente escasez. El caudal del río Colorado se ha visto reducido por los efectos del cambio climático y el alto consumo agrícola en el suroeste estadounidense, donde casi la mitad del agua disponible se destina a la ganadería.
Un tratado que no anticipó el futuro
En el marco del Día Mundial del Clima, especialistas han advertido que el Tratado de Aguas de 1944, si bien fue un referente internacional en su momento, no contempla desafíos actuales como el crecimiento poblacional, el cambio climático y la sequía permanente.
“El tratado resulta bastante optimista: los volúmenes asignados a cada país no cumplen las expectativas, de hecho ya no existe ese volumen en la cuenca”, advirtió Rosario Sánchez, directora del Foro Permanente de Aguas Binacionales.
Un nuevo frente
Mientras tanto, la disputa por el agua se suma a otras tensiones en los frentes económicos y diplomáticos que la rodean. El presidente estadounidense, Donald Trump, anunció –después de posponerlo– para el 2 de abril la imposición de aranceles del 25% a productos mexicanos.
Sin embargo, Claudia Sheinbaum, presidenta de México, confía en que su país tendrá “una situación especial”, amparado en su membresía al Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC). La mandataria destacó este miércoles que México también ha colaborado en temas de seguridad y que el presidente Trump lo ha reconocido.