Gaza, la ofensiva más letal para los periodistas que, aún así, no dejan de contar la verdad
GENOCIDIO EN GAZA
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Gaza, la ofensiva más letal para los periodistas que, aún así, no dejan de contar la verdadA pesar de los ataques despiadados de Israel y los riesgos, los periodistas de Gaza persisten en documentar el sufrimiento de su pueblo. Y lo hacen en medio de una campaña deliberada para silenciarlos, revelando el costo mortal de contar la verdad.
Oraciones fúnebres en Gaza por los cinco periodistas de Al Jazeera asesinados en un ataque aéreo israelí frente al Hospital Al-Shifa (AP). / AP
12 de agosto de 2025

Las dos muletas apenas logran sostener el frágil cuerpo de Ahmed al-Agha cuando sale del hospital de campaña jordano en Jan Yunis, con el dolor marcado en su rostro.

Cada paso representa una lucha para este periodista palestino de 37 años, que intenta alcanzar el escaso transporte que podría llevarlo de regreso a su tienda para desplazados, a poco más de 8 kilómetros, en Al-Mawasi.

Han pasado cuatro meses desde que un bombardeo israelí destrozó la vida de Al-Agha el pasado 7 de abril, cuando trabajaba en las carpas de periodistas junto al Hospital Nasser en Jan Yunis.

El ataque le causó graves heridas de metralla en su abdomen, una arteria lacerada, fracturas en la pierna derecha en tres lugares y fragmentos incrustados en el pie izquierdo, la espalda y el hombro.

“Las estimaciones iniciales decían que después de cuatro meses podría moverme mejor y más rápido”, cuenta Al-Agha a TRT World, mientras se detiene para buscar apoyo en una pared cuando otra oleada de dolor lo golpea. “Pero los médicos me aconsejaron seguir descansando y evitar cualquier trabajo que requiera movimiento. Eso significa permanecer postrado en la tienda y no volver a la profesión que amo, que también es mi fuente de ingresos”, añadió. 

El domingo, la tragedia volvió a golpear a la muy unida comunidad periodística de Gaza.

Un bombardeo israelí tuvo como objetivo las carpas afuera del hospital Al-Shifa en Ciudad de Gaza, donde trabajaban cinco periodistas de Al Jazeera: Anas al-Sharif, Mohammed Qreiqea, Hisham al-Nawajha, Mohammed Breka y Ayman al-Jadi. Todos murieron en lo que se ha condenado ampliamente como un ataque deliberado contra reporteros.

Sus asesinatos conmocionaron a la prensa global y marcaron el ataque más letal contra periodistas durante el actual conflicto.

Desde que Israel lanzó su brutal ofensiva el 7 de octubre de 2023, Gaza se ha convertido en el lugar más mortal del mundo para los periodistas. Según el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ),al menos 192 periodistas y trabajadores de medios han muerto en Gaza en poco más de 22 meses. El Sindicato de Periodistas Palestinos reporta que 238 miembros han fallecido, mientras más de 500 han resultado heridos, con muchos más desplazados o forzados al exilio.

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Una profesión bajo fuego


Pero el ataque de abril que hirió a Al-Agha no fue un accidente.

Él y sus colegas trabajaban en un área cerca del hospital Nasser, la cual era conocida por las fuerzas israelíes y la comunidad internacional como un centro para periodistas que cubren la ofensiva para decenas de medios locales, árabes e internacionales.

“Este incidente me hizo comparar el periodismo con una profesión de muerte, ya no buscando una exclusiva como aprendimos en nuestras carreras”, reflexiona Al-Agha.

Con una maestría en estudios de medios, había trabajado como corresponsal para varios canales satelitales antes de octubre de 2023. Cuando comenzó la ofensiva israelí en Gaza, pasó a trabajar como periodista independiente para medios como Al-Qahirah Al-Ikhbariya y Al-Nile News, enfocándose principalmente en televisión y radio para BBC Arabic.

“La muerte nos acompaña en cada etapa de nuestro trabajo y en todos los lugares a los que viajamos, incluso en hospitales que deberían estar protegidos por el derecho internacional”, añade.

Bajo el derecho internacional humanitario, incluyendo los Convenios de Ginebra, los hospitales y centros médicos tienen protección especial y no deben ser atacados durante conflictos armados.

Comentando el ataque del domingo contra los periodistas de Al Jazeera, Al-Agha añade: “Es un mensaje de la ocupación para cada periodista palestino: ustedes son nuestro objetivo y su muerte no está lejos. Vivimos bajo el terror”.

Ibrahim Qannan conoce este miedo íntimamente. A sus 49 años, este corresponsal del canal satelital Al-Ghad ha sobrevivido a 22 meses de ataques sistemáticos, empezando con sus propias heridas el 7 de octubre de 2023, durante un bombardeo en el hospital Nasser en Jan Yunis.

Ahora padre de cinco hijos, y viviendo en tiendas para desplazados en Al-Mawasi, Qannan describe la campaña israelí contra los periodistas palestinos como un “asesinato y liquidación organizada para impedir que imágenes, sonidos y palabras salgan a la luz, manteniendo el genocidio sin documentar”.

El asedio a los medios en Gaza va más allá de los ataques físicos. A los reporteros internacionales se les niega estrictamente la entrada, según documenta la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA), lo que deja a los periodistas palestinos como los únicos testigos del desastre humanitario.

Las autoridades israelíes niegan estar atacando a periodistas deliberadamente, pero organizaciones como Reporteros Sin Fronteras (RSF) y la Federación Internacional de Periodistas (IFJ, por sus siglas en inglés) han condenado la “violencia sin precedentes contra periodistas” y exigido investigaciones internacionales.

El costo psicológico es enorme.

Qannan describe despedirse de su esposa e hijos cada mañana, sabiendo que puede no regresar. Su familia llama constantemente para saber cómo está, mientras su esposa le recuerda asuntos personales por temor a que muera en el próximo bombardeo.

“La muerte nos acompaña en todas las circunstancias. No hay zonas seguras donde podamos trabajar”, dice. “Hospitales, escuelas y campamentos de desplazados: todos son objetivos. Todos corren riesgos, pero los periodistas estamos en la primera línea”.

Para los periodistas que sobreviven a los ataques, la desnutrición y el desplazamiento les hacen muy difícil documentar y compartir plenamente el sufrimiento de su pueblo.

Al-Agha, por ejemplo, enfrenta graves carencias de nutrientes esenciales para que sus heridas sanen, mientras vive en una tienda con suelo irregular y refugio precario.

“Me cuesta conseguir medicinas, y mucho más comida y artículos básicos”, explica. “Los productos de higiene personal son carísimos. Los momentos del bombardeo horrible nunca se van de mi mente, especialmente sabiendo que sobreviví a lo que debería haber sido una muerte segura”, comparte. 

“Somos portadores de un mensaje”


A pesar del creciente peligro y las pérdidas devastadoras, los periodistas de Gaza se niegan a abandonar su misión.

El doctor Tahseen al-Astal, subdirector del Sindicato de Periodistas Palestinos, califica la masacre de los reporteros de Al Jazeera como “una operación de asesinato flagrante”, y una continuación de los crímenes de guerra contra los palestinos.

Pero a pesar del miedo y la pérdida, los periodistas de Gaza insisten en no detenerse. “Somos portadores de un mensaje, no solo profesionales”, dice. “Si nos vamos, ¿quién le contará al mundo lo que le pasa a nuestro pueblo, que está siendo exterminado ante los ojos del mundo?”.

El sindicato ha anunciado que está listo para recibir un comité internacional de investigación de la ONU u otros organismos para examinar las acusaciones israelíes.

Al-Astal cree que el patrón de ataques tiene un propósito específico: “El objetivo de la ocupación es hacer de Gaza una caja negra, con un apagón sistemático de los crímenes cometidos contra su gente, paralelo a impedir la entrada de periodistas extranjeros”.

Por eso, no descarta que el asesinato de los periodistas de Al Jazeera fuera una preparación para ocupar la Ciudad de Gaza, señalando que las fuerzas israelíes han destruido históricamente la infraestructura mediática antes de grandes ataques.

“Tuvimos este patrón al principio de la ofensiva: destruir todos los medios locales, sus sedes, oficinas de prensa y todo lo relacionado con el periodismo”.

El sindicato ha organizado protestas y acciones legales, pero Al-Astal reconoce las limitaciones: “Los casos legales se presentan ante órganos judiciales internacionales para condenar y procesar a los criminales de guerra israelíes, pero la cobertura política estadounidense dificulta lograr justicia para las víctimas palestinas, sean periodistas u otros civiles”.

De regreso en su tienda, Ahmed al-Agha permanece firme a pesar del dolor y el desplazamiento. “El periodismo aquí no es solo una profesión”, dice. “Es una misión nacional y humanitaria. Debemos continuar, sin importar los peligros, porque el silencio significaría complicidad en el genocidio que está sufriendo nuestro pueblo”.

Este artículo fue publicado en colaboración con Egab.

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FUENTE:TRT World
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