AMÉRICA LATINA
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China y Estados Unidos se disputan la influencia sobre América Latina: lo que está en juego
La expansión de la influencia de China en América Latina sigue en aumento. Es el segundo socio comercial de la región y el primero para América del Sur. Sin embargo, EE.UU. aún conserva la capacidad de presionar en temas de seguridad.
China y Estados Unidos se disputan la influencia sobre América Latina: lo que está en juego
La institucionalización y consolidación del diálogo China-CELAC evidencian la creciente influencia de Beijing. / AP
3 de junio de 2025

En Beijing se celebró, el pasado 13 de mayo, la IV Reunión Ministerial entre la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y el Gobierno de China, un vínculo que ya cumple 10 años. En ella participaron tres presidentes de América Latina: Luiz Inácio Lula da Silva, de Brasil; Gustavo Petro, de Colombia, y Gabriel Boric, de Chile. A ellos se unieron cancilleres y representantes de todos los países de la región, y el propio presidente de China, Xi Jinping. 

La reunión se da en el contexto del regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, y el recrudecimiento de la tensión entre las dos superpotencias. A diferencia de la agenda agresiva que ha propuesto Trump para América Latina en sus primeros 100 días de regreso a la Casa Blanca, China ofrece a la región una agenda positiva apalancada en inversiones y financiamiento para el desarrollo. Xi se comprometió a desplegar 10.000 millones de dólares, exenciones de visados y sumar a la región a iniciativas de bienes públicos que China está intentando posicionar a nivel global.       

China, con una influencia cada vez mayor en América Latina

Las institucionalización y consolidación del diálogo China-CELAC evidencian la creciente influencia de Beijing sobre una geografía del Sur Global distante y condicionada por la presencia de EE.UU. 

En materia comercial, desde la primera década del siglo XXI, los flujos se han incrementado exponencialmente superando para 2024 la cifra de 500.000 millones de dólares, siendo China el segundo socio comercial de la región y el primero para América del Sur. En esta subregión, la complementariedad económica es muy marcada, pues países con alta producción de materias primas como Brasil, Chile, Uruguay y Perú, exportan hacia China más del 30% del total.

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En lo relativo a inversiones, si bien en el último lustro existió una merma relativa tanto en los flujos de inversión extranjera directa (IED) como en adquisidores y fusiones, las firmas chinas siguen ubicando un importante capital en América Latina y el Caribe en sectores como telecomunicaciones, transporte y electricidad, además de los tradicionales recursos naturales. 

En los últimos años se destacaron las inversiones de Cosco Shipping en el Puerto de Chancay/Perú (con  3.400 millones de dólares), la inversión de BYD para fabricar autos eléctricos en Brasil (1.100 millones) y las inversiones de distintas empresas chinas por un monto estimado de US$ 3.300 millones en siete proyectos de litio en el noroeste argentino. A su vez, Beijing viene desplegando lentamente su rol como acreedor internacional, en concreto como prestamista de última instancia, a partir de créditos y otros instrumentos de asistencia financiera a países como Argentina, Ecuador y Surinam. 

Paralelamente, Argentina, Brasil, Chile, Ecuador, Perú, Uruguay se sumaron como miembros no regionales al Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (AIIB, por sus siglas en inglés) faltando la aprobación final de Bolivia y Venezuela. Este banco lo financia principalmente China, y ya tiene acuerdos de colaboración con el Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe (CAF) y el Banco Nacional de Desarrollo de Brasil (BNDES).  

Por último, en materia política y diplomática las interacciones no han parado de intensificarse. En el último lustro, Panamá, El Salvador, Nicaragua y Honduras rompieron relaciones diplomáticas con Taiwán y otorgaron el reconocimiento a la República Popular de China. A su vez, desde el 2018, 23 países de la región –con distintas inclinaciones políticas– se sumaron al proyecto global chino de financiamiento al desarrollo conocida como la Iniciativa de la Franja y la Ruta (“Belt and Road Iniciative” (BRI), en inglés), siendo Colombia el último en firmar en 2025. Más allá de los beneficios económicos, el ingreso a esta iniciativa implica un fortalecimiento de los vínculos políticos bilaterales dado la creación de una hoja de ruta entre China con cada contraparte.

Entonces, ¿ha perdido influencia Estados Unidos?

Desde una concepción del poder de lógica de suma cero –por lo que uno gana, hay otro que pierde–, el fuerte incremento de la influencia de China en América Latina y el Caribe (ALC) ha implicado inexorablemente la retracción relativa de EE.UU. Si bien esa dinámica puede atribuirse a la falta de capacidad y voluntad de Washington –muy visible desde 2017– de tener una estrategia sólida y persistente hacia ALC, es indudable que Beijing no sólo ha ocupado espacios vacíos, por ejemplo con la diplomacia de las vacunas en la pandemia del covid-19, sino que también ha logrado desplazar interacciones económicas y políticas que antes eran ocupadas por actores públicos y privados de EE.UU.

Ahora bien, además de lo económico y lo político, las relaciones internacionales abarcan la dimensión estratégica militar: los compromisos en materia de seguridad que tienen los distintos países y la adscripción a un conjunto de alianzas en clave de la defensa nacional. 

En este plano, salvo excepciones –Venezuela, Cuba, Nicaragua– la región de ALC es parte y tributa al diseño estratégico militar de Washington, como podemos ver en estos ejemplos en Sudamérica.

-Brasil: mientras Lula viajó a Beijing en mayo de 2023 para profundizar los vínculos económicos con China, el comandante del Estado Mayor General de las Fuerzas Armadas de Brasil, Renato Rodrigues de Aguiar Freire, nombrado por Lula, viajó a EE.UU. a visitar el Comando Sur. El Gobierno de Lula se ha negado a recibir inversiones de China en la firma CEITEC, la única fábrica de semiconductores en Brasil y el hemisferio sur.    

-Chile: por presión de EE.UU., el Gobierno del entonces presidente Sebastián Piñera canceló en 2019 el proyecto de cable submarino de fibra óptica que pretendía unir Chile con el pacífico (a través de China) que iba a desarrollar la empresa Huawei. El negocio fue entonces para Google. Recientemente, el gobierno del actual presidente Gabriel Boric anunció que ponía en revisión la construcción del Parque Astronómico Ventarrones, cooperación científica de una universidad chilena con entidades chinas para un telescopio en el desierto de Atacama, con un financiamiento de 20.000 millones de dólares.

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-Uruguay: en el mismo momento que el entonces presidente Luis Lacalle Pou buscaba negociar un tratado de libre comercio con China en 2023, decidió frenar –por presiones de Washington– la compra de tres buques patrulleros de zonas oceánicas (OPV) chinos que habían ganado una licitación pública.

-Argentina: los intentos de compra de armamento militar chino (JF-17 Thunder) de un sector del Gobierno del entonces presidente Alberto Fernández durante la segunda parte de su mandato (2021-2023), así como la voluntad del gobierno provincial de Tierra del Fuego de que capitales chinos financiaran un Polo Logístico en Ushuaia (ciudad más austral del país) fueron paralizados. El Gobierno del hoy presidente Javier Milei avanzó en la compra de tecnología estadounidense (aviones F-16) y la jefa del Comando Sur visitó Ushuaia para avanzar en una cooperación con EE.UU. en la construcción de dicho polo.

EE.UU. y su “influencia selectiva” en América Latina y el Caribe

Si bien China no ha mostrado intenciones de vincularse con ALC en el plano estratégico-militar, los esfuerzos de EE.UU. –por ahora exitosos– por contener la expansión de Beijing a nivel hemisférico parecen concentrados en frenar y obstaculizar cualquier interacción con efectos para la seguridad nacional. 

Para los países de ALC, en un contexto de aumento de la rivalidad y competencia hegemónica, el desafío es mayúsculo. Los márgenes de maniobras se estrechan y la dificultad de mantener estrategias de equidistancia con Washington y Beijing aumentan. El crecimiento de la influencia de China en ALC es indudable. A su vez, la influencia “selectiva” de EE.UU. sobre su geografía más próxima no puede desconocerse ni subestimarse.      

FUENTE:TRT Español
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