El impacto de las medidas contra la lengua española adoptadas por el presidente Donald Trump ya se hace sentir en la comunidad hispanohablante de Estados Unidos. Expertos y analistas advierten, en particular, sobre la designación del inglés como idioma oficial en un país donde se hablan más de 350 lenguas, así como la eliminación del español de la página web y las redes sociales de la Casa Blanca.
A pesar de que, según el último censo de Estados Unidos, cerca del 75% de la población mayor de cinco años solamente habla inglés en sus casas, el gobierno optó por dificultar el uso de otros idiomas, especialmente el español, como una manera de reducir la inmigración y potenciar el eslogan de Trump, “America First” (Estados Unidos Primero).
El español es la lengua materna del grupo minoritario más grande del país y la más hablada tras el inglés. En 2019, casi 42 millones de hogares hablaban español en Estados Unidos, seguidos por los 3,5 millones de hogares que hablaban chino, tercer idioma más usado.
“Estados Unidos es un país multicultural (y) muy rico lingüísticamente”, dice a TRT Español Lupita Martínez, mexicana que llegó a ese país hace 17 años y, desde entonces, ha trabajado sin pausa para mejorar la situación de las comunidades hispanas a través de la educación. Actualmente, vive en Nueva York y dirige el Centro de Recursos Educativos para Adultos de East Harlem (CREANY), donde inmigrantes adultos hispanohablantes reciben clases para ampliar su educación formal y el conocimiento del inglés como segundo idioma.
Beneficios y perjuicios
“El hecho de conocer dos lenguas aporta una serie de beneficios, tanto laboralmente como en cualquier otra área, lo que añade una ventaja a aquellos que, además del inglés, hablan español”, agrega Martínez.
“En el caso de las personas que no dominan el inglés, el poder hablar ese idioma les permite un mayor acercamiento y conocimiento del sistema americano. Un ejemplo es el uso de las traducciones al español que se ofrecen en algunos hospitales, o el programa ESOL (Inglés como Segundo Idioma) en las escuelas públicas, que favorece el aprendizaje”, explica.
Por otro lado, Martínez advierte que, al permitir un solo idioma en los comunicados del gobierno, “se está dando la espalda a la prosperidad, el desarrollo y la globalización. La eliminación del español de la web y redes sociales de la Casa Blanca provoca que la gente esté menos informada. ¿Es ese el objetivo? Esta decisión traerá más racismo y situaciones de odio como las que se ven cada día en este país”.
Ahora, la situación de desamparo es evidente entre la comunidad latina. Así lo siente Catalina Bahamon, colombiana residente en el estado de Maryland y profesora de español en un colegio estadounidense. Todo esto produce efectos “psicosociales, ya que el sentimiento antiinmigrante puede estigmatizar el español, llevando a algunos hablantes a autocensurarse en espacios públicos”, explica Bahamon.
“Las iniciativas adoptadas por el gobierno también pueden generar resistencia, con movimientos de orgullo cultural que reafirmen el uso del español, el cual es inevitable que siga siendo un pilar lingüístico en Estados Unidos”, añade Bahamon.
Exclusión y barreras
Pero la situación va más allá de la defensa del inglés, ya que estas políticas pueden perjudicar el aprendizaje de otros idiomas. Las recientes medidas podrían aumentar “la exclusión y las barreras de acceso a servicios esenciales, debilitando la representación política y erosionando la identidad cultural", argumenta Nuria Morgado, directora de la Academia Norteamericana de la Lengua Española (ANLE), en diálogo con TRT Español.
“Además, podría afectar a la educación bilingüe, limitar oportunidades económicas y fomentar la discriminación, al tiempo que restringiría el acceso a información crucial sobre derechos y servicios públicos”, afirma.
En un país donde más de 60 millones de personas son de origen hispano, muchos consideran que estas acciones no solo representarían un retroceso en términos de inclusión, sino que también irían en contra de la diversidad que ha definido la historia y el desarrollo de Estados Unidos.
Además, estas medidas se inscriben en un contexto de tensiones identitarias y políticas y responden a una combinación de objetivos políticos, ideológicos, administrativos y sociales. “Más allá de la justificación técnica que algunos puedan argumentar, dichas decisiones tienen un trasfondo que impacta directamente a la comunidad hispanohablante”, añade Morgado.
La experta indica que uno de los principales objetivos parece ser de índole política, buscando apelar a sectores conservadores y nacionalistas que ven el crecimiento del español como una amenaza a la identidad tradicional angloamericana.
“English Only”
La intervención del gobierno en el aspecto lingüístico refuerza la narrativa de que el inglés “es el único idioma legítimo del país, enviando un mensaje de asimilación forzada a la comunidad hispana”, dice Morgado.
“Todo esto ignora la realidad de millones de hispanohablantes que dependen de servicios en español para acceder a información crítica en áreas como salud, educación y justicia. Esta estrategia se alinea con la ideología English Only, que ha tratado históricamente de frenar la expansión del bilingüismo en Estados Unidos”, señala.
En términos parecidos se manifiesta F. Javier Pueyo Mena, director del Observatorio de la Lengua Española y las Culturas Hispánicas en los Estados Unidos. Pueyo destaca la gravedad del decreto presidencial que declara al inglés como lengua de la nación a nivel federal, ya que este “ignora la historia de la lengua española en los Estados Unidos, cuya presencia en territorio estadounidense es muy anterior a la del inglés”, señala, agregando que “el español no es un idioma extranjero en ese país, sino una de sus lenguas históricas”.
El experto sugiere que estas políticas ignoran la relevancia demográfica del español. “Hay 63,7 millones de hispanos en el país, lo que representa casi el 20% de la población total, que es de 340 millones. Estados Unidos es el país con el segundo mayor número de hablantes de español en el mundo, solo superado por México”, explica. “Hay más hispanohablantes allí que en Colombia (52 millones) o en España (48 millones)”.
Un país que niega las lenguas que lo componen, está destinado a un futuro más oscuro y con menos diversidad y oportunidades para su población.