¿Puede el trauma transmitirse a los genes de las futuras generaciones? Los expertos lo revelan
CIENCIA Y TECNOLOGÍA
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¿Puede el trauma transmitirse a los genes de las futuras generaciones? Los expertos lo revelanEn un descubrimiento, investigadores han encontrado que el trauma no solo persiste en la memoria individual, sino que podría dejar una marca duradera en el ADN, moldeando a las generaciones futuras.
La epigenética, el estudio de los cambios en la expresión genética que no alteran las secuencias del ADN pero sí son influenciados por el entorno y la experiencia, sugiere que el trauma deja una huella molecular. / AP
28 de marzo de 2025

En un descubrimiento pionero, un equipo internacional de investigadores liderado por la bióloga molecular Rana Dajani, de la Universidad Hashemita en Jordania, ha descubierto pruebas de que el trauma deja una huella genética que puede ser heredada.

El estudio, publicado el 27 de febrero en  Scientific Reports, contó con la participación de Catherine Panter-Brick, de la Universidad de Yale, quien diseñó encuestas sobre el trauma, y Connie Mulligan, de la Universidad de Florida, quien llevó a cabo el análisis epigenético.

Este tipo de investigación había estado limitado a estudios con animales, ya que recrear tales condiciones en humanos sería poco ético. Sin embargo, el lado oscuro de la historia hizo posible el experimento sobre el trauma intergeneracional.

Durante décadas, Siria ha sido testigo de ciclos interminables de violencia, desde la masacre de Hama en 1982 hasta  el conflicto que estalló en 2011 y que ha perdurado por más de 13 años. Esta devastación ofreció un escenario raro y trágico para estudiar el legado biológico del trauma en los seres humanos.

Para Dajani, una científica de origen sirio-palestino y descendiente de refugiados, la investigación no solo tiene un profundo valor personal, sino que también representa una verdadera revolución científica, un giro de mirada que se había revertido, de manera empírica, por la propia experiencia vivida.

“Esta idea vino de una científica sirio-palestina, hija de refugiados”, relató a TRT World.

“Normalmente, los científicos provienen de Occidente. En este caso, es diferente. La científica es de la comunidad local, y gracias a la ciencia y el conocimiento de la comunidad, pude hacer una pregunta científica muy importante”.

Esa pregunta nunca había sido planteada antes: ¿Podrían los horrores de la violencia quedar inscritos en los genes de las generaciones futuras?

Tras años de recolección de datos, análisis de ADN y exhaustivas investigaciones en laboratorio, la respuesta ha sido más reveladora de lo que se podría haber imaginado.

El rastro del trauma a través del ADN

La epigenética, el estudio de los cambios en la expresión genética que no alteran las secuencias del ADN pero sí son influenciados por el entorno y la experiencia, sugiere que el trauma deja una huella molecular.

Normalmente, cuando nace una nueva generación, los marcadores epigenéticos previos se borran, permitiendo que las células comiencen de nuevo. Sin embargo, la investigación de Dajani revela lo contrario.

Su equipo recogió muestras de la mucosa bucal de 131 participantes provenientes de 48 familias, las cuales fueron analizadas en la Universidad de Florida. El estudio agrupa a los participantes en tres categorías:

El estudio dividió a los sujetos en tres categorías:

  1. Abuelas que experimentaron trauma durante el embarazo en la masacre de Hama de 1982, sus hijas y nietas.

  2. Abuelas que no estuvieron en Hama durante la masacre de 1982, pero cuyas hijas estuvieron expuestas al levantamiento sirio de 2011.

Familias sirias que habían dejado Siria antes de 1982 (algunas desde 1925), incluyendo abuelas, hijas y nietas.

Además, se estudió a dos hermanos dentro de cada familia, con una nieta nacida antes del levantamiento de 2011 y otra nacida después, lo que permitió una comparación directa dentro de las mismas.

Resiliencia derivada del trauma intergeneracional

Después de siete años de exhaustiva investigación, el equipo hizo hallazgos significativos. A partir de las muestras de ADN, identificaron 21 sitios en el genoma que mostraron una firma de trauma resultante de la exposición directa, distinta de los 14 sitios encontrados en la exposición indirecta observada en las nietas.

Uno de los descubrimientos más sorprendentes fue que los fetos expuestos al trauma en el útero mostraron signos de envejecimiento epigenético acelerado. El trauma no solo afectaba a la madre embarazada y a su hijo no nacido, sino también a las células reproductivas en desarrollo dentro del feto. Dado que las células fetales se dividen rápidamente, son más vulnerables a las influencias ambientales, incluido el trauma.

“Y esto es muy importante porque hoy, cuando miramos Gaza, hay miles, decenas de miles de mujeres embarazadas expuestas al genocidio que se está desarrollando”, señaló Dajani.

Sin embargo, la función de los 14 sitios aún permanece desconocida.

Como explicó Dajani, estos sitios no se vinculan con la depresión ni con otros caminos biológicos negativos conocidos. “¿Qué significa eso? Estos caminos no se activan por la depresión u otros marcadores negativos”, agregó.

A pesar de este enigma, Dajani sostiene que estos sitios no identificados podrían estar conectados con funciones regulatorias superiores que podrían ofrecer un rayo de esperanza para el futuro.

Esto abre la puerta a una posibilidad fascinante: ¿Podrían estos sitios estar relacionados con la resiliencia en lugar de con la vulnerabilidad?

“Porque no han sido identificados, probablemente jueguen un papel en la regulación superior”, sugirió Dajani. “A través de la evolución, la humanidad siempre ha soportado la guerra. Sobrevivimos, prosperamos, florecemos”.

Aunque Dajani aún no puede confirmar científicamente que el trauma cause cambios genéticos que favorezcan la resiliencia en las generaciones futuras, los hallazgos apuntan fuertemente hacia esa dirección, aunque se requieren más experimentos para confirmar esos signos.

No víctimas, como retratan los colonizadores

Dajani es plenamente consciente de las implicaciones más amplias de su trabajo. Relaciona los hallazgos sobre la resiliencia con la forma en que la ciencia occidental ha retratado históricamente a las sociedades orientales.

Ella argumenta que esta investigación desafía la noción de que el trauma convierte permanentemente a las comunidades en víctimas vulnerables, ofreciendo una comprensión más matizada de la resiliencia frente a la adversidad.

“Esto es muy importante”, dijo, “porque la ciencia occidental siempre ha retratado a las personas expuestas al trauma y a sus descendientes como víctimas y vulnerables. Y probablemente la verdadera razón de su victimización y vulnerabilidad es debido a las barreras estructurales impuestas por el colonizador, o la desigualdad, o el racismo, o el apartheid”.

El uso deliberado de la palabra “colonizador” por parte de Dajani es un desafío a la narrativa tradicional.

“Entonces, esta actitud negativa, esa idea de que el trauma te convierte en una víctima, es una idea muy colonizadora. Ellos hacen guerras, y luego nos dicen que somos víctimas. Y quieren venir a salvarnos, que es la colonización actual a través de la ayuda humanitaria y el desarrollo”.

Estas visiones distorsionadas han sido empleadas durante largo tiempo para entender cómo los colonizados se ven a sí mismos y su lugar en el mundo. A través de la deshumanización, el trauma epistémico inflige una herida psicológica y emocional profunda, cuyos efectos perduran mucho después de que la dominación colonial haya concluido.

Sin embargo, para Dajani, la ciencia y los datos empíricos revelan algo mucho más profundo.

“Ahora, gracias a la biología, podemos decir: No es la biología lo que los convierte en víctimas, son las barreras estructurales”.

Su trabajo subraya la importancia de cambiar las percepciones: "Si adoptamos ese enfoque, que requiere que descolonizamos nuestras mentes, que no somos víctimas, entonces podemos trabajar juntos en todo el mundo para derribar las barreras estructurales que nos impiden tener igualdad y nos permiten salir de la pobreza, de la guerra, de la desigualdad y de la injusticia".

Dajani sostiene que los hallazgos apuntan a algo más esperanzador.

“No está en nuestro ADN ser víctimas; en nuestro ADN, como parte de la evolución, podemos sobrevivir, prosperar y florecer, y enfrentar la adversidad en las futuras generaciones porque somos una especie adaptable. Tenemos la capacidad de tomar decisiones hacia adelante”.

¿Puede la investigación ayudar a lograr justicia en Siria?

Las posibles aplicaciones de esta investigación van más allá del ámbito académico, incluso en casos de trauma derivado de la violencia doméstica, señala Dajani.

Además, puede extenderse a la esfera política. Con la caída del régimen de Assad en diciembre de 2024, se ha abierto una puerta para la rendición de cuentas en Siria. Dajani cree que la ciencia puede desempeñar un papel crucial en este proceso.

“Ahora esta evidencia biológica puede ser utilizada en un tribunal para hacer responsables a los perpetradores de las atrocidades que han cometido”, asegura.

Para Dajani, el propósito de la ciencia es claro. Cree que los hallazgos de esta investigación pueden ir más allá del ámbito académico, ofreciendo una herramienta poderosa para lograr justicia en Siria.

“Esta es una nueva frontera en la que la ciencia no solo puede descubrir la verdad, sino también contribuir a la rendición de cuentas y la justicia, pero esto está fuera del ámbito exclusivo de los científicos”.

Para Dajani, el propósito de la ciencia es servir a la humanidad: “Todo científico debe hacer ciencia porque queremos beneficiar a la humanidad”.

Su mensaje se extiende a un llamado a una mayor responsabilidad global: “Está sonando una campana para despertar al mundo entero, para que entendamos que debemos hacer mejor las cosas como seres humanos. Necesitamos proteger a la humanidad, que todos somos iguales, no algunos más iguales que otros”.


FUENTE:TRT World
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