La transición hacia redes inteligentes alimentadas por energías renovables está transformando el sector energético mundial, pero también plantea riesgos como apagones, ciberamenazas y una mayor dependencia de nuevas tecnologías, según un reciente informe de la Academia de Inteligencia Nacional de Türkiye (MIA).
El reporte, publicado el viernes bajo el título “Seguridad Energética y Transformación Digital-Verde: Transición hacia Redes Inteligentes y Libres de Carbono”, señala que aunque estas tecnologías tienen el potencial de descarbonizar las economías y reducir la dependencia de los combustibles fósiles, también llevan a los sistemas tradicionales de energía al límite.
“La fiabilidad de las redes eléctricas ya no está garantizada”, afirma el informe. “A medida que avanzamos hacia una mayor participación de energías renovables y una mayor digitalización, garantizar la estabilidad se ha convertido en uno de los desafíos más importantes de nuestra época”.
Una llamada de atención
Las vulnerabilidades de esta transformación quedaron en evidencia el 28 de abril de 2025, cuando un apagón masivo que comenzó en España se extendió a Portugal y Francia, dejando a millones sin electricidad durante casi 10 horas.

El corte dejó a miles de personas atrapadas en metros, aeropuertos y estaciones de tren. Los sistemas de pago colapsaron, los hospitales limitaron sus servicios a emergencias y varias regiones declararon el estado de emergencia.
Los analistas identificaron un factor crítico: la participación de las energías renovables en la red eléctrica de España ha alcanzado el 78%, muy por encima del umbral recomendado de 70%. La falta de capacidad de reserva amplificó la fragilidad del sistema y desencadenó fallas generalizadas.
“Este apagón es una advertencia”, señala el informe. “Sin estrategias de protección actualizadas ni infraestructura resiliente, el riesgo constante de colapso seguirá aumentando”.
La promesa y el riesgo de las redes inteligentes
Las redes inteligentes —que integran inteligencia artificial (IA), internet de las cosas (IdT) y análisis de datos en tiempo real— son el núcleo de la revolución digital-verde. Estas tecnologías equilibran la oferta y la demanda, predicen patrones de consumo y mejoran la eficiencia energética, prometiendo un sistema más sostenible y adaptable. Sin embargo, “smart” no siempre significa seguro, advierte el informe.
La digitalización profunda aumenta la exposición a ciberataques, inyecciones de datos falsos y malware capaz de paralizar regiones enteras. Y para enfrentar esos riesgos, el informe recomienda detección de anomalías basada en IA, comunicaciones encriptadas y autenticación multifactor en las operaciones críticas de la red.
El cambio climático también multiplica los desafíos: huracanes, inundaciones y sequías prolongadas ponen bajo presión la infraestructura energética.
Las energías renovables, como la solar y la eólica, son clave para la reducción de las emisiones de carbono. Pero, a su vez, se debe tener en cuenta que dependen del clima y son intermitentes.
En este marco, para estabilizar la oferta ante picos inesperados de consumo, varios países están reactivando plantas nucleares como reserva de emergencia, una decisión polémica pero vista como pragmática.

Nuevas tecnologías, nuevas dependencias
Por otro lado, la transformación digital-verde también crea nuevas dependencias tecnológicas. El informe advierte de la fuerte dependencia de sistemas de control basados en IA, almacenamiento avanzado de energía y electrónica de potencia de última generación, muchos de los cuales se producen en el extranjero.
“La independencia energética ahora va más allá del combustible”, señala el análisis. “Sin desarrollar tecnologías nacionales, los países corren el riesgo de sustituir una forma de dependencia por otra”.
En regiones con alta participación de renovables, los retos para equilibrar oferta y demanda son cada vez mayores.
El estudio resalta la importancia del almacenamiento a gran escala y señala a las plantas hidroeléctricas de bombeo como alternativas más eficaces que las baterías químicas.
Estas instalaciones resultan clave para mitigar la llamada “curva del pato”, es decir, cuando la demanda se dispara al caer el sol pero, en paralelo, se reduce la generación de energía solar.
El informe plantea que se debe llevar a cabo una estrategia de defensa múltiple para proteger los sistemas energéticos en la era digital-verde. Subraya la necesidad de modernizar las infraestructuras obsoletas con la actualización de plantas eléctricas, subestaciones y sistemas de automatización.
Además, considera fundamental reforzar las capacidades de los operadores de red, con entrenamiento en ciberseguridad, respuesta en tiempo real a crisis y optimización de sistemas.
También insiste en la importancia de ampliar la cooperación internacional mediante el intercambio de inteligencia sobre ciberamenazas y el diseño de mecanismos de respuesta coordinados.
No obstante, advierte que estas medidas deben ir acompañadas de innovación a nivel nacional. “La cooperación regional es esencial”, destaca el informe, “pero la independencia estratégica requiere de tecnologías locales”.
Una transición frágil
La transformación digital y verde es una de las transiciones de infraestructura más ambiciosas de la historia reciente. Sin embargo, cuanto más inteligentes y conectadas se vuelven las redes, también resultan más frágiles.
“El futuro de la seguridad energética dependerá de encontrar el equilibrio”, advierte el informe. “Las redes inteligentes, sostenibles y resilientes no son opcionales, sino imperativas”.
Así, desde apagones masivos hasta ciberataques y nuevas dependencias tecnológicas, el informe de la Academia de Inteligencia Nacional de Türkiye concluye que la seguridad energética en el siglo XXI depende de contar con infraestructuras resilientes, innovación a nivel nacional y colaboración internacional.