Las elecciones parlamentarias en Siria, programadas a realizarse entre el 15 y el 20 de septiembre, representan el primer intento del país por establecer un nuevo cuerpo legislativo desde la caída del régimen Assad en diciembre de 2024.
A diferencia de las elecciones convencionales, este proceso será completamente indirecto. Dependerá de los colegios electorales —órganos de electores encargados de postular a los parlamentarios— así como de escaños designados, en lugar de una votación pública directa.
Analistas señalan que la decisión del gobierno transicional, liderado por el presidente Ahmed Al-Sharaa, de optar por elecciones indirectas responde tanto a limitaciones pragmáticas como al objetivo de mantener cierto control durante un periodo delicado de transición.
“Después de más de una década de guerra, la población siria está dispersa dentro y fuera del país. No hay un censo actualizado, no existe un registro civil completo y a millones aún les faltan documentos de identidad adecuados”, explica Omar Alhariri, periodista independiente sirio, a TRT World.
Dadas las enormes dificultades logísticas, realizar una votación nacional directa en las condiciones actuales sería “casi imposible”. “Esta es una solución temporal y limitada, pero para el gobierno cumple tanto fines internos como externos”, añade.
El anterior parlamento, que durante décadas operó al servicio del régimen baazista, fue disuelto cuando las fuerzas opositoras bajo el liderazgo de Al-Sharaa derrocaron al gobierno de Bashar al-Assad tras una ofensiva relámpago a finales de 2024. Desde entonces, el gobierno transicional opera bajo una declaración constitucional provisional que establece un periodo de cinco años para esta etapa.
Mustafa Yetim, profesor de relaciones internacionales en la Universidad Eskisehir Osmangazi de Türkiye, señala a TRT World que este ejercicio electoral indirecto, a pesar de sus limitaciones, debería considerarse un avance.
“La mera posibilidad (de una elección) marca una mejora notable comparada con el anterior régimen represivo baazista”, señala, en referencia a las elecciones parlamentarias simuladas que se celebraban cada cuatro años bajo el mandato de Assad.
Yetim considera que la administración de Al-Sharaa está intentando reconstruir las instituciones del Estado e integrar a Siria en la comunidad internacional. Su búsqueda de legitimidad, dice, podría abrir el camino a un proceso democrático más sólido en el futuro.
¿Cómo será el proceso electoral?
Las elecciones de septiembre de 2025 establecerán una Asamblea Popular de 210 escaños en total, con 140 miembros seleccionados por colegios electorales locales y 70 designados directamente por el presidente Al-Sharaa.
Un decreto presidencial emitido en junio creó un comité de 10 miembros para supervisar la formación de los colegios electorales locales encargados de seleccionar a los legisladores.
Estos colegios estarán formados por profesionales, académicos y figuras comunitarias que postularán y seleccionarán a los representantes parlamentarios. Los candidatos dispondrán de aproximadamente una semana para preparar sus plataformas antes de participar en debates, lo que garantizará un proceso estructurado –aunque indirecto– de selección.
Hamdullah Baycar, profesor de relaciones internacionales en la Universidad Técnica de Karadeniz, afirma a TRT World que cada una de las 14 gobernaciones enviará un número diferente de representantes a la Asamblea Popular.
Aunque la justificación oficial de este método se basa en las limitaciones técnicas y legales —como la ausencia de un sistema de registro de votantes—, el modelo también permite limitar la apertura electoral, dando margen al gobierno para gestionar los resultados de forma más predecible, señala.
Para responder a las preocupaciones sobre transparencia y pluralismo, la administración de Al-Sharaa se ha comprometido a permitir la presencia de observadores internacionales durante el proceso electoral, en un intento por reforzar su legitimidad externa y consolidar su mensaje de reforma, añade Baycar.
¿Qué funciones tendrá la Asamblea Popular?
Alhariri afirma que la principal tarea del nuevo parlamento será gestionar la dimensión legislativa del periodo de transición.
“Eso incluye aprobar leyes, respaldar reformas económicas y ayudar al gobierno a obtener reconocimiento internacional”, señala.
El mandato de la Asamblea Popular, renovable cada 36 meses, se enfocará en promulgar leyes que estabilicen el país y reformen décadas de políticas económicas controladas por el Estado.
Aunque la redacción de una constitución permanente es un objetivo a largo plazo, la prioridad inmediata será apoyar los esfuerzos del gobierno transicional para reconstruir las instituciones estatales e impulsar la recuperación económica.
La asamblea ejercerá funciones legislativas hasta que se adopte una nueva constitución permanente, un proceso que podría demorar hasta tres años.
Según Alhariri, el objetivo principal de las elecciones de septiembre de 2025 es otorgar al gobierno de Al-Sharaa una mayor legitimidad política.
“Incluso si la elección no es totalmente democrática, realizarla permite al gobierno decir que hay un sistema funcionando, no solo un régimen de poder personal”, afirma.
Esa legitimidad será clave para conseguir ayuda económica, cooperación en defensa y reconocimiento diplomático por parte de otros países, especialmente aquellos dispuestos a reabrir canales con Siria.
Implicaciones regionales y desafíos
Ahora bien, Yetim considera que el proceso electoral podría tener un impacto más allá de las fronteras sirias.
“Si Siria logra establecer un sistema electoral transparente y pluralista, esto podría servir como un precedente valioso para otros estados del Levante” señala, usando el término histórico para referirse a Jordania, Líbano, Siria e Israel.
En esa línea, destaca los esfuerzos de Al-Sharaa por incluir a diversos grupos sociales —entre ellos drusos, kurdos y alauitas— con el fin de reforzar la cohesión nacional.
“La postura moderada de Al-Sharaa y su evidente aspiración por alinear Siria con los valores del mundo civilizado, desarrollado y liberal han contribuido a fortalecer la legitimidad nacional e internacional de su liderazgo”, añade.
Los analistas ven este proceso electoral indirecto como una solución imperfecta, pero coherente con la realidad de un país que comienza a salir de años de guerra civil e injerencia extranjera.
Sin embargo, persisten los desafíos, sobre todo en gobernaciones como Quneitra, Al-Suweida, Raqqa, Deir Ez-Zor y Al-Hasakah, donde Damasco no tiene aún un control total.
Alhariri subraya que algunos Estados podrían ver estas elecciones como una señal para empezar a relacionarse con las nuevas autoridades de manera más formal y oficial.
“Le da al gobierno algo a lo que apuntar cuando dice: ‘Estamos reconstruyendo las instituciones estatales y avanzando”, concluye. “Es un paso para ser visto como un actor estable y serio”.