“Dos mundos distintos, un solo corazón, una guerra, un ganador. Pero al final, ¿quién ganó? ¿Un inca? ¿Una traición? ¿Un español?”. Así comienza Renata Flores, rapera indígena quechua, su canción “Francisca Pizarro”, en la que explora la historia de la primera mestiza del Perú, nacida del conquistador español Francisco Pizarro y una princesa inca, un símbolo de unión cultural. “Somos fusión. Acéptalo”, rapea esta peruana de 24 años.
En pocos años, Renata ha logrado revalorizar el idioma quechua a través de su arte y la música urbana, llamando la atención de medios destacados como The New York Times. Este mes, además, la rapera independiente compartió escenario en Perú con el conocido cantante canadiense Shawn Mendes. En Instagram, donde publica grabaciones de shows y escenas de su vida personal, Renata acumula más de 200.000 seguidores. Como si fuera poco, en los próximos meses presenta su segundo álbum.
Pero uno de los rasgos más importantes para Renata es el impulso que le da el rap a la “sabiduría ancestral” arraigada en su comunidad de la región de Ayacucho, Perú. Y también un correlato de violencia entre el Estado y el grupo rebelde Sendero Luminoso, que dejó en la década de 1980 cicatrices profundas en las comunidades, incluida la de Renata. “Era un conflicto armado donde muchos inocentes fallecían. Eran desaparecidos, también niños, jóvenes”, recuerda. Tres de cada cuatro víctimas del conflicto armado, que dejó cerca de 70,000 muertos, eran personas indígenas, según determinó la Comisión de la Verdad y Reconciliación de Perú, cuya lengua materna era el quechua u otros idiomas indígenas.
Explica que su abuelo se convirtió en un miembro de los grupos de autodefensa que salvaguardaban la comunidad durante esa época en Ayacucho.
“Hay toda una historia detrás que me cuentan —mis abuelos, mis abuelas, mi mamá— que está muy presente en mí, y es algo que siento que tengo que seguir alzando mi voz”, expresa Renata a TRT Español, refiriéndose a las “injusticias” no resueltas. “Es un lugar donde ha habido mucho dolor y tristeza, pero a la vez, la música y el arte han sido el canal y la fuente de poder sanar”.
Recuperar el quechua
Los recuerdos dolorosos de Renata no solo han influido en su camino musical, sino también en su lucha por recuperar y visibilizar algo que fue silenciado y estigmatizado a lo largo de la historia: el quechua, hablado por más de 4,5 millones de personas en Perú. Las abuelas de Renata, por ejemplo, evitaban hablar en su lengua materna con ella, algo que marcó profundamente su identidad cultural. “Siempre me cuestionaba y decía, ¿por qué no me enseñan?”, afirma.
Cuando era niña, ni siquiera tenía opción de estudiar quechua en la escuela, y esa curiosidad la llevó a conversar más con sus abuelas. A la vez, empezó a aprender por su cuenta en casa y, eventualmente, encontró una clase del idioma. Esto forjó el camino de una de sus mayores pasiones, y así comenzó a traducir canciones.
Del programa “La Voz” a un video viral
Todo en su familia lo atravesaba la música. Sus abuelas cantaban música andina huayno, su abuelo tocaba el arpa tradicional y sus padres tenían una banda de rock fusión, y Renata, de joven, pasaba mucho tiempo en la academia de música fundada por su mamá.
Durante su juventud, más allá de su amor por el hip-hop, una de sus mayores influencias fue la artista y activista Nina Simone, quien la inspiró por su lucha durante una época profunda de segregación racial en Estados Unidos.
Con estas historias e influencias, comenzó su trayectoria musical con apariciones en el programa de talentos musicales “La Voz” y a través de un video viral en YouTube que grabó con una canción del artista estadounidense Michael Jackson. Y así ganó experiencia y popularidad.
“Después me daba cuenta de que había un propósito en mi vida, un propósito de revalorar el quechua y empoderar a muchos jóvenes y niños que son quechuahablantes, pero se avergüenzan de hablar, de decir quiénes son, de reconocer sus raíces, porque se ha sufrido mucho. Y, pues sí, hasta ahora hay mucha discriminación en Perú, en Ayacucho también. Eso se ha normalizado. Y eso era algo que yo quería cambiar”, dice Renata, mientras también levanta la voz sobre el asesinato de líderes indígenas que protegen las comunidades forestales y la deidad indígena de la madre tierra, o Pachamama.
“Y todo esto me daba como referencia. Y ahí fue donde empecé a componer mis canciones y a fusionar con otros géneros: con el rap, con la música más electrónica, con el arte, la música urbana, también con el reguetón, con el trap, que también escuchaba. Entonces, es parte de lo que soy, y de lo que somos también muchos jóvenes que estamos reinventando”, explica Renata.
Dos álbumes y una misma pasión: luchar contra los estigmas
En 2021, lanzó su primer disco “Iqsun”, inspirado por cinco “heroínas que han marcado la historia y han aportado mucho en la historia del Perú”: Chañan Cori Coca, Francisca Pizarro, Beatriz Clara Coya, María Parado de Bellido y Rita Puma Justo.
Este año grabó su segundo disco, “Traficantes”, que aborda el desafío que enfrenta la humanidad respecto a la amenaza a su naturaleza. Renata afirma que, debido a la situación actual, en el futuro tendremos que “traficar” agua, semillas y nuestros aprendizajes. La canción "Tijeras II" hace referencia a la tradición de la Danza de Tijeras, una práctica de la región andina con raíces en épocas precolombinas, cuyos bailarines fueron estigmatizados como "hijos del diablo" en la época colonial.
“Cada canción tiene un mensaje de resistencia, de reivindicación a nuestros saberes, nuestras luchas. Y eso es lo que trata el álbum. Lo voy a publicar en junio, y voy a dar un concierto aquí en Perú, presentando todo el álbum. Además, vienen más colaboraciones”, agrega.
Una cosmovisión compartida
En las últimas semanas, Renata ha conseguido más reconocimiento internacional después de colaborar con Xiuhtezcatl, un artista de hip-hop indígena mexicano-estadounidense, conocido por fusionar temas de justicia social y ambiental, en el video “Sígueme”. Comienza con una toma cercana de ambos artistas en Punkupata, unas montañas muy concurridas en su comunidad, antes de un poderoso intercambio de palabras en sus idiomas indígenas quechua y náhuatl, centrándose en la importancia del agua para todas las formas de vida.
Además de mostrar imágenes históricas de los pueblos originarios en Ayacucho, Renata también pronostica: “Los caminos se unen, la profecía se cumple, el cóndor desde el sur, el águila del norte”, que hace referencia a la historia sobre la unificación de los pueblos del norte con los del sur.
Predice cómo el cóndor —que representa las energías femeninas y los pueblos del hemisferio sur, que engloban la sabiduría, la espiritualidad y la conexión con la tierra— y el águila —que representa la energía masculina y los pueblos del hemisferio norte, incluyendo el avance tecnológico y el enfoque mental— deben reunirse para restaurar el equilibrio.
De origen inca, la profecía apunta al presente, cuando, después de un largo período de separación y dominio por parte de lo masculino, los dos se unirán nuevamente, trayendo equilibrio y armonía a nuestro dolorido mundo, en un momento cuando “todo parece perdido”.
De una colaboración con Shawn Mendes al New York Times
Hoy, por fusionar dos géneros de dos mundos diferentes, ha recibido críticas de partes de la sociedad más conservadora: "¿Cómo vas a fusionar con géneros, con el trap? ¿Cómo vas a distorsionar nuestro quechua, el huayno o la música tradicional andina con otros géneros?", afirma.
A pesar de estas críticas de ciertos sectores de la sociedad peruana, ella insiste en que esta unión está teniendo un efecto. “Muchos dirían: ‘Bueno, por trapear en quechua no te van a entender’. Yo sé que me van a entender. Hoy estoy despertando eso: que muchas personas puedan querer aprender el quechua, reconectar con el idioma de sus familias, de sus antepasados, porque eso es lo que se vive ahora”.
A diferencia de muchos artistas, ha sido fiel y “respetuosa” a sus raíces y a la fusión con sonidos contemporáneos. “He tratado de que todas las canciones que compongo no sean algo comercial, como marketing, como ahora vemos que algunos artistas están aprovechándose de esto. Eso no es la meta, no es donde queremos llegar”, completa.
A la vez, ha enfrentado actitudes machistas en la industria musical de América Latina, y aún así sigue firme en su camino. “Evolucionar la música sin dejar atrás nuestras raíces, sin dejar atrás la sabiduría y lo que nos han enseñado nuestros abuelos”, concluye. “Ese siempre será mi propósito y lo que me seguirá impulsando a seguir haciendo música.”