GENOCIDIO EN GAZA
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Gaza hoy es nada menos que un campo de concentración nazi
“Sé el peso de estas palabras. No las escribo a la ligera. Las escribo porque estoy cansado de los eufemismos. Cansado de fingir que esto es un conflicto cuando claramente es una masacre”.
Gaza hoy es nada menos que un campo de concentración nazi
Sin un paso seguro, sin comida, sin agua y sin respiro de las bombas, Gaza hoy refleja la lógica y el sufrimiento de un campo de concentración / Reuters
27 de abril de 2025

Es difícil explicar la sensación de ver cómo tu tierra natal se reduce a una jaula. Saber que tu familia sigue adentro, apiñada en un rincón asfixiante de lo que ya era uno de los lugares más superpoblados del mundo.

Escuchar la voz temblorosa de tu madre diciendo que ya no tienen a dónde ir. Ni al norte. Ni al sur. Ni al este. Ni siquiera al mar, porque el mar ahora solo trae el zumbido de los buques de guerra y el eco de las explosiones. Esta es Gaza hoy: un territorio reducido a una trampa.

En los últimos meses, casi dos millones de palestinos han sido empujados hacia un fragmento de tierra que ya de por sí era un fragmento. Gaza tiene apenas 365 kilómetros cuadrados. Eso significa que más de 2,3 millones de personas están siendo hacinadas en poco más de 120 kilómetros cuadrados. Una densidad de población de casi 20.000 personas por kilómetro cuadrado, más de diez veces la de Londres, más que cualquier gran ciudad del mundo.

Las escuelas se han convertido en dormitorios, los suelos se comparten entre desconocidos y el pan se ha vuelto un recuerdo. Ya no quedan tiendas de campaña. No hay agua limpia. No hay comida. Y no hay silencio.

Cuando llamo a mi familia en Gaza —a los que sobrevivieron a los últimos bombardeos israelíes— oigo el caos: bebés llorando, el crepitar de explosiones lejanas, el tintineo de ollas vacías.

Mi sobrina me cuenta que ahora comparte el suelo con once personas más en una escuela que nunca fue pensada para vivir. Mi primo, padre de cuatro hijos, me escribió la semana pasada:

"Hacemos fila dos horas por un pedazo de pan duro. Bebemos agua de los charcos. Israel nos mata de hambre y luego nos bombardea de nuevo."

Esto no es una exageración. No hace falta usar metáforas. Esto es a lo que nos referimos cuando hablamos de “campo de concentración”.

Sí, estoy usando esas palabras porque, ¿cómo más puedes llamar al acto de acorralar a una población en un espacio cada vez más reducido, privarla de comida, agua y medicinas, y bombardearla sin salida ni respiro? Esto no es simplemente un conflicto. ¿Qué otro nombre puede tener cuando un Estado diseña un sistema no solo de control, sino de contención y exterminio deliberado y sistemático?

Históricamente, la gente ha evitado usar ese término por respeto a los horrores del Holocausto. Pero si de verdad queremos honrar la historia, debemos aprender de ella.

En la Alemania nazi, campos de concentración como Sachsenhausen y Dachau fueron construidos para aislar, controlar y, finalmente, destruir a grupos de personas que el régimen consideraba indeseables.

Hoy, Gaza está más densamente poblada que Dachau en su momento más crítico. Y, aun así, sus habitantes siguen atrapados en una prisión a cielo abierto, cuyas paredes están hechas de historia e indiferencia.

Lógicas estructurales similares a los campos de concentración

Hacinamiento: Auschwitz, en su momento de mayor congestión, albergaba a 1.200 personas en barracones diseñados para 700. El corredor sur de Gaza ahora contiene a casi dos millones de personas en un espacio que jamás fue pensado para sostener tal densidad. Es un lugar de compresión constante.

Refugio: En Auschwitz, los prisioneros dormían sobre paja, fila tras fila, hombro con hombro. En Gaza, quienes logran conseguir una tienda duermen en el suelo, si tienen suerte. Otros descansan bajo lonas plásticas o a la intemperie. La privacidad no existe. Las mujeres amamantan a sus hijos entre extraños. Las familias se refugian bajo los escombros.

Saneamiento: Las letrinas en Auschwitz eran rudimentarias pero existían. En Gaza, las aguas residuales se filtran en los refugios improvisados. Las montañas de basura se acumulan ante la falta de recolección. El agua es imbebible. Los niños se bañan en charcos, a menudo los mismos donde defecan los animales. La enfermedad se propaga, sin control ni reconocimiento.

Colapso médico: En Auschwitz, la enfermedad era parte del sistema. En Gaza, también. Más de 1.400 trabajadores médicos han sido asesinados. Los hospitales han sido bombardeados o se han quedado sin combustible. Los niños mueren por heridas que ya no hay quien trate. Las fosas comunes se han convertido en rituales diarios.

No es daño colateral

Después de forzar a los palestinos a desplazarse desde el norte y el centro de Gaza, Israel los canalizó hacia el sur, prometiéndoles seguridad. Pero Rafah y Jan Yunis se convirtieron en objetivos.

Las fuerzas israelíes bombardearon las mismas zonas que habían declarado “zonas seguras”. Impusieron un bloqueo total de alimentos, agua, medicinas y combustible. Y tras una breve tregua, comenzaron a bombardear nuevamente.

Desde entonces, miles han sido asesinados. Miles más han resultado heridos, muchos de ellos mujeres y niños. La magnitud del sufrimiento es inimaginable, pero no es accidental. No es daño colateral. Es una táctica.

No puedo dejar de pensar en mi padre, quien vivió la Nakba en 1948 y siempre nos decía: “Nos quitaron la tierra, pero no el espíritu.” De niño, solía caminar descalzo y orgulloso entre los olivares. Ahora, con 80 años, yace sobre un colchón delgado en una tienda de campaña, viendo cómo esos mismos olivares son arrasados, y cómo sus nietos se convierten nuevamente en refugiados, esta vez sobre los escombros de sus propios hogares.

Algunos lo llaman limpieza étnica. Otros lo llaman genocidio. Yo lo llamo como me lo dicta el instinto: una exterminación lenta y deliberada de un pueblo, con el mundo mirando desde los márgenes.

Gaza no está simplemente bajo asedio. Gaza está siendo borrada.

Sé el peso que tienen estas palabras. No las escribo a la ligera. Pero las escribo porque estoy cansado de los eufemismos. Cansado del lenguaje vacío del “ambas partes”. Cansado de fingir que esto es un conflicto cuando claramente es una masacre.

Escribo porque mis hermanos ya no tienen hogar. Porque mis sobrinos ya no tienen escuelas. Porque mis padres ya no tienen hospitales. Porque mi pueblo ya no tiene futuro, a menos que empecemos a llamar a esto por su nombre.

Esto es un campo de concentración. Y está ocurriendo ante nuestros ojos.

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FUENTE:TRT World
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