Beijing anunció aranceles de hasta un 125% sobre productos estadounidenses, en represalia al incremento del presidente de EE.UU., Donald Trump, a los impuestos sobre las importaciones chinas, que ascendieron a un 145%. Se trata del tercer aumento desde la proclamación del llamado "Día de la Liberación", cuando Washington anunció aranceles masivos.
Aunque este pulso económico entre las dos principales potencias del mundo ha despertado temores sobre una prolongada guerra comercial, un experimentado asesor chino subraya que Beijing simplemente está defendiendo su posición con moderación calculada.
“Como la segunda mayor economía del mundo , China no tuvo más remedio que responder a los aranceles de Trump. A Beijing no le gusta ser objeto de acoso”, afirmó Henry Huiyao Wang, fundador y presidente del Centro para la China y la Globalización (CCG) y exconsejero del Consejo de Estado, la principal autoridad administrativa del país, la cual supervisa varios ministerios y organismos de implementación de políticas nacionales.
“Pero aún tenemos la esperanza de que el diálogo, la discusión y una consulta honesta puedan ayudar a resolver las diferencias, tal como ocurrió durante el primer mandato de Trump”, señaló Wang en conversación con TRT World el viernes en el marco del Foro de Diplomacia de Antalya 2025.
Sin embargo, Wang también se mostró convencido de que la actual escalada probablemente ha tocado techo.
“Creo que la escalada arancelaria ha terminado”, señaló, aludiendo a un reciente anuncio del Ministerio de Comercio de China, según el cual Beijing no tomará más medidas de retaliación , incluso si Washington decide volver a subir los aranceles.
“China ya anunció que no aumentará más los aranceles… No seguirán en esa línea”, puntualizó.
“La sucesiva imposición de aranceles excesivamente altos a China por parte de EE.UU. se ha convertido en nada más que un juego de números, sin ningún significado económico real”, aseguró un portavoz del Ministerio de Comercio chino en un comunicado el viernes.
“Esto no hace más que evidenciar la práctica de EE.UU. de usar los aranceles como arma de coerción y acoso, convirtiéndose por sí mismo en una broma ”, añadió el partavoz.
Wang criticó el enfoque de represalias mutuas al considerarlo “contraproducente” y estar fuera de sintonía con las necesidades del mundo globalizado.
“El comercio beneficia tanto a Estados Unidos como a China, y al mundo en general. No se trata únicamente de un asunto bilateral, sino de una cuestión con repercusiones globales”, afirmó, mencionando acciones comerciales similares de EE.UU. contra otros socios como México, Canadá y la Unión Europea.
“China, como una de las mayores economías del mundo y miembro permanente de la ONU, tiene la responsabilidad de defender el comercio justo y el multilateralismo”, afirmó Wang, agregando que Beijing ya ha presentado una queja ante el mecanismo de solución de disputas de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
Pese a las apariencias de confrontación, Wang considera que la situación aún no ha llegado a un punto de no retorno.
El aumento de aranceles “casi significa desacoplarse en el comercio. Pero incluso la administración de Trump ha dicho una y otra vez que no quiere desacoplarse de China o detener el desarrollo de China”, aseguró. “Así que ahora la pregunta es: ¿cómo salimos de esta escalada?”.
Para Wang, la respuesta está en la diplomacia y una dosis de pragmatismo.
Las negociaciones siguen sobre la mesa
Aunque Beijing ha tenido que reaccionar ante lo que percibe como “tácticas de acoso”, Wang destacó que China mantiene la disposición al diálogo.
“La puerta al diálogo por parte de China está completamente abierta”, sostuvo, insistiendo en la necesidad de una diplomacia de alto nivel.
Recordó el acuerdo comercial Primera Fase del Gobierno deTrump como ejemplo de lo que es posible mediante el diálogo . “Incluso durante el primer mandato de Trump, tras un periodo de escalada arancelaria, ambas partes se sentaron a la mesa y firmaron acuerdos”.
Wang sugiere un regreso de ese tipo de intercambios, incluyendo visitas del secretario de Comercio o del representante comercial de EE.UU. a China, o bien invitaciones a los homólogos chinos para viajar a Washington. “Este es el momento para la comunicación y la consulta, no para la confrontación”, subrayó.
Al final de este viernes, la Casa Blanca anunció que Trump sigue siendo optimista respecto a alcanzar un acuerdo comercial con China. “El presidente ha dejado claro que está dispuesto a llegar a un acuerdo con China”, declaró durante una rueda de prensa la secretaria de Prensa de la Casa Blanca, Karoline Leavitt. “Pero si China continúa con las represalias, no será en su mejor interés”, advirtió.
Wang sugirió que la intención inicial de Trump al imponer aranceles era utilizarlos como herramienta de negociación.
“Trump es un hombre de negocios pragmático. En el pasado dijo cosas positivas sobre China. Admiraba el liderazgo chino y sostenía que si EE.UU. y China trabajaban juntos, no existiría en el mundo un problema sin solución.”
Wang también recordó los primeros gestos de acercamiento de Trump hacia Beijing, como la invitación al presidente Xi Jinping a su toma de posesión, a la que asistió el vicepresidente Han Zheng. “Pero ahora, evidentemente, él tiene un público político interno. No quiere perder prestigio.”
También añadió que la necesidad de Washington de contar con la cooperación de China en temas internacionales —como la guerra en Ucrania, las tensiones en Oriente Medio y la desnuclearización de Corea del Norte— podría servir como incentivo para retomar el diálogo.
Wang se mostró esperanzado: “Trump quiere acuerdos en asuntos sobre TikTok, sobre el fentanilo, tal vez incluso sobre la paz. Él mismo se ha autodenominado ‘el presidente de la paz’. Así que hay espacio para dialogar.”

La retórica del presidente de EE.UU. oculta una amarga realidad: China tiene un control férreo sobre la economía más grande del mundo, y la situación, con las tensiones arancelarias, sólo empeorará.
¿Venderá China bonos del Tesoro de Estados Unidos?
Entre los escenarios más dramáticos que barajan algunos analistas está la posibilidad de que China tome represalias deshaciéndose de sus bonos del Tesoro de EE.UU., lo que presionaría al dólar y afectaría a los mercados globales.
Wang, sin embargo, considera poco probable y poco necesario que se recurra a esa medida. “China sigue siendo bastante prudente. No está escalando más”, insistió. Y aunque reconoció que Beijing posee unos 800.000 millones de dólares en bonos estadounidenses, destacó que estas inversiones son beneficiosas para ambas partes.
“China, en esencia, está financiando el déficit estadounidense. Eso resulta muy positivo para EE.UU.”, apuntó.
A su juicio, la guerra comercial de Washington pierde de vista el panorama general: “Es miope centrarse solo en la manufactura. EE.UU. dejó atrás las industrias pesadas hace años por razones como la contaminación, el costo laboral y las preocupaciones medioambientales. Iniciar una guerra comercial para revertir eso no tiene sentido económico.”
Y concluyó con una advertencia: “Las guerras comerciales no benefician a nadie. Tenemos que volver a la mesa de negociación, porque el costo de no hacerlo es demasiado alto, no sólo para EE.UU. y China, sino para toda la economía mundial.”