Era la gran promesa del fútbol femenino libanés hasta que un misil israelí paralizó su carrera
CULTURA
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Era la gran promesa del fútbol femenino libanés hasta que un misil israelí paralizó su carreraCeline Haidar era capitana del equipo campeón en la liga libanesa de fútbol. En 2024, un misil israelí la dejó en coma. A pesar de la gravedad, ninguna federación de fútbol se solidarizó con ella. Hoy lucha por volver: “Sólo los cobardes se rinden”.
Para Celine Haidar, el fútbol no era sólo un deporte. Era una puerta a la libertad: “La cancha era donde podía ser yo misma”. Foto: Celine Haidar / Otros
hace 3 horas

Celine Haidar creció en Dahiyeh, un barrio popular del sur de Beirut, Líbano. Entre callejones, risas y azoteas cubiertas de ropa tendida, el fútbol era parte de su vida cotidiana. Desde 2008 existe una liga femenina nacional en Líbano, pero con recursos mínimos y poca visibilidad. Clubes como Beirut Football Academy (BFA) han sostenido el desarrollo a contracorriente. Y, en la liga, Celine era una de sus mayores promesas.

“Soy la menor de tres hermanos. No teníamos mucho, pero nos teníamos los unos a los otros”, recuerda Celine en conversación con TRT Español. “Desde que tengo memoria, el fútbol formaba parte de mi mundo. Siempre estaba fuera, corriendo con los chicos del barrio, intentando demostrar que podía jugar tan bien como ellos o incluso mejor”.

Para ella, el fútbol no era sólo un deporte. Era una puerta abierta a la libertad. “En un lugar donde a las niñas se les decía que debían callar, la cancha era donde podía ser yo misma”, recuerda. “Eso me dio fuerza, confianza y sueños que soñar”.

“Sentí que mi vida se quebró en un segundo”

El 16 de noviembre de 2024, todo cambió. Celine acababa de regresar del entrenamiento. Tras una advertencia israelí de evacuación, intentó salir con su hermana. Un misil impactó cerca y la metralla le atravesó el cráneo.

Con voz firme, recuerda fragmentos de aquel día: “Iba a salir, y había gente gritándome que venía un ataque aéreo. Me quedé. Y ocurrió”.

Fue trasladada de urgencia al hospital Saint George, donde los médicos la indujeron a un coma. Horas después del ataque, un video que mostraba a Celine gravemente herida entre los escombros comenzó a circular en redes sociales. Su rostro ensangrentado, su cuerpo inmóvil. La imagen conmovió a quienes la vieron, pero no provocó ninguna reacción del mundo del deporte. Ninguna federación internacional de fútbol, ninguna liga femenina se pronunció en solidaridad con Celine.

A nivel local, sí hubo respuesta: sus compañeras del BFA organizaron vigilias. Pero fuera de Líbano, reinó el silencio. Durante dos meses, su familia esperó un milagro.

“Sentí que mi vida se quebró en un segundo. Las piernas que me llevaron a cada victoria estaban destrozadas. Pasé de la muerte a la vida”, recuerda. “No me voy a rendir. Pero ni a mis enemigos les deseo este dolor”.

Aunque al principio creyó que nunca volvería a ser la misma, ahora lo tiene claro: “No hay marcha atrás. Solo los cobardes se rinden”.

Su padre, Abbas Haidar, aún se emociona al hablar de ella: “Nunca imaginé tener una hija como ella. Ella siempre me decía: ‘Ya verás todo lo que voy a lograr’”.

Su madre, Sanaa Shahrour, no tiene dudas: “Mi hija es una heroína. Es fuerte. Se va a levantar. Y va a volver a jugar”.

De su admiración por Ronaldo al sueño de la academia propia

Celine admiraba a Cristiano Ronaldo, no solo por su talento, sino por su ética: “Veía sus partidos como si fueran clases”.

Más tarde se sintió reflejada en Toni Kroos: “Jugadores que no brillan tanto, pero hacen que todo funcione. Me veía así: una jugadora que entiende el deporte”. 

Antes del ataque, sus sueños empezaban a hacerse realidad. Había ayudado a su club a ganar la liga femenina libanesa donde salieron invictas. Fue nombrada capitana y convocada por primera vez a la selección nacional.

“Todo el esfuerzo, los entrenamientos al amanecer, las noches sin dormir… empezaban a dar fruto”, evoca.

Pero Celine soñaba con más: “Quería abrir una academia de fútbol para niñas, un espacio donde pudieran crecer, entrenar y soñar, como yo lo hice”.

El honor de ser capitana y vestir la camiseta del club

Para Celine, la camiseta no era solo una prenda deportiva. Representaba su historia, su lucha, y todo lo que había superado para llegar ahí.

“Jugar por mi club y por mi país no era solo una meta: era parte de quién soy. En el BFA no éramos solo compañeras, éramos una familia. Ser capitana de un equipo tan fuerte y unido fue un honor”.

Pero llevar el uniforme de la selección era otra dimensión: “Eso era sagrado. Ese momento que sueñas desde niña: cantar el himno, saber que representas a todo un país. Era la prueba de que todo es posible”.

“Jugaba cada minuto como si fuera el último. Y no solo por mí, sino por cada niña a la que le dijeron que no podía. Para mostrarle que sí se puede. Hoy volver a jugar es solo el primer paso. Hay un país que representar y barreras que romper”.

Cuando el fútbol calla

El fútbol femenino ha construido su identidad en torno a la justicia, la igualdad y el activismo. Las jugadoras han marchado por las vidas negras, han llevado brazaletes arcoíris, han desafiado a la FIFA.

Meses antes del ataque que sufrió Celine, más de 100 futbolistas —Megan Rapinoe, Leah Williamson, Sam Kerr— protestaron contra el patrocinio de Saudi Aramco, y denunciaron sus abusos y el impacto ambiental.

Pero cuando una joven futbolista árabe fue bombardeada por Israel, el silencio fue absoluto. Ninguna jugadora habló. Ninguna federación publicó un comunicado. Ninguna campaña se lanzó en su nombre. Nadie mencionó públicamente a Celine Haidar.

¿Si el fútbol puede denunciar a petroleras y violaciones de derechos humanos, por qué no puede condenar un crimen de guerra israelí contra una futbolista?

Celine Haidar no es solo una sobreviviente. Es el espejo de un deporte que promete solidaridad, pero calla cuando más importa.

Por poco pierde la vida a causa del mismo tipo de bombas que han matado a centenares de atletas árabes. Según la Asociación de Medios Deportivos Palestinos, más de 700 deportistas han sido asesinados en Gaza desde octubre de 2023. En Líbano, al menos 16 atletas también han muerto en ataques israelíes.

Tel Aviv ha bombardeado estadios, academias, instalaciones olímpicas. Ha asesinado a futbolistas, boxeadores, árbitros. 

Y el mundo del fútbol ha guardado un silencio ensordecedor.

Este no es solo el caso de Celine: es un patrón de impunidad. Y si el fútbol no lo denuncia, es cómplice.


FUENTE:TRT Español
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