Israel es un gran “promotor del antisemitismo”: la crítica judía a visita de Netanyahu a Argentina
AMÉRICA LATINA
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Israel es un gran “promotor del antisemitismo”: la crítica judía a visita de Netanyahu a ArgentinaEl filósofo Ariel Feldman, miembro de la comunidad judía en Argentina, critica el sionismo como proyecto de Israel, y alerta sobre la confusión con judaísmo. Denuncia que el “israelismo” es “referente para movimientos supremacistas en todo el mundo”.
Cartel en protesta en Buenos Aires: "Basta de genocidio en Palestina. No a Netanyahu" / TRT Español
1 de septiembre de 2025

Desde Argentina, la voz del filósofo Ariel Feldman forma parte de una creciente corriente crítica dentro de la comunidad judía que está desafiando la narrativa oficial del estado de Israel, y cuestionando la confusión entre judaísmo y sionismo. A pocos días de la posible visita del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, al país latinoamericano —prevista entre el 7 y el 10 de septiembre—, este debate vuelve a cobrar fuerza, intensificado por las denuncias de grupos de derechos humanos contra Netanyahu por el genocidio en Gaza. Una suma de factores que ha impulsado una discusión intensa sobre identidad, política y la posición de Buenos Aires respecto a Tel Aviv.

La comunidad judía de Argentina es la mayor del continente con unas 250.000 personas. Feldman, quien se define como “judío internacionalista”, es uno de ellos. Su trayectoria personal lo ha llevado a ser un crítico frontal del “israelismo” como proyecto político del estado de Israel, al que considera “un referente para movimientos supremacistas en todo el mundo”.

“Lo apoyan neonazis, evangelistas de ultraderecha, incluso sectores que lo ven como una condición necesaria para el regreso del Mesías”, explica Feldman en conversación con TRT Español. “Esa instrumentalización convierte a Israel en el rostro visible de políticas brutales”.

Bajo una mirada histórica, Feldman explica cómo Israel y Argentina han mantenido una relación cercana, impulsada por su numerosa comunidad judía y las migraciones forzadas a raíz de dictaduras y crisis económicas. Los atentados a la embajada israelí y a la AMIA en Buenos Aires, durante la década de 1990, estrecharon aún más esos lazos. “Muchos argentinos tienen familiares en Israel, lo que refuerza un vínculo identitario más fuerte que en otras comunidades judías”, añade.

Milei y Israel

Desde que Javier Milei asumió la presidencia en 2023, esta relación con Israel se ha intensificado mediante iniciativas como los recientes Acuerdos Isaac, inspirados en los Acuerdos de Abraham de 2020 que impulsó el presidente de EE.UU., Donald Trump, durante su primer gobierno. Según Milei, el objetivo de esta iniciativa es reforzar los lazos con América Latina.

Desde el 7 de octubre de 2023, cuando Tel Aviv lanzó su brutal ofensiva contra Gaza, Milei —quien había considerado convertirse al judaísmo— es uno de los pocos mandatarios latinoamericanos que han viajado a Israel, además del presidente de Ecuador, Daniel Noboa.

Al punto que en junio pasado, en el Parlamento israelí, Milei anunció que trasladará la embajada argentina en 2026 a Jerusalén ocupada y firmó un memorando para combatir el “terrorismo y el antisemitismo”.“Nosotros elegimos la libertad, la democracia y los valores occidentales, las mismas máximas que Israel defiende en una región donde son tan escasos”, declaró en ese momento.

Así, advierte Feldman, el mandatario argentino ha profundizado “una confusión peligrosa” entre religión, nación e identidad, y mediante una “polarización creciente” en el país, donde “los sectores más reaccionarios están más radicalizados que nunca”.

En esa línea, el filósofo afirma que las relaciones entre Milei e Israel refuerzan la percepción de un lobby sionista con intereses extranjeros que influye en Argentina. “Ese vínculo se utiliza de forma burda pero efectiva”, dice. “Aparece en discursos públicos, medios y cultura popular, facilitando el resurgimiento de un antisemitismo confuso que mezcla críticas legítimas con viejos estereotipos”.

Ahora que quedan pocos días para la posible llegada de Netanyahu, Feldman duda que la visita se concrete, pese a la “parafernalia política y mediática” de Milei, destacando el riesgo tras denuncias hechas por grupos de derechos humanos que exigen su detención por un pedido de la Corte Penal Internacional.

Entre Israel y Argentina

Las críticas de Feldman, sin embargo, no surgen del contexto local actual, sino que se afincan en una trayectoria personal ligada directamente a Israel. 

Nacido en un kibutz, es hijo de militantes de la Juventud Peronista que se exiliaron durante la última dictadura militar en Argentina y encontraron refugio en ese país en la década de 1970.

Al llegar a Israel, sus padres no tenían “pleno conocimiento del régimen militar al que fue sometida la población palestina”, que quedó fuera de las fronteras de 1948, explica Feldman.

Ese año, milicias sionistas llevaron a cabo la Nakba —“la catástrofe”, en árabe—, desplazando por la fuerza a unos 750.000 palestinos para crear el estado de Israel. Muchos terminaron en campamentos de refugiados en Gaza, Cisjordania, Jordania, Siria y Líbano, y continúan exiliados pese a su derecho al retorno.

“Muchas de estas realidades recién se empezaron a conocer en los años 90, con la apertura de archivos y el trabajo de historiadores israelíes y palestinos”, agrega el filósofo. “Hasta entonces, gran parte del pueblo judío, tanto dentro como fuera de Israel, desconocía algunos de esos aspectos más crudos del proyecto sionista, aunque la ocupación era conocida por todos desde 1967, concretamente en lo que refiere a los territorios (ocupados) de Cisjordania, Jerusalén Este, el Golán y Gaza. El problema, de todas formas, siempre fue el relato”, enfatiza.

Militarismo israelí

En Israel, Feldman recuerda el impacto que tuvo el servicio militar en su padre, quien logró evadirlo durante años, pero fue convocado en 1982 para la guerra del Líbano. Aunque solo custodió un aeropuerto, “esa experiencia fue muy negativa para él”, evoca.

Estas vivencias, de una u otra manera, marcaron la vida de la familia. Y en 1986, tres años después de que terminara la última dictadura militar en Argentina, Feldman regresó a Buenos Aires. Tenía siete años. En la capital asistió a una escuela laica.

Tras varias conversaciones con su entorno en Argentina, observó que “el estado de Israel es visto por los sectores occidentales como una línea de defensa frente a una amenaza bárbara, y ese discurso está profundamente instalado”.

De joven, Feldman notó que dentro de la comunidad judía argentina predominaba una visión casi incuestionable sobre el rol de Israel. En el caso del servicio militar —obligatorio para quienes tienen nacionalidad israelí y desean vivir en el país— analiza cómo ese proceso de militarización se refleja en la sociedad como “el núcleo formativo, social y simbólico del estado”. No cumplir con esa obligación puede tener consecuencias graves, como la prisión. De hecho, entre los 15 y los 30 años, el argentino-israelí debía presentarse cada año ante las autoridades israelíes en Buenos Aires para explicar que no podía cumplir con ese deber dada su residencia en Argentina.

Del sionismo al antisionismo

Pero su despertar intelectual no se detuvo ahí: al formarse progresivamente sobre el tema, con el tiempo sus cuestionamientos lo llevaron a adoptar una postura más solidaria con la causa palestina en las últimas décadas.

Entre sus influencias está Ángel Kohan, un judío argentino que vive en Israel y le prestó textos de David Ben Gurión, fundador del estado de Israel, donde explica el deseo de expulsar a los árabes. También menciona al historiador Ilan Pappé y a los académicos Edward Said y Nur Masalha, quien documenta la limpieza étnica contra el pueblo palestino.

“Me volví antisionista cuando estudié a fondo la historia del sionismo y entendí que la lógica colonial, la exclusión y la negación del otro estaban presentes desde antes de la creación del estado”, recuerda. “Entonces supe que el problema no era solo el estado de Israel: el problema era el sionismo.”

Su conclusión lo llevó a considerar que “Israel es hoy uno de los mayores promotores del antisemitismo a nivel mundial, porque borra la distinción entre judaísmo y sionismo”.

A la vez, aprendió cómo desde fines del siglo XIX el movimiento ha hecho un “secuestro identitario” para parte del pueblo judío.

“El sionismo, desde sus inicios, rechazó la tradición judía diaspórica: despreciaba el yidis, la música klezmer y revivió el hebreo como idioma nacional”, dice Feldman, políticamente activo desde 2008. “La memoria del Holocausto también fue apropiada para legitimar el estado de Israel”.

Con los años, Feldman se convirtió en docente de filosofía y, hasta 2023, trabajó en una escuela judía de Palermo, de la que fue desvinculado por sus críticas públicas a Israel.

Costo familiar

Este proceso de reconfiguración de sus ideas no solo tuvo un impacto en su pensamiento, sino también en sus relaciones personales durante un trayecto solitario. “Declararme antisionista me alejó de varios parientes por años”, recuerda. “Hoy algunos de ellos también lo son, pero en ese momento sentían que yo estaba negando toda su vida”.

Para sus padres fue difícil al principio. Tras huir de la dictadura argentina a Israel, tuvieron que adaptarse a una nueva realidad. Después de una década en el exilio, las diferencias sobre los abusos de Israel generaron discusiones dolorosas, especialmente para su madre. Según Feldman, sus críticas a Israel los llevaron a distanciarse del país.

Un modelo supremacista

Hoy, Feldman sostiene que palestinos e israelíes tienen derecho a coexistir en igualdad en el mismo territorio. Sin embargo, advierte: “El problema central es que el estado de Israel ejerce poder sobre toda la población entre el río y el mar, pero solo representa a una parte”. A pesar de “mensajes violentos” que ha recibido de sectores sionistas en Argentina, el filósofo mantiene firme su denuncia de un genocidio.

“Gaza es un gueto, y estamos presenciando en tiempo real y televisado el proceso de aniquilación de ese gueto y de su población. Los antepasados judíos, a quienes los nazis intentaron deshumanizar en los campos de concentración, las víctimas de los progroms en Europa del Este, los dignísimos alzados del gueto de Varsovia, hoy se levantarían indignados frente al racista colonialismo del estado de Israel y su genocidio en curso”, concluye en sus reflexiones publicadas. “Una vez más, no en nuestro nombre.”

Este artículo fue redactado por Bala Chambers y reportado por Diana Carolina Alfonso.


FUENTE:TRT Español
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