Guadalajara, México — La política exterior no es solo asunto de ministerios. Aunque suele percibirse como terreno técnico y reservado, también condensa luchas internas de poder. Como ya advertía Graham Allison, politólogo de Harvard, en sus modelos de análisis de política exterior, el Estado difícilmente actúa como una voz unitaria: sus decisiones son el resultado de interacciones entre liderazgos políticos, burocracias, élites económicas y presiones sociales que compiten por orientar el rumbo internacional. Así, cada gesto diplomático puede convertirse en una herramienta para disputar narrativas, reforzar liderazgos o buscar réditos electorales.
En este escenario, la colaboración con el bloque BRICS ha adquirido un peso simbólico. Ya no se trata solo de una elección geopolítica, sino de una vía para intervenir en la política nacional. El debate se ha intensificado con las sanciones anunciadas por Donald Trump a países cercanos al BRICS, el cual describió como un bloque “opuesto a los intereses de Estados Unidos”. Estas medidas, lejos de quedar en el plano de la política exterior, se han convertido en materia prima para la contienda interna y han sido rápidamente capitalizadas por sectores políticos en distintos países de la región.
Chile: la oposición convierte el rechazo al BRICS en bandera política
En Chile, la elección presidencial para el período 2026-2030 se celebrará el 16 de noviembre de 2025, y la contienda ya ha entrado en una fase decisiva. En este escenario, el opositor José Antonio Kast ha convertido el rechazo a los BRICS en uno de los ejes de su campaña, advirtiendo que cualquier acercamiento al bloque “pone en serios riesgos nuestra seguridad nacional y el posicionamiento internacional de Chile”. Aunque el Gobierno de Gabriel Boric aprovechó la invitación a la Cumbre de los BRICS en Río de Janeiro para reafirmar el compromiso de su país con el multilateralismo, el derecho internacional y los derechos humanos, Kast aprovechó el episodio para marcar distancia frente a la actual administración y consolidar su identidad proestadounidense.
Tras la cumbre de Río de Janeiro, la Cámara de Diputados —por 64 votos a favor y 50 en contra— aprobó un acuerdo en el que expresa su rechazo a la participación de Chile en la reunión del BRICS, y sugirió que el gobierno omita participar en futuros encuentros del bloque. Con la oposición en mayoría, el acuerdo incluyó la afirmación de que “integrantes del propio grupo BRICS están en concordancia con aquellos países sudamericanos que representan una amenaza para la seguridad y para la soberanía chilena”, un argumento que refleja la narrativa impulsada por Kast. Así, el rechazo al bloque no solo se convirtió en una resolución parlamentaria, sino en una bandera de identidad partidaria.
Colombia: la política exterior de Petro divide al país
Colombia también se encuentra en camino hacia las elecciones presidenciales de 2026, y la política exterior de Gustavo Petro se ha convertido en tema de campaña. Figuras de la oposición, especialmente sectores de centro‑derecha, no han apoyado de forma abierta las sanciones de Trump, pero han contribuido a validarlas al presentar la presión externa como una consecuencia natural de la política del actual gobierno.
El expresidente Iván Duque (2018‑2022) sintetizó esa posición al señalar que “muchos países que forman parte de los BRICS han tomado posiciones que son más ideológicas y que dañan muchas de nuestras relaciones bilaterales con otros países”. En una línea similar, el excandidato presidencial Enrique Gómez —del Movimiento de Salvación Nacional— ha criticado la entrada al Banco de los BRICS, para cuestionar la actuación internacional del gobierno, mientras que el expresidente Álvaro Uribe (2002-2010) cuestionó la adhesión de Colombia a la Iniciativa de la Franja y la Ruta, un megaproyecto impulsado por China desde 2013 que busca conectar Asia con Europa, África y América Latina a través de redes terrestres y marítimas.
Dichas críticas se entrelazan, pues para estas figuras la adhesión a la iniciativa china y la profundización de la agenda BRICS forman parte de una misma orientación de política exterior que, a su juicio, tensiona la histórica relación con Washington. Esto no es un dato menor: para un país que durante años fue el mayor receptor de asistencia estadounidense en América Latina, el vínculo con la Casa Blanca sigue siendo visto por amplios sectores como un pilar de estabilidad y seguridad.
De este modo, crece la presión para que el próximo presidente “reencause” la política exterior y la sitúe en una trayectoria percibida, por la oposición, como consistente con los socios tradicionales.
Brasil: aranceles de Trump y nueva configuración del BRICS abren debate
En Brasil, los aranceles adicionales impuestos por Donald Trump a los países que respaldan al BRICS comienzan a generar un debate, tanto en el ámbito político como en la sociedad, sobre la pertinencia misma de la relación del país con ese foro.
Desde su creación en 2009, el bloque se ha visto como una plataforma para diversificar vínculos, influir en la gobernanza global y proyectar la voz del Sur Global. El mecanismo “outreach”, diseñado para profundizar la cooperación y el diálogo entre países, es una plataforma operativa con potencial real.
“Cuando hablamos de Brasil y los BRICS, estamos demostrando que es posible construir un nuevo mundo. No buscamos confrontar a nadie. Queremos integración entre continentes y condiciones iguales para todos”, declaró el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, durante la cumbre de los BRICS en 2023.
Sin embargo, la expansión del grupo —con la incorporación de Irán en 2024 y la entrada de Cuba como miembro asociado—, sumada a la creciente confrontación de Rusia e Irán con las potencias occidentales, ha modificado la percepción internacional del BRICS y ha llevado a diplomáticos a cuestionar hasta qué punto Brasil mantiene capacidad de incidir en el foro.
A lo que se sumó recientemente el pulso con Washington por cuenta del juicio histórico que enfrenta el expresidente Jair Bolsonaro, por su presunta participación en un intento de golpe de Estado en 2023. En medio del proceso judicial, el Gobierno de Trump aumentó los aranceles a Brasil porque la justicia no anuló los cargos, algo que el actual mandatario Lula denunció rápidamente como una injerencia en la soberanía del país.
En este contexto, algunos analistas se preguntan si el BRICS sigue siendo útil para los objetivos de largo plazo del país, y hay quienes sugieren que mantener la adhesión a un grupo cada vez más heterogéneo e incoherente se está convirtiendo en un costo político innecesario.
A ese debate se han sumado también críticas parlamentarias de tono marcadamente político. Capitao Alberto Neto —del Partido Liberal— ironizó que Lula “prefiere acabar con el dólar” en vez de ocuparse de la inflación, mientras Rodrigo Valadares —del Uniao-SE— calificó de “papel vergonzoso” la postura de Brasil, al considerar que el gobierno se estaría “sometiendo ideológicamente” al bloque.
Estas declaraciones muestran cómo la oposición ha convertido al BRICS en un emblema de confrontación interna, utilizándolo como argumento para exigir un giro en la política exterior.
Uruguay: reacción de la oposición ante la participación de Orsi en los BRICS
En Uruguay, las encuestas mostraron que un 63,8 % evaluó de forma positiva la participación del presidente Yamandú Orsi en la cumbre de los BRICS. El mandatario aprovechó el encuentro para desplegar una agenda bilateral especialmente activa. A pesar de ello, la oposición también utilizó la cumbre para politizar el tema. Aunque sólo una minoría del 23,2% evaluó negativamente la participación de Orsi en los BRICS, dirigentes del Partido Colorado amplificaron esas voces y emitieron un comunicado expresando “profunda preocupación” por el acercamiento del gobierno a los países del BRICS.
Si bien el comunicado no respalda abiertamente las sanciones de Trump, sí advierte que la política de Orsi “expone al país a riesgos comerciales significativos, sin ofrecer oportunidades claras de compensación y diversificación”. El señalamiento contrasta con el hecho de que China y Brasil son los principales compradores de productos uruguayos, lo que sugiere que el debate en torno a los BRICS también está siendo utilizado como un instrumento de disputa política interna.
La política exterior se vuelve un campo de batalla en América Latina
El foro BRICS se ha transformado en una palanca para disputas políticas internas en la región. Las sanciones de Trump no actúan por sí solas: se insertan en ese marco y son utilizadas como argumento para reforzar narrativas, marcar distancias y reordenar lealtades políticas. En la región, varios sectores políticos transforman ese binomio —rechazo a los BRICS y validación de la presión estadounidense— en una herramienta de campaña, mientras los gobiernos lo contraponen como símbolo de autonomía. Así, la política exterior está dejando de ser un ámbito técnico para ser uno de los campos más visibles de la contienda por el poder en América Latina.