AMÉRICA LATINA
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Eduardo Galeano, el escritor uruguayo que defendió a las víctimas y denunció el horror en Palestina
Eduardo Galeano, autor de “Las venas abiertas de América Latina”, siempre buscó en su obra dar voz a los oprimidos. Hoy sus ensayos sobre el genocidio en Gaza tienen una dramática actualidad.
Eduardo Galeano, el escritor uruguayo que defendió a las víctimas y denunció el horror en Palestina
Las palabras de Galeano sobre el genocidio en Gaza resuenan con una dramática actualidad. / Getty
17 de abril de 2025

No hay secretos para explicar la popularidad de los lectores de Eduardo Galeano, nacido en Montevideo, Uruguay, en 1940. En un lenguaje sencillo, austero y hasta juguetón, “Las venas abiertas de América Latina”, su libro más reconocido, describe 500 años de genocidio, despojo y explotación que volvieron más ricos y poderosos a los imperios europeos y luego a Estados Unidos, a costa del sacrificio de indígenas americanos y africanos traídos en barcos al continente. 

Desde su publicación en 1971, “Las venas abiertas de América Latina” se ha transformado en una lectura insoslayable en innumerables universidades y escuelas en todo el mundo. Según un artículo de 2021 de la Secretaría de Cultura de Argentina, el libro superó en todo el mundo las 70 ediciones y los dos millones de ejemplares vendidos.

En abril de 2009, en Trinidad y Tobago, el entonces presidente de Venezuela, Hugo Chávez, le obsequió a su homólogo estadounidense Barack Obama, un ejemplar de esta obra de Galeano. En ese entonces, llevaba ya 27 reimpresiones en español y era el libro de no ficción de mayor venta en España, país en el que hasta ese momento había vendido 150.000 ejemplares. 

Para Galeano, “Las venas abiertas de América Latina” es un manual de divulgación que expone las claves historiográficas y económico-políticas con el estilo de una novela de amor o de piratas. 

Esta es, por supuesto, una historia inacabada, en la que se juega el destino de 120 millones de niños latinoamericanos pobres en el centro de la tormenta y que Galeano buscó llevar al gran público, despojándose del incomprensible lenguaje académico.

Galeano detectó el destino común que compartieron los indígenas americanos con los judíos y los musulmanes expulsados en 1492 de Al-Andalus. Y presta oído a las historias de los “nadies”, retratados no sólo como víctimas, sino en todo su esplendor cultural. Su lenguaje simple esconde una gran erudición, sensibilidad y respeto por aquellos pueblos que las potencias occidentales consideran fuera de la historia.

A diferencia de lo que sucede en nuestros días, un texto de esta índole no producía en los lectores parálisis, impotencia o melancolía sino que, por el contrario, era un llamado a luchar por la justicia, la igualdad y la descolonización. 

La defensa de la causa Palestina

La causa palestina estuvo desde siempre en el corazón de los movimientos revolucionarios latinoamericanos, sobre todo a partir de la visita del Che Guevara a Gaza en 1959 y la posterior conformación del Movimiento de Países no Alineados. 

Los textos de Galeano sobre la resistencia palestina y las masacres perpetradas por Israel reflejan un conocimiento meticuloso y un tratamiento empático con las diferentes memorias. Galeano no presenta la violencia política como irracional, sino que la inscribe en una trama geopolítica y cultural compleja, que permite vincular la historia y la memoria de los pueblos a lo largo y a lo ancho del mundo. 

“Casi nada se habla del Muro de Cisjordania, que perpetúa la ocupación israelí de tierras palestinas y será quince veces más largo que el Muro de Berlín”, escribe en su poema “Muros” y acaba con una pregunta: “¿Por qué será que hay muros tan altisonantes y muros tan mudos?”

Columnas de una asombrosa actualidad

En 2004, el Parlamento de Israel aprobó una iniciativa del primer ministro Ariel Sharon, responsable de la masacre de Sabra y Shatila de 1982, en la que se ordenaba la “desconexión de Gaza”. Israel decidía retirar unilateralmente a sus propios colonos de Gaza por la fuerza, pero sin la intención de avanzar en un acuerdo de paz con los palestinos. 

Al poco tiempo se celebraron elecciones monitoreadas por veedores internacionales, que le dieron un triunfo inobjetable a Hamás. Israel y EE.UU. impusieron inmediatamente un bloqueo completo sobre Gaza, desconociendo el resultado democrático. Desde entonces, Israel desató varias campañas de exterminio contra la población civil de Gaza, lo que condujo hasta el genocidio actual que se inició en octubre de 2023.

En julio de 2006, en una de sus contratapas habituales en el periódico argentino Página 12, Galeano denuncia un bombardeo israelí al sur del Líbano, ridiculiza el uso del término antisemitismo para acallar las voces críticas hacia Israel, e historiza la opresión de los palestinos. Estas líneas podrían haber sido escritas en la década de 1960, o de 1980, o hace pocos días: 

“La cacería de judíos fue, durante siglos, el deporte preferido de los europeos”, reflexionó allí Galeano. “En Auschwitz desembocó en un antiguo río de espantos, que había atravesado toda Europa. ¿Hasta cuándo seguirán los palestinos y otros árabes pagando crímenes que no cometieron? Hezbollah no existía cuando Israel arrasó el Líbano en sus invasiones anteriores. ¿Hasta cuándo nos seguiremos creyendo el cuento del agresor agredido, que practica el terrorismo porque tiene derecho a defenderse del terrorismo?”.

Israel llamó Operación Plomo Fundido al primer ataque masivo a Gaza desde la desconexión unilateral y el comienzo del bloqueo como castigo colectivo por el triunfo electoral de Hamás. Estas “operaciones militares” fueron en realidad un eufemismo para referirse a masacres sistemáticas de civiles a través del bombardeo de edificios de viviendas durante la noche y la destrucción de infraestructura vital. 

En enero de 2009, mientras Israel lanzaba los últimos ataques que habían comenzado en diciembre del año anterior, Galeano publicó una columna llamada “Operación Plomo Impune”, donde se despacha contra la hipocresía de la mal llamada comunidad internacional: “La llamada comunidad internacional, ¿existe? ¿Es algo más que un club de mercaderes, banqueros y guerreros? ¿Es algo más que el nombre artístico que los Estados Unidos se ponen cuando hacen teatro?”.

Galeano cita veladamente a Hannah Arendt, quien se refería al “derecho a tener derechos” de los apátridas y sin papeles, para describir el despojo de los palestinos: “¿Quién le regaló el derecho de negar todos los derechos?”, cuestionaba allí el autor. “¿De dónde viene la impunidad con que Israel está ejecutando la matanza de Gaza?”.

El texto cierra con una dedicatoria clave a sus amigos judíos asesinados por las dictaduras latinoamericanas que Israel asesoró. Esa dedicatoria es una típica intervención de Galeano: mediante una frase simple y hasta inocente en apariencia, pone en crisis toda la lógica discursiva articulada por los medios de comunicación masiva y el discurso político israelí. 

Denuncia la complicidad de Israel con dictaduras genocidas, enemigas de la democracia, violadoras sistemáticas de derechos humanos y, como agravante, efectivamente antisemitas, ya que los detenidos desaparecidos de origen judío fueron tratados con especial crueldad. Esos activistas, a su vez, simpatizaban con la causa palestina, ya que sus organizaciones tenían vínculos afectivos y estratégicos con la Organización de Liberación Palestina. Y por último, ridiculiza nuevamente la instrumentalización del término antisemita para estigmatizar a judíos, cristianos y musulmanes que rechazan la violencia colonial israelí. 

El texto muestra cómo el propio Israel alimenta y acrecienta el terrorismo, y echa por tierra las excusas perversas de los niños asesinados como daños colaterales. 

“Desde 1948, los palestinos viven condenados a humillación perpetua. No pueden ni respirar sin permiso. Han perdido su patria, sus tierras, su agua, su libertad, su todo… Ya poca Palestina queda. Paso a paso, Israel la está borrando del mapa”, escribe allí Galeano. “El ejército israelí, el más moderno y sofisticado del mundo, sabe a quién mata. No mata por error. Mata por horror”. Hoy, sin dudas, la vigencia de sus palabras resulta espeluznante. 


FUENTE:TRT Español
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