“Rapear memoria y sembrar futuro”: la revolución de El Aka contra la violencia en Medellín
AMÉRICA LATINA
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“Rapear memoria y sembrar futuro”: la revolución de El Aka contra la violencia en MedellínCon 7 discos editados, el rapero colombiano El Aka usa su música y la agricultura para ayudar jóvenes en la convulsionada Comuna 13, en Medellín. Desde crear jardines para la memoria de familiares muertos hasta intentar cortar el círculo de venganza.
El Aka combina agroecología y arte para cambiar la historia de su barrio en Medellín. / TRT Español
22 de agosto de 2025

En la Comuna 13 de Medellín, un barrio que ha sufrido el conflicto armado en Colombia, Luis Fernando Álvarez Ramírez, alias “El Aka”, adoptó el rap y la agricultura urbana para sembrar paz y esperanza. 

No fue nada fácil. A los 13 años, cuando comenzaba a armar sus primeros versos musicales, le apuntaron con una pistola. Y a los 17, ya había enterrado a más de 20 amigos. Hoy mira hacia adelante, apostando por la música y la tierra como herramientas para transformar su comunidad.

Desde 2002, a través de un proyecto pedagógico llamado Agroarte, combina la agroecología con expresiones artísticas como la música, el graffiti, la pintura, el grabado y el audiovisual. Y gracias a este emprendimiento, se han formado más de 40.000 personas para promover una memoria colectiva.

“Hemos logrado cerrar círculos de violencia y hemos salvado vidas”, afirma El Aka, quien tiene siete discos editados y 120 canciones, a TRT Español. Y entonces se lamenta: “No han sido todas”.

En la última década, la Comuna 13 ha experimentado una transformación notable: dejando atrás la violencia que tinó sus calles, se ha convertido en uno de los principales destinos turísticos de Medellín. Hoy, miles de visitantes recorren sus coloridos murales, utilizan las escaleras eléctricas instaladas en sus laderas y escuchan relatos sobre su intenso proceso de cambio urbano. 

Crecer en medio de una guerra



Después de nacer en Manrique Oriental, una zona golpeada por el narcotráfico, se mudó a la Comuna 13, un sector marcado por la influencia de grupos criminales y guerrilleros como el ELN y las FARC. Allí comenzó su lucha social y, según afirma, a lo largo de los años fue objeto de amenazas debido a su activismo.

“Crecí en medio de la guerra”, dice El Aka, de 38 años. “Y eso genera monstruos”.

A los 16, El Aka se unió a un grupo de mujeres que luchaban por proteger un bosque que las autoridades pretendían convertir en un vertedero: La Escombrera, un nombre que evoca horrores en la reciente historia de Colombia. Es considerada hoy la mayor fosa común de América Latina, según informes.

“Fue con ellas que aprendí a hacer resistencia a través de la siembra”, cuenta El Aka. 

En 2002, el Gobierno de Álvaro Uribe llevó a cabo la 'Operación Orión' en la Comuna 13, la cual tuvo apoyo de grupos paramilitares, según lo registró la Comisión de la Verdad, creada en 2017 tras el acuerdo de paz entre el Estado colombiano y las FARC. Más de dos décadas después, y tras un largo proceso de trabajo comunitario, las familias de las víctimas lograron que en 2024 las autoridades iniciaran un proceso de exhumación.

Agroarte: un proyecto comunitario para 300 personas



De estas experiencias en la Comuna 13 nació Agroarte, un proyecto impulsado por El Aka que combina la siembra, el arte y la educación popular como herramientas para sanar las heridas de una comunidad afectada por la violencia. Hoy, entre 200 y 300 personas —incluidos niños, adolescentes, madres y abuelas— participan activamente en un proyecto comunitario que combina talleres de agroecología con actividades artísticas, las cuales van desde las artes plásticas hasta la música, y que ha producido 300 canciones.

El rapero, reconocido por su voz suave y versos precisos, afirma que su objetivo es crear espacios de apoyo y empoderamiento para alejar a los jóvenes de las estructuras armadas que, según informes, aún operan en la zona.

“Los primeros pasos los dimos en un pequeño terreno en la montaña, sembrando para nuestra alimentación. Luego nos expandimos con talleres de hip hop y arte, pintando murales y recuperando espacios públicos que antes controlaba el narcotráfico”, explica.

Formar parte de Agroarte cambió la vida de muchos jóvenes. Durante los años más duros de la violencia, el colectivo brindó contención social. “Uno de nuestros propósitos principales es ayudar a cerrar círculos de violencia y venganza”, señala.

“Después de cada asesinato, íbamos al velorio, preguntábamos a la familia si podíamos acompañarlos. Les entregábamos una planta con el nombre del ser querido”, recuerda El Aka. “Una madre nos dijo: ‘Gracias a ustedes, pude pedirle a mis hijos que no vengaran a su hermana’”.

Hip-hop agrario 



Así surgió el concepto de “hip hop agrario”. “Si el hip hop es calle, debajo de la calle está la tierra, y la tierra contiene nuestras memorias, historias y luchas”, afirma El Aka, hoy licenciado en arte y magíster en Estudios Urbanos y Ambientales.

Con ese enfoque, en Agroarte enseñan a rapear desde la experiencia del barrio. “Hacemos arte contextual y político desde lo cotidiano. Los jóvenes que siguieron el camino del rap han creado canciones que cuentan nuestra historia y la de nuestras laderas”, señala. 

Algunos jóvenes se convirtieron en jardineros urbanos, otros en promotores de memoria. “Le devolvimos la dignidad a la ladera. No es un lugar perfecto, puede ser violento, pero es nuestro hogar”, añade. 

Al mismo tiempo, su carrera musical ha ido en ascenso, con discos destacados como “El tiempo de la escucha” y “El país de los desterrados”. Ha compartido su mensaje con audiencias cada vez más grandes, logrando miles de reproducciones. 

En YouTube, El Aka ha presentado canciones como “Poesía de tierra” sobre la esencia vibrante y compleja de la Comuna 13. A través de potentes imágenes de montañas, casas y movilizaciones, el artista plasma una realidad cargada de memoria y resistencia.

“Somos semillas de memoria de un rap que germina. Raíces que cierran heridas son la luz de nuestras vidas”, rapea reflejando el alma colectiva de su comunidad. 

El Aka —cuyo apodo remite al famoso fusil soviético— no dispara balas, sino versos punzantes y verdades incómodas. 

Desde la raíz: proyectos que siembran esperanza en la comunidad



Pero no todo ha sido fácil. Con el avance del proceso de desmovilización de los llamados paramilitares en Colombia luego de 2005, el barrio enfrentó lo que El Aka llama “fronteras invisibles”, marcadas por grupos criminales que se disputaban el territorio. En 2014, asesinaron a un niño de 14 años, miembro de un grupo de hip hop. El asesinato fue denunciado por El Aka, lo que lo impulsó a enfocarse en la pedagogía.

“Creamos 22 jardines en el borde de la ciudad, espacios de memoria donde la gente sembraba en honor a sus desaparecidos. El Cementerio Parroquial de La América fue nuestro centro, donde diseñamos un espacio para la catarsis colectiva”, relata.

Bajo la influencia de El Aka, Agroarte ha impulsado la creación del Memorial de las Ausencias en San Javier, un espacio que honra a las víctimas del conflicto armado colombiano y busca reconciliar historias enfrentadas. La organización también ha apoyado proyectos como El Partido de las Doñas, un colectivo de mujeres mayores sobrevivientes de violencia, y Cuerpos Gramaticales, una acción performativa sobre la memoria corporal del conflicto, presentada en Colombia, España y Alemania. 

Hoy, el rapero resalta la importancia de la conciencia y la memoria histórica, casi una década después del acuerdo de paz firmado en 2016 entre el gobierno colombiano y las FARC, y tras 27 operaciones militares en la Comuna 13 de Medellín entre 2001 y 2003.

"Creemos que el arte, en última instancia, cura los espacios afectados por la violencia", concluye El Aka. "Porque si no hay un trabajo profundo de memoria, los horrores del pasado vuelven". 



 

 


FUENTE:TRT Español
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