Gaza sigue desangrándose, mientras el número de familias palestinas destrozadas por los incesantes ataques israelíes no deja de crecer. Desde el inicio de la ofensiva genocida de Israel, al menos 1.400 familias han sido eliminadas por el ejército de Tel Aviv. Pero los bombardeos contra campos de refugiados y hogares en todo el enclave continúan, y más linajes siguen desapareciendo.
Este fin de semana, ataques del ejército israelí en distintos puntos del enclave asesinaron a decenas de palestinos. Según fuentes médicas, al menos 39 personas fueron asesinadas en Gaza el domingo. Muchas de las víctimas murieron intentando resguardar a sus seres queridos bajo tiendas improvisadas o entre los restos de lo que alguna vez fueron sus hogares. Además, 317 resultaron heridas.
En la ciudad de Jan Yunis, un dron israelí alcanzó una tienda improvisada en la zona de Al-Mawasi, donde se refugiaban familias desplazadas. Al menos cinco personas murieron allí, entre ellas niños, según reportaron fuentes médicas.
Las escenas tras el ataque eran desgarradoras: padres intentando desenterrar a sus hijos, hermanos buscando entre los restos a sus madres o abuelas.
En la misma ciudad, los rescatistas recuperaron seis cuerpos en Abasan Al Kabira, mientras que una mujer fue abatida por disparos israelíes. Lo que antes era una comunidad familiar, hoy parece haberse reducido a cenizas y cifras.
Por otra parte, en Rafah, seis personas fueron asesinadas mientras intentaban conseguir alimentos cerca de un punto de distribución de ayuda humanitaria. La mayoría eran padres y madres que, tras perder sus hogares, solo querían llevar algo de comida a sus hijos. Pero las balas les arrebataron incluso esa esperanza. Una escena similar se dio en Al Sudaniya, donde cinco personas fueron asesinadas y más de 15 resultaron heridas mientras esperaban asistencia.
Los ataques también alcanzaron el campo de refugiados de Nuseirat, en el centro de Gaza. Dos personas murieron allí, y más tarde, un niño y otro miembro de su familia fueron asesinados cuando un dron bombardeó su hogar.
Según un reporte de la ONU publicado en noviembre pasado, al menos 1.400 familias palestinas han sido “eliminadas por completo”, aunque se estima que el número actual sea incluso mayor.
Así, la ofensiva militar israelí no solo está cobrándose vidas, está desintegrando el tejido mismo de la sociedad palestina: sus familias. Hogares enteros han sido convertidos en tumbas colectivas, mientras miles de niños quedan huérfanos o sin hermanos.
Cada nueva víctima oculta un apellido que tal vez nunca vuelva a pronunciarse. Gaza, donde alguna vez las familias eran el centro de la vida comunitaria, se transforma en un territorio de memorias rotas, con historias que desaparecen bajo los escombros y el silencio.

ONU: “Israel utiliza el hambre como una arma”
Mientras tanto, Jonathan Whittall, jefe de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA) en Gaza y Cisjordania ocupada, declaró este sábado a los periodistas: “El intento de sobrevivir se está encontrando con una sentencia de muerte” cuando llegan a los puntos de entrega de ayuda humanitaria.
Estos centros de distribución, que funcionan desde hace un mes a través de la Fundación Humanitaria para Gaza (GHF) –respaldada por Israel y Estados Unidos, y ampliamente cuestionada por organizaciones internacionales–, el ejército israelí ha matado a más de 400 palestinos que se acercaban para buscar alimentos, alegando que representaban algún tipo de peligro.
“Estamos viendo un patrón estremecedor: las fuerzas israelíes abren fuego contra multitudes que se reúnen para conseguir comida”, explicó Whittall, y subrayó que muchos de esos puntos se encuentran en zonas militarizadas. Otras personas han muerto en las rutas de acceso o mientras protegían convoyes de ayuda.
“No debería ser así”, afirmó. “No debería haber muertos por intentar acceder a lo esencial para la vida”.
Las condiciones de infraestructura en toda Gaza también siguen deteriorándose. Los pozos de agua se han secado o están en zonas peligrosas, el sistema de salud ha colapsado y las enfermedades se propagan rápidamente.
“Nuestros almacenes están vacíos”, advirtió Whittall. “Las familias desplazadas huyen sin nada, y no tenemos nada que ofrecerles.”
En paralelo, los pocos hospitales que quedan en pie están desbordados y continúan deteriorándose por los continuos ataques. Algunos han sido alcanzados directamente por bombardeos; otros no operan por falta de combustible o debido a órdenes de evacuación forzada.
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) informa que más de 110 niños reciben tratamiento por desnutrición cada día. Whittall indicó que las agencias humanitarias tienen la capacidad de llegar a cada familia en el enclave devastado, pero están siendo bloqueadas de forma sistemática. “Tenemos un plan… pero se nos impide aplicarlo en cada paso del camino”.
En este sentido, Whittall afirmó que se está utilizando el hambre “como arma”, al tiempo que “desplazamiento forzado” y “una sentencia de muerte para personas que solo intentan sobrevivir”.
“Esto es una carnicería”, señaló. “Parece un intento de borrar la vida de los palestinos de Gaza”.
Finalmente, hizo un llamado a la comunidad internacional para que actúe: “Necesitamos un alto el fuego duradero, rendición de cuentas y una presión real para detener esto. Ese es el mínimo indispensable”.
Desde octubre de 2023, los ataques de Israel han matado a 55.998 palestinos, según el Ministerio de Salud de Gaza, y han herido a 131.559.
La ofensiva genocida de Israel continúa sin freno, pese a los llamados del Consejo de Seguridad de la ONU a un alto el fuego inmediato y a las órdenes de la Corte Internacional de Justicia para evitar un genocidio y aliviar la situación humanitaria crítica en Gaza.